La líder del VVD, Dilan Yesilgöz, y el líder del PVV, Geert Wilders, participan en el debate electoral de EenVandaag.

La líder del VVD, Dilan Yesilgöz, y el líder del PVV, Geert Wilders, participan en el debate electoral de EenVandaag. Remko de Waal Reuters

Europa

Todos contra Wilders con el candidato 'sanchista' al alza: Países Bajos celebra sus terceras elecciones en cinco años

El excomisario europeo Frans Timmermans, líder de la coalición de socialdemócratas y verdes (GroenLinks–PvdA) se perfila como el próximo primer ministro, pero el socioliberal Rob Jetten (D66) aspira a dar la campanada.

Más información: Wilders convierte las próximas elecciones en Países Bajos en un referéndum migratorio entre acusaciones de "irresponsable"

Publicada
Actualizada

Las claves

Países Bajos celebra elecciones legislativas buscando estabilidad tras la salida de Geert Wilders de la coalición de gobierno.

El político ultraderechista Geert Wilders enfrenta rechazo de otros partidos, dificultando su participación en futuras coaliciones.

Frans Timmermans lidera el bloque de izquierda, mientras que Henri Bontenbal y Rob Jetten son otros candidatos destacados para suceder a Schoof como primer ministro.

La quinta economía de la zona euro busca dejar atrás este miércoles la inestabilidad política en sus terceras elecciones legislativas en cinco años. Los neerlandeses acuden a las urnas para elegir la composición del próximo Parlamento. Alrededor de 13,4 millones de personas están llamadas a votar en uno de los comicios más inciertos que se recuerdan.

La abrupta retirada de Geert Wilders de la coalición liderada por el independiente Dick Schoof motivó el adelanto electoral. El líder ultra lanzó el pasado mes de junio un órdago a sus socios pidiendo endurecer las leyes de asilo. Remitió una lista con propuestas inasumibles que no encontraron eco.

El Gabinete que conformaron el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD, liberal-conservador), el Nuevo Contrato Social (NSC, democristiano), el Movimiento Campesino-Ciudadano (BBB, populista agrario) y el Partido por la Libertad (PVV, ultraderecha) de Wilders colapsó entonces.

Será imposible reeditar la misma fórmula de gobierno, que tardó 223 días en materializarse en un acuerdo de coalición que Wilders hizo saltar por los aires tan solo once meses después.

"El Gabinete anterior también cayó antes de tiempo, de nuevo por culpa de Wilders, así que, en realidad, los Países Bajos se caracterizan desde 2021 por una inestabilidad política que deja poco espacio para políticas o planes a largo plazo", lamenta el politólogo Roderik Rekker en conversación con este periódico.

Este miércoles es también el final anticipado de la era Schoof. El antiguo jefe de los espías, un dirigente gris con pasado socialdemócrata, no pasará a la historia como un gran primer ministro. Su Gobierno estuvo lastrado desde el primer momento por la inacción.

"Si hay algo en lo que todos están de acuerdo, incluso los partidos que formaron parte, es que el Gabinete Schoof fue un caos, con disputas constantes", explica Rekker.

"El Gobierno saliente estaba formado por cuatro partidos, de los cuales tres no tenían experiencia previa", añade Sarah de Lange, profesora de Ciencia Política en la Universidad de Leiden, en diálogo con EL ESPAÑOL. "Los ministros, especialmente los de BBB y PVV, tuvieron un desempeño deficiente, y muchas de las propuestas no eran viables porque no se ajustaban a los principios constitucionales y del Estado de derecho".

Schoof seguirá en el cargo hasta la formación del próximo Gobierno, un proceso que promete durar unos cuantos meses.

El primer ministro de Países Bajos, Dick Schoof.

El primer ministro de Países Bajos, Dick Schoof. Reuters

Parálisis

La Cámara de Representantes de La Haya solo tiene 150 escaños, pero ningún partido puede alcanzar la mayoría en solitario. El sistema está diseñado para articular coaliciones. Es necesario pactar. Pero el clima de polarización no sirve de ayuda. Flota, además, la creencia generalizada de que la necesidad de alcanzar consensos ha sumido a los Países Bajos en la parálisis.

