Dos estudiantes norteamericanos se graduaron antes de que Trump volviera a la Casa Blanca.

Dos estudiantes norteamericanos se graduaron antes de que Trump volviera a la Casa Blanca. Reuters

Europa

Aumentan en un 400% los investigadores y académicos de EEUU que desembarcan en la UE tras la cruzada de Trump

Los europeos recogen los primeros frutos de la guerra entre la Casa Blanca y las universidades estadounidenses: una “ganancia de cerebros” que hay que agradecer al mandamás republicano.

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Las claves

El Consejo Europeo de Investigación reporta un aumento del 400% en solicitudes de investigadores estadounidenses debido a las políticas de Trump.

La UE ofrece hasta 4,5 millones de euros en financiación para atraer talento académico de EE.UU., compitiendo con Canadá, Reino Unido y China.

China lanza un programa de visados para captar investigadores internacionales, en respuesta a las restricciones de visado en EE.UU.

Iniciativas europeas buscan aprovechar el descontento académico en EE.UU. para fortalecer la investigación en el continente.

Hace unos días el Consejo Europeo de Investigación –el organismo comunitario dedicado a fomentar la investigación científica y tecnológica en el viejo continente– dijo haber recibido un récord de solicitudes procedentes de Estados Unidos durante este verano.

En concreto éstas habrían aumentado –informa el organismo– un 400% en comparación con los datos registrados el año anterior. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Dos cosas que, no obstante, se encuentran estrechamente ligadas.

Por un lado ha cambiado el inquilino de la Casa Blanca. Donald Trump llegó al poder en enero tras ganar las elecciones del pasado noviembre y una de sus primeras medidas, cabe recordar, fue lanzar una ofensiva contra el entramado universitario al considerarlo uno de los pilares del progresismo estadounidense.

Amparándose en los titulares protagonizados por las protestas a favor de Palestina organizadas en el campus de la Universidad de Columbia, entre otras cosas, Trump comenzó a retirar subvenciones federales y amenazó a esa y otras instituciones académicas con futuros recortes, e incluso acciones legales, si no se plegaban a una serie de directrices.

En paralelo, la pasada primavera el Consejo Europeo de Investigación anunció que sumaría dos millones de euros adicionales a la cantidad de dinero disponible para los investigadores que deseen trasladarse desde Estados Unidos hasta la Unión Europea. Es decir: los citados investigadores pueden optar desde entonces a una financiación total de hasta 4,5 millones de euros durante un periodo de cinco años.

“Otros países han visto en la coyuntura estadounidense la oportunidad de revertir una fuga de cerebros histórica que durante décadas ha convertido a Estados Unidos en el principal destino del talento científico global”, escribieron poco antes de esta decisión los investigadores Mario Mariniello y Nina Ruer, del think tank bruselense Bruegel. Animaban así a la Comisión Europea a tomar medidas para sumarse al reclutamiento.

En cifras concretas, el aumento de las solicitudes procedentes de la primera economía del mundo se traduce en 114. El año anterior –2024– se quedaron en 23. También ha aumentado el número total de solicitudes para investigar en la Unión Europea: de 2.534 en 2024 a 3.329 este verano. Una cifra que incluye 538 ‘aplicaciones’ procedentes del Reino Unido.

En cuanto al tráfico intracomunitario, o sea aquellos investigadores que quieren moverse de un país de la Unión Europea a otro, es Italia quien encabeza la fuga de cerebros con 445 de sus académicos queriendo marcharse a otra parte del continente. En segundo lugar se encuentra España, con 240 solicitudes.

Además de todo lo anterior, también se están dando iniciativas particulares por parte de algunos países europeos y, sobre todo, por parte de algunas universidades concretas con el fin de quedarse con el talento que está llegando al continente.

En una reunión celebrada en Bruselas a mediados de septiembre para valorar el presente escenario la comisaria europea de Investigación, Ekaterina Zaharieva, confirmó –según recoge la revista Politico– que actualmente “existen más de setenta iniciativas nacionales y regionales diseñadas para atraer investigadores”.

La idea es que si un investigador de –pongamos por caso– la Universidad de Chicago duda entre Bélgica u Holanda a la hora de mudarse, las ventajas promovidas por el plan de atracción de talento puesto en marcha por –pongamos por caso– la Universidad de Leiden consigan que se decida por el territorio holandés.

En cualquier caso, y a pesar de la competitividad interna, el clima general en los campuses europeos es optimista. La Academia Austriaca de Ciencias, por ejemplo, ha celebrado esta misma semana lo que describió como una “ganancia de cerebros” directamente atribuible a las políticas de Trump en materia de investigación académica y científica.

“Aportan nuevas ideas, nuevas perspectivas y redes internacionales… y esto representa un gran avance para la ciencia austriaca y un importante impulso para la visibilidad de nuestro centro de investigación en el extranjero”, declaró en un comunicado el presidente de la institución, Heinz Faßmann, tras anunciar la llegada de 25 investigadores procedentes de los campus norteamericanos.

La competencia china

Eso sí: Europa no es la única región que ha salido a pescar talento. Canadá, Australia y varias capitales asiáticas también se están beneficiando del éxodo. Y luego está China, que acaba de lanzar un nuevo programa de visados destinado, precisamente, a hacerse con todo el talento extranjero posible. Su nombre: K.

“Mientras Estados Unidos levanta barreras China las está bajando”, declaró a Reuters un abogado especializado en inmigración llamado Matt Mantuel-Medici. “Los estadounidenses se han disparado en el pie con el tema del H-1B”, explicaba por su parte Michael Feller, el estratega jefe de la consultora Geopolitical Strategy, en alusión a las nuevas restricciones asociadas al visado estadounidense.

Por contextualizar: el H-1B requiere el patrocinio de una empresa, e incluso contando con ese patrocinio el aspirante entra en un sistema de lotería del que solo salen 85.000 plazas anuales (Estados Unidos es un país de 340 millones de habitantes). Además, Trump ha ordenado que la tarifa a pagar por la empresa por cada aspirante que decida patrocinar ascienda hasta los 100.000 dólares (hasta ahora esa cantidad oscilaba entre los 2.000 dólares y los 5.000 dólares).

Por el contrario, la visa K no requiere ningún patrocinio. Sí exige, no obstante, ciertos estándares académicos –aunque a día de hoy no están del todo claros– amén de la cuestión idiomática. Y es que la mayoría de empresas chinas que podrían beneficiarse del talento extranjero funcionan en mandarín.

Con todo, aunque el principal objetivo de China es reclutar a aquellos investigadores que están a disgusto en Estados Unidos, o aquellos que estaban planeando mudarse allí pero han cambiado de opinión, su nuevo visado también está disponible para investigadores europeos.

Es más: uno de los principales referentes mundiales en el campo de las baterías, el científico italiano Stefano Passerini, acaba de aceptar un empleo en la Universidad Normal de Nanjing.

El investigador italiano, que hasta ahora residía en Alemania y era miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Alemania, dirigirá el nuevo Instituto Internacional de Almacenamiento de Energía Electroquímica de la citada universidad.