Terminales aeroportuarias afectadas por los drones.

Terminales aeroportuarias afectadas por los drones. Sandra Vilches

Europa

La 'guerra de los cielos': Rusia sobrevuela 8 países OTAN en 20 días para comprobar si los aliados se atreven a defenderse

El Kremlin combina las internadas con cazas en Estonia y Finlandia con incursiones con drones en Polonia, Rumanía, Letonia, Lituania, Noruega y Dinamarca. Los aliados se conjuran para frenar las "provocaciones" rusas.

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Los cielos de Europa se han convertido en el nuevo terreno favorito de las provocaciones rusas. En menos de un mes, ocho países continentales —Polonia, Rumanía, Estonia, Noruega, Letonia, Lituania, Dinamarca y Finlandia— han denunciado violaciones de su espacio aéreo por parte de drones y aviones de combate rusos. Un pulso directo a la OTAN, que cree que Moscú está tanteando, una vez más, la capacidad de defenderse de los aliados.

Alemania tiene todas las papeletas para convertirse en el noveno país de la lista. Las autoridades germanas detectaron la madrugada del viernes "varios drones" sobrevolando una zona indeterminada del estado de Schleswig-Holstein, que comparte frontera con Dinamarca.

La ministra del Interior regional, Sabine Sütterlin-Waack, aseguró que la policía estaba investigando "cualquier sospecha de espionaje y sabotaje" de la mano de las Fuerzas Armadas, pero evitó concretar el número de aviones no tripulados y la zona exacta donde habían sido avistados. Tampoco señaló a Moscú.

Es probable, sin embargo, que la presunta incursión aérea guarde relación con el comienzo de las maniobras 'Red Storm Bravo', el mayor ejercicio militar de la Bundeswehr (el Ejército alemán al conjunto) desde el final de la Guerra Fría. Los simulacros de guerra tienen lugar en Hamburgo, uno de los tres estados que encapsulan la región de Schleswig-Holstein.

En las últimas semanas, varios aeropuertos europeos han sufrido ciberataques. Aviones como en el que viajaba la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, o el de la ministra de Defensa, Margarita Robles, vieron alterados sus sistemas de GPS en pleno vuelo. Señales menores pero que forman parte de una guerra híbrida cada vez más agresiva que hace temer por el estallido de una posible confrontación militar directa.

El presidente polaco, Karol Nawrocki, visita la 31.ª Base Aérea Táctica al día siguiente de las violaciones del espacio aéreo polaco por drones ruso.

El presidente polaco, Karol Nawrocki, visita la 31.ª Base Aérea Táctica al día siguiente de las violaciones del espacio aéreo polaco por drones ruso. Reuters

Sobre todo después de que Donald Trump —que no se cansa de presumir de su "muy buena relación" con Vladímir Putin— sorprendiera al mundo al declarar que apoya derribar aviones rusos si continúan las incursiones ilegales. Un viraje casi copernicano en un presidente que hasta la fecha se había mostrado reacio a plantar cara a Moscú. La respuesta del Kremlin ha sido inmediata y tajante: "Habrá una guerra" si un avión ruso es derribado.

En este sentido, Andrey Makarychev, profesor de Estudios Políticos Regionales en la Universidad de Tartu (Estonia) e investigador asociado del CIDOB, considera "poco probable que Moscú busque una confrontación militar con Occidente". Una guerra abierta con la OTAN, apunta, sería contraproducente en un momento en que la economía rusa atraviesa dificultades (está en riesgo de recesión) y los avances en el frente de Ucrania siguen siendo modestos.

"La OTAN no podrá justificar por mucho tiempo su inacción"

Andrey Makarychev, Universidad de Tartu

"Rusia cree que una de sus bazas es la política del miedo que, según Putin, debería desmovilizar a Occidente y cambiar la opinión pública a favor de un acuerdo con el Kremlin a expensas de Ucrania. Pero se equivoca", apunta. A su juicio, la OTAN y sus Estados miembros no podrán justificar por mucho tiempo su inacción bajo el argumento de evitar una escalada.

