El equipo médico del punto de estabilización de la 14 Brigada Chervona Kalyna atiende a un soldado ucraniano herido de baja en el frente de Pokrovsk. El Español
En el infierno de Pokrovsk envían drones con sangre para transfusiones: los ucranianos se las ingenian para salvar vidas
Los equipos de evacuación médica que recogen a los heridos del frente se han convertido en objetivo de los drones rusos, por eso han tenido que idear nuevas formas de mantener con vida a los soldados de Ucrania… a distancia.
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El aviso de radio retumba con un eco metálico al fondo del pasillo y, en menos de treinta segundos, un ejército de cirujanos, anestesistas, enfermeros y camilleros se está poniendo los guantes azules junto a la puerta. Se mueven rápido, perfectamente coordinados, como si siguieran una coreografía… pero este baile es a vida o muerte.
Ninguno de ellos sabe en qué estado se encuentra el soldado que cruzará esa puerta, porque hasta este punto de estabilización —el más cercano a la línea de contacto en el frente de combate de Pokrovsk— solo llegan "pacientes rojos".
"Los llamamos pacientes rojos porque se trata de los casos más críticos: soldados amputados, heridos de bala, con arterias desgarradas o grandes quemados", explica Andrii, el comandante médico, mientras muestra en la pantalla de su móvil la fotografía de un combatiente ucraniano con la cara arrancada. "Lo atendimos ayer, ha sobrevivido".
Cuando se abre la puerta, los camilleros —que aún llevan puesto el pantalón del pijama, porque son las cinco de la madrugada— atraviesan el pasillo a toda velocidad, llevando a un soldado que gime de dolor. Le han disparado, y la bala le ha fracturado el fémur derecho… hace diez días.
"Ahora el principal problema que tenemos es que las evacuaciones se dilatan días y días, porque los equipos de evacuación no pueden llegar hasta las posiciones de combate", relata Bogdan, otro de los cirujanos que trabajan en este punto de estabilización operado por la 14.ª Brigada Chervona Kalyna de la Guardia Nacional de Ucrania.
Rusia, violando todos los acuerdos internacionales que regulan las guerras, ataca sistemáticamente a las ambulancias y equipos de evacuación médica ucranianos desde hace años. "Pero ahora nos hemos convertido en uno de sus principales objetivos", aclara Bogdan. "Cuando hieren a nuestros soldados, posicionan drones cerca y nos esperan; y cuando nos aproximamos para recogerlos, nos atacan deliberadamente".
El resultado de esta execrable táctica es que los heridos ucranianos tienen que aguantar durante días el dolor, y arriesgarse a que se agraven sus lesiones o incluso mueran esperando una evacuación que no puede llegar.
Un soldado ucraniano herido de baja en el frente de Pokrovsk es atendido en el punto de estabilización de la 14 Brigada Chervona Kalyna de la Guardia Nacional de Ucrania. El Español
"Prolonged field care"
Cuando colocan al herido en la camilla, una docena de personas comienza a atenderlo. Los camilleros —con un cariño indescriptible— limpian el barro que tiene en sus manos y en su rostro, mientras la anestesista le inyecta distintos viales. Los cirujanos, mientras, examinan el orificio por el que entró la bala, y los enfermeros colocan bolsas de agua caliente junto a su cuerpo.
Tiene una hipotermia severa, además del dolor que le provoca la fractura del fémur. "Es el hueso más grande que tenemos en el cuerpo, es difícil imaginar el dolor que ha soportado durante estos diez días", reconoce Bogdan. "Les enviamos antibióticos y analgésicos con los drones, pero no es suficiente".
"Estamos viendo infecciones en las heridas, incluso insectos dentro de ellas… Y en muchos casos es necesario realizar transfusiones de sangre tras las lesiones. Por eso ahora aplicamos un protocolo específico de atención llamado prolonged field care o atención prolongada sobre el terreno", detalla este cirujano.
Este protocolo incluye el envío de antibióticos y analgésicos, ayuda para la conversión de torniquetes, y también bolsas de sangre para que puedan hacerse una transfusión en el lugar donde han caído heridos, mientras el equipo médico les asiste a través de una videollamada.
La adversidad en la que trabajan estos médicos de combate ha despertado su ingenio. La idea de enviar sangre en un dron, junto con los materiales necesarios para hacer una transfusión, fue del doctor Ryzhenko "Sprite" de la 12.ª Brigada Azov, un hito que le valió el premio a mejor médico de combate de Europa este año.
