Friedrich Merz, durante una rueda de prensa reciente con Tayyip Erdogan. Reuters
Merz rompe con el legado de Merkel en Alemania y plantea una deportación masiva de sirios tras el fin de la guerra civil
La ONU, entre tanto, señala que el 70% de la población siria todavía depende de la ayuda humanitaria y desaconseja retornos a gran escala.
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El canciller alemán Friedrich Merz ha abierto la puerta a una política de repatriaciones masivas de ciudadanos sirios al considerar que ya no existen motivos para concederles asilo tras el fin de la guerra civil en su país.
Conviene recordar que la primera potencia de la Unión Europea acogió a más refugiados sirios que cualquier otro Estado miembro durante los catorce años de conflicto. Alrededor de un millón de ellos continúan en el país. La razón de que tantos se instalaran en Berlín y otras ciudades es la política de puertas abiertas impulsada en 2015 por Angela Merkel. Merz no sólo prometió cerrarlas; también, vaciar la sala.
La caída de Bashar al Asad y la relativa estabilidad del régimen de Ahmed al Sharaa son una oportunidad de oro para la expulsión de sirios. "Ya no existe ninguna base para el asilo en Alemania", razonó el lunes, "así que podemos comenzar con las repatriaciones".
El canciller también aseguró que muchos sirios volverán por iniciativa propia para participar en la reconstrucción del país y advirtió de que quienes se nieguen podrán ser deportados "en un futuro próximo".
La propuesta no se explica sin el ascenso de Alternativa para Alemania, o AfD. Esta formación nacionalista, islamófoba y euroescéptica amenaza con superar a los conservadores en las encuestas a las puertas de cinco citas regionales cruciales. Y la migración, desde hace años, figura como la mayor preocupación ciudadana en muchos sondeos.
Entre endurecer la política de asilo para recuperar apoyos y confrontar con firmeza el discurso xenófobo, Merz se decantó por lo segundo. Naciones Unidas, en cualquier caso, recuerda las condiciones en Siria no permiten retornos masivos. Siete de cada diez habitantes siguen dependiendo de la ayuda internacional y el país continúa sumido en una profunda crisis humanitaria.
Esta advertencia fue respaldada la semana pasada por el ministro de Exteriores, Johann Wadephul, a su regreso de Damasco. El jefe de la diplomacia alemana cuestionó que la diáspora esté por la labor de regresar de manera voluntaria a un país devastado. Las palabras de Wadephul, como cabía esperar, incomodaron a muchos compañeros democristianas y agitaron a la extrema derecha.
La copresidenta de AfD, Alice Weidel, incluso las calificó de "bofetada" a las víctimas de ataques islamistas.
Merz pretende convencer a Al Sharaa de que viaje a Alemania para abordar la cuestión. Quiere repetir la experiencia de Bosnia. Es decir: aspira a repatriar a cientos de miles de refugiados y asilados sin coaccionarlos demasiado. Parece difícil que lo consiga por las buenas. Aquel proceso contó con una arquitectura de paz más sólida que la existente en la Siria actual.
De momento, sólo un millar de sirios ha regresado a su país con apoyo federal desde el final de la guerra, en diciembre. Son muchos más los que hacen vida normal en el país, y más de 7.000 son médicos que trabajan en zonas rurales donde cuesta cubrir las vacantes.