Sus políticos están más entrenados en el arte de la negociación que en la toma de decisiones, lo que provoca que la táctica electoral acabe desplazando a las reformas profundas. Ese estado de cosas siembra el terreno para los discursos populistas. Por eso no sorprende que Wilders encabece (casi) todas las encuestas.

El líder del PVV obtuvo su mejor resultado histórico en las elecciones de noviembre de 2023. Su formación personalista pasó de 17 a 37 escaños. El líder ultra espera reeditar o superar la gesta, pero lo tendrá complicado. Según Ipsos, ronda los 26 escaños. Podría dejar de ser la primera fuerza política del país.

Wilders, además, quedó aislado después de romper su segunda coalición de gobierno. Es percibido como un elemento de inestabilidad. Una impresión que no parece importar demasiado a sus votantes, pero sí a los partidos políticos. Por eso es poco probable que forme parte del próximo Gobierno. Durante la campaña, los principales líderes parlamentarios han dejado claro que descartan pactar con su PVV.

"No existe un escenario en el que el PVV pudiera volver a formar parte del Gobierno", sentencia Rekker. De todos modos, como explica Stijn van Kessel, profesor de Política Comparada en la Universidad Queen Mary de Londres, los partidos que van desde el centroderecha hasta la derecha "se han desplazado hacia el PVV en cuestiones migratorias. Así que la influencia de Wilders sigue siendo considerable".

La voluntad de excluirle de la gobernabilidad no responde a la higiene democrática, sino a un mero cálculo electoral.

"Con Wilders fuera de juego, es posible que antiguos votantes del PVV se desplacen hacia otros partidos de derecha", apunta Van Kessel en este sentido. "Pero sigue habiendo un núcleo importante de votantes leales al PVV. Así que sigue siendo impredecible quién será el más grande, aunque está claro que volveremos a tener un Parlamento fragmentado".

Wilders se resiste a ser apartado. "Si el PVV resulta ser el partido más grande el miércoles, y ustedes nos dan la espalda —es decir, si ni siquiera quieren hablar o gobernar con nosotros—, entonces la democracia estará muerta en los Países Bajos", amenazó el pasado sábado desde la localidad pesquera de Volendam.

El líder del partido GroenLinks-PvdA, Frans Timmermans, durante una entrevista en la Universidad de Twente.

El líder del partido GroenLinks-PvdA, Frans Timmermans, durante una entrevista en la Universidad de Twente. Piroschka van de Wouw Reuters

Frente anti-Wilders

Una de las corrientes de fondo en estos comicios es el voto anti-Wilders, un voto que "se dirige principalmente hacia los partidos de izquierda", señala Van Kessel. Ese bloque lo encabeza Frans Timmermans, el líder de la coalición de socialdemócratas y ecologistas, GroenLinks–PvdA, "que hace muchas referencias a España como país ejemplo", destaca Rekker, "especialmente en materia migratoria".

La plataforma del exvicepresidente de la Comisión Europea ronda los 25 escaños, según la media de las encuestas, pero su figura genera cierto rechazo en el bloque de la derecha, mayoritario en el Parlamento.

"Timmermans es percibido, sobre todo por los partidos de extrema derecha que actúan contra las 'élites de izquierda', como el adversario favorito", subraya Van Kessel. "En el pasado, Wilders siempre tuvo a su propio enemigo preferido contra el que posicionarse. La idea de que Timmermans no es popular entre el público en general se repite con frecuencia en los medios, por lo que ese marco narrativo cobra vida propia".

"Es el blanco de los partidos conservadores, que intentan distanciarse de él", añade en esta línea Rekker.

Este lunes, sin embargo, Wilders tuvo que pedirle perdón. Un ejercicio poco habitual en él. Una página de Facebook administrada por dos diputados del PVV compartió imágenes de Timmermans generadas por inteligencia artificial. En una de ellas, el dirigente socialdemócrata aparece esposado y escoltado por la policía.

"Inapropiado e inaceptable", escribió Wilders en la red social X. "Me distancio de ello. El sitio está fuera de línea. Mis disculpas al colega Timmermans".

Bontenbal y Jetten, aspirantes a todo

Por detrás de Timmermans figura Henri Bontenbal. El líder de la Llamada Demócrata Cristiana (CDA) es otro de los candidatos más populares para relevar a Schoof en el cargo de primer ministro.