"Nosotros lo hicimos por primera vez hace ocho meses", explica el comandante Andrii. "Si hay buena conexión a Internet en la posición donde se encuentra el herido —que se obtiene con el sistema de satélites Starlink—, podemos asistirle durante todo el proceso", añade. "Preparamos la sangre aquí, se la entregamos a los pilotos de dron junto con un sistema para calentarla, y ellos la envían con un Vampiro".
Las tres causas más comunes de muerte en estos casos son la hipotermia, la hipovolemia —pérdida de sangre— y la acidosis. "La gente no se da cuenta del poder que tiene la sangre como regulador térmico, no solo en invierno, también en verano. Los heridos que pierden mucha sangre suelen acabar con hipotermia, y una transfusión puede salvar vidas", incide Bogdan.
Bolsa de sangre preparada para enviar a las posiciones de combate del frente de Pokrovsk, mediante un dron, en caso de que algún herido ucraniano lo necesite. El Español
Los drones Vampiro
La sangre no es lo único que se envía mediante drones a las trincheras ucranianas. Y el dron que se utiliza para este cometido es el popular Vampiro, un enorme vehículo aéreo no tripulado que sirve tanto para misiones de ataque —armándolo con bombas u otros materiales explosivos— como para operaciones de logística, como es el caso de estas entregas.
Con buenos pilotos a los mandos, son capaces de llegar hasta las posiciones de combate más comprometidas: aquellas que se encuentran en la línea de contacto o incluso las que han quedado rodeadas por las fuerzas de Moscú. "Son nuestro delivery en el frente de combate", bromea Bogdan.
Pero más allá de la broma, estos drones pueden transportar paquetes de hasta quince kilos, y en estos momentos se han convertido en el eslabón más valioso de la cadena logística ucraniana en el frente de combate. Porque, además de medicamentos, transportan víveres, agua y hasta munición.
En el caso de la atención a heridos, recibir este material sanitario personalizado para cada caso permite hacer una primera estabilización del soldado, sin la que en algunos casos ni siquiera se podría iniciar la evacuación, porque el paciente moriría si se le mueve.
Andrii, cirujano y comandante médico de la 14 Brigada Chervona Kalyna, en una de las salas del punto de estabilización donde trabaja en el frente de combate de Pokrovsk. El Español
La hora gris
Cuando se consigue extraer al herido —después de ese primer tratamiento en el lugar donde ha caído, si es necesario—, la primera parada es en un punto de estabilización médica de las Fuerzas Armadas. Los que no están en estado crítico se alejan un poco más de la línea del frente, mientras que los "pacientes rojos" son trasladados al más cercano.
Debido a los ataques que sufren, los evacuadores ucranianos suelen trabajar solo en dos momentos del día: justo antes de que caiga la noche y antes del amanecer. En el espacio de tiempo que se conoce como "la hora gris", donde hay menos posibilidades de que los detecten los drones rusos.
Durante el resto del tiempo los equipos médicos esperan bajo tierra, en los sótanos sin apenas ventilación donde se suelen esconder estos hospitales de campaña, que también son bombardeados por Rusia de manera sistemática.
En el punto de estabilización de la 14.ª Brigada Chervona Kalyna, algunos sanitarios llevan más de un año sin salir del frente. Los que sí han podido tomar unas vacaciones han estado menos de diez días con sus familias. Pero el sentido del deber como médico de combate pesa en ellos más que cualquier otra cosa.
"Es lo más duro, no ver a la familia", confiesa la anestesista jefe del equipo, Tatiana. "Al resto te acostumbras —prosigue—, yo era anestesista en un hospital civil antes de la invasión, y trabajaba en unas condiciones donde todo estaba programado. Aquí hay que improvisar, hay que trabajar muy deprisa y adaptarte al paciente que llega sin saber qué tiene. Pero hacemos todo con alma, cuidamos cada detalle, cada vida que está en nuestras manos", asegura.
"En todos los casos que hemos atendido aquí, no recuerdo ni uno solo en el que el paciente haya muerto llegando vivo. Todos sobreviven, porque nuestra labor es estabilizarlos. En las siguientes etapas del tratamiento médico, por supuesto, puede haber fallecimientos, pero aquí, en el punto de estabilización, no", apostilla Bogdan.
Para abandonar el punto de estabilización también hay que aprovechar la hora gris. Tras compartir una jornada con estos médicos de combate, a pocos kilómetros de la línea del frente, antes de irme les pregunto cuánto resistirán ahí si el enemigo avanza. "Hasta que no estén a cuatro o cinco kilómetros, no nos moveremos", sentencia el comandante Andrii.
Ellos se quedan, esperando al próximo paciente rojo. Pero, mientras llega, salvarán vidas también a distancia gracias a los drones y las nuevas tecnologías que permiten que haya Internet, incluso en una trinchera bajo el fuego del frente del Donbás.