"Las respuestas pueden ser militares y no militares", sostiene el experto, que menciona, entre otras medidas, la posibilidad de "abrir fuego de advertencia contra los aviones".

Por el momento, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha subrayado que, "conforme al derecho internacional, la OTAN empleará todas las herramientas militares y no militares necesarias para defenderse y disuadir amenazas desde cualquier dirección".

El ex primer ministro neerlandés matizó, en cualquier caso, que un eventual derribo de aeronaves dependería de un análisis caso por caso sobre "la amenaza, incluyendo la intención, el armamento y el riesgo potencial para aliados, fuerzas, civiles o infraestructuras".

"Si no hay una amenaza directa, escoltarán estos aviones fuera del espacio aéreo aliado. Si hay una amenaza directa, podrían hacer lo máximo", explicó Rutte en declaraciones a la CNN.

Algunos líderes, envalentonados por el respaldo de Trump a esta postura en sus declaraciones al margen de la Asamblea General de la ONU, se han mostrado mucho más contundentes. "Si otro misil o avión entra en nuestro espacio aéreo sin permiso, deliberadamente o por error, y es derribado y los restos caen en territorio de la OTAN, por favor, no vengan aquí a lloriquear", advirtió el ministro polaco de Asuntos Exteriores, Radek Sikorski, también durante la reunión en Nueva York. "Ya están advertidos", zanjó.

Polonia, de hecho, fue el primer país en experimentar una violación de este tipo cuando, el pasado 10 de septiembre, 19 drones rusos penetraron ilegalmente en su espacio aéreo. Un episodio "sin precedentes" desde el inicio de la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania que obligó, por primera vez en la historia de la Alianza, a desplegar aviones de combate para interceptarlos y neutralizarlos. Es decir, derribarlos.

Las autoridades polacas encontraron luego varios aparatos rotos en distintas localidades y determinaron que habían partido de Bielorrusia. Este país aliado del Kremlin, por su parte, alegó que los drones se desviaron a causa de operaciones de guerra electrónica. Una explicación que para los polacos es, sencillamente, una "mentira".

"Esta situación nos sitúa lo más cerca que hemos estado de un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial", llegó a declarar Donald Tusk.

El primer ministro polaco se quedó ahí. Activó el artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, que permite a cualquier miembro solicitar consultas con sus socios si considera que "su integridad territorial, independencia política o seguridad se ven amenazadas". Y eso es exactamente lo que Polonia sostiene que ocurrió.

Varsovia, sin embargo, no consideró entonces necesario invocar el artículo 5, que establece que un ataque contra un país de la Alianza equivale a un ataque contra todos. Tampoco lo hizo Estonia, segundo país europeo en sufrir la provocación de Moscú.

Su primer ministro, Kristen Michal, adoptó la misma decisión que Polonia —es decir, invocar el artículo 4— cuando tres cazas rusos MiG-31 sobrevolaron el pasado viernes su espacio aéreo. Sólo la intervención de los F-35 de la OTAN acabó con la incursión rusa sobre el Golfo de Finlandia, que duró nada menos que doce minutos.

Moscú no alteró su hoja de ruta por mucho que intervinieran los aviones de combate de la Alianza. En lugar de sacar de nuevo los cazas, el Kremlin volvió a utilizar los drones a los que había recurrido a mediados de septiembre para irrumpir en el espacio aéreo de Rumanía. En esta ocasión, los objetivos eran el aeropuerto noruego de Oslo y las terminales danesas de Copenhague, Aalborg, Esbjerg, Sønderborg y Skrydstrup.

Tras la primera incursión aérea rusa en Polonia, la OTAN lanzó la operación Centinela Oriental para reforzar la vigilancia en el flanco del Este. "Un gran paso en la dirección correcta", sostiene Louis Wierenga, profesor del Colegio de Defensa del Báltico, que considera que las acciones de Rusia son "más que una simple provocación; es una prueba continua de la respuesta de la OTAN ante este tipo de escenarios".

En paralelo, la Comisión Von der Leyen ha puesto en marcha las negociaciones para desplegar un muro antidrones que contenga las amenazas de un Putin que, pese a la acumulación de evidencias, niega cualquier implicación.