Su partido, que ha hecho bandera de la defensa del clima y de la necesidad de resolver la crisis de la vivienda, pisa los talones de GroenLinks–PvdA en los sondeos, y en algunos casos aparece incluso por delante.

En la recta final de la campaña, sin embargo, Bontenbal fue objeto de críticas tras su aparición en el programa Nieuwsuur de la radiotelevisión pública NOS, donde se mostró poco empático con un estudiante homosexual que lamentaba la nula aceptación que recibía en su escuela reformada, un centro educativo protestante. Él mismo reconoció su error.

Bontenbal pide establecer un cordón sanitario tanto para el PVV de Wilders como para el Foro para la Democracia (FvD) fundado por Thierry Baudet, hoy en horas bajas. No así para JA21, una escisión del FvD más próxima a la derecha conservadora que lidera Joost Eerdmans.

Rob Jetten también tiene bastantes papeletas para suceder a Schoof. El exministro de Clima y Energía en el cuarto Gobierno de Mark Rutte ha obrado el milagro de reanimar a los Demócratas 66 (D66).

La formación socioliberal supera los quince escaños en los sondeos más recientes. Ipsos les concede nada menos que 24 asientos en el Parlamento de La Haya. Una cifra que igualaría su mejor resultado histórico.

En septiembre, la sede nacional del D66 recibió un ataque a manos de activistas de extrema derecha. Jetten supo manejar bien el incidente. Despertó simpatías en la opinión pública. Tantas, que el partido alcanzó su mayor número de afiliados desde 1966.

"D66 se ha desplazado un poco hacia la derecha en lo sociocultural y sigue una estrategia atrapalotodo", explica Van Kessel, que considera que Jetten "parece haber adoptado el estilo de Rutte. Por eso, el partido desempeña ahora un papel mucho menos marcado como contrapeso a Wilders que en el pasado".

Otro de los nombres propios de estos comicios es el de Dilan Yeşilgöz. Parecía que la sucesora de Rutte a la cabeza del VVD iba a conducir a su formación —dominadora de la escena política nacional en las dos últimas décadas— hacia el peor resultado de su historia, pero salió reforzada por la ausencia de Wilders en varios debates, en los que pudo presentarse como una alternativa razonable a la ultraderecha.

La exministra de Justicia y Seguridad, principal arquitecta del muro anti-Timmermans, definió a Wilders como "un solo hombre con una cuenta de Twitter". Ronda los 15 escaños, según los sondeos.

Frans Timmermans, Dilan Yesilgöz, Rob Jetten, Henri Bontenbal, Joost Eerdmans y Jimmy Dijk posan juntos antes del debate.

Frans Timmermans, Dilan Yesilgöz, Rob Jetten, Henri Bontenbal, Joost Eerdmans y Jimmy Dijk posan juntos antes del debate. Piroschka van de Wouw Reuters

Ni rastro del escenario internacional

La campaña ha girado en torno a la cuestión de la vivienda, el encarecimiento del coste de vida y, sobre todo, la inmigración, piedra angular de la estrategia de Wilders para mantener su influencia.

"En muchos debates, los temas de inmigración y escasez de vivienda se vincularon entre sí, sobre todo por parte de los políticos de derecha", explica De Lange. "Estos atribuyen la falta de viviendas sociales a los solicitantes de asilo con estatus de residencia, así como a la presión que ejercen los expatriados y los trabajadores migrantes sobre el mercado privado de alquiler y compra de vivienda".

El escenario internacional, la política de defensa o el Estado de derecho han quedado relegados a un segundo plano.

"Las cuestiones geopolíticas desempeñan un papel sorprendentemente minúsculo", lamenta Van Kessel. "Normalmente no suelen estar muy presentes en las campañas electorales, pero en esta ocasión resulta especialmente llamativo dada la situación a nivel global".

"Apenas se habla de cuestiones geopolíticas, salvo el debate sobre cuánto tiempo deberíamos mantener el aumento del gasto en defensa", matiza Rekker, que reconoce que "tampoco se habla mucho del Estado de derecho, aunque algunos partidos sí señalan que ciertas propuestas —sobre todo las de Wilders— lo erosionan".