Niños asisten a un colegio de Járkov donde las aulas está bajo tierra.

Niños asisten a un colegio de Járkov donde las aulas está bajo tierra. Marko Djurica Reuters

Europa

Los niños de Ucrania vuelven al colegio con insomnio, déficit de atención y cursos de retraso tras 1.300 días de guerra

La Ucrania libre, a salvo del adoctrinamiento de los territorios ocupados, ha registrado la destrucción de unos 400 colegios por los bombardeos rusos y ha instalado miles de refugios subterráneos para los niños.

Más información: De 42 millones de habitantes en 2020 a 25 en 2050: el riesgo más obviado que corre Ucrania por la guerra

Publicada

Pavlo, un antiguo alto funcionario ucraniano que ahora gestiona varios proyectos humanitarios, lanza el comentario en cuanto el camarero nos trae los cafés. “No sé qué va a ser de mis hijas”, espeta. Se refiere a las secuelas que dejará en toda una generación de ucranianos –los niños de hoy– el haber cursado sus estudios entre bombas y sirenas.

“Y eso que ellas tienen suerte”, añade. “A fin de cuentas viven en Kiev”. Es decir: no pasan la jornada en un sótano reconvertido en refugio antiaéreo, como sucede en otras ciudades más próximas al frente. En el centro y el occidente ucraniano la mayoría de colegios cuenta con algún tipo de refugio o, en el peor de los casos, tiene uno a mano. Pero si no hay peligro, si las alarmas descansan, se intenta replicar la normalidad de otras épocas.

Con todo, a veces toca sobresaltarse y salir corriendo del aula. Y aunque no toque es difícil desconectar de semejante temor. De ahí la preocupación de Pavlo… y del resto de padres y madres del país.

“La guerra se ha convertido en una forma de vida pero con el tiempo puede dejar cicatrices profundas en la mente de los más jóvenes”, declara Iryna Kuzmenko. Una de las encargadas de supervisar el programa educativo implantado por el Consejo Noruego para los Refugiados –una organización humanitaria independiente creada al finalizar la Segunda Guerra Mundial– en varios lugares de Ucrania.

Kuzmenko no solo se refiere a lo que expone Pavlo sino también al programa híbrido –mitad presencial; mitad online– adoptado por muchos colegios para reducir riesgos. Y es que la sociabilidad durante la niñez es, como bien sabe cualquier psicólogo que se precie, fundamental para desarrollar toda una serie de habilidades comunicativas.

Casi 400 colegios destruidos

Desde el pasado lunes, que es cuando comenzó el nuevo curso en Ucrania, muchos críos han vuelto a hacer hueco en sus mochilas para meter –junto a los libros, los cuadernos y los estuches– botellas de agua, cargadores de móvil y comida. Por si acaso.

Tamaña prevención se encuentra avalada por los datos. Según informa el Gobierno ucraniano, desde el comienzo de la guerra los bombardeos rusos han dañado más de 3.700 instituciones educativas y han “destruido completamente” 394 colegios. Dos cifras que, sumándolas, arrojan más de 4.100 centros de enseñanza afectados directamente por la invasión rusa.

Por su parte, la organización Save the Children afirmaba este primero de septiembre que los niños ucranianos en las zonas más afectadas por la guerra han perdido, de media, un 25% más de días de aprendizaje que lo que perdieron los alumnos de los países más estrictos con los cierres escolares durante la pandemia.

El último informe remitido por la organización internacional señala, además, que uno de cada tres niños ucranianos en edad escolar –aproximadamente 1,2 millones de críos– comienza este septiembre su cuarto año académico encarando lo que Save the Children llama “aprendizaje interrumpido”.

Es decir: “Desde el inicio de la guerra a gran escala en Ucrania unos 400.000 niños han pasado unos 580 días sin asistir a clase”. Por comparar: en un lugar como Filipinas –el último país del mundo en reabrir sus escuelas durante la pandemia– los alumnos ‘solo’ perdieron 440 días de clase entre el 2020 y el 2021.

Asimismo, Save the Children indica que alrededor de 780.000 niños en Ucrania alternan el aprendizaje presencial con el remoto, siendo lo más habitual hacer una semana en un formato y la siguiente en el otro.

Problemas para dormir

“Cada niño reacciona de forma diferente al estrés”, explica una profesora de inglés vinculada al Consejo Noruego para los Refugiados llamada Hanna.

“Algunos se preocupan tanto durante las alertas antiaéreas que sufren ataques de pánico”, cuenta desde la ciudad de Leópolis. La más importante del oeste del país. “Otros tienen problemas para dormir por la noche o, simplemente, no pueden asimilar nuevos conocimientos”.

La escuela donde trabaja Hanna, por cierto, sufrió daños considerables en diciembre del 2023. Fue a raíz del impacto de un misil ruso que destruyó todas las ventanas del edificio, entre otras cosas.

“Ir a la escuela no solo va de aprender y obtener buenos resultados en los exámenes”, dice Sonia Khush, la directora de Save the Children en Ucrania. “El desarrollo social y el bienestar mental de los niños también están en juego”.

“Veremos el impacto de todo esto durante las generaciones venideras”, sentencia.