El primer ministro francés, François Bayrou, durante una rueda de prensa sobre el presupuesto de 2026. Reuters
Bayrou comienza el otoño más caliente para Francia con una moción de confianza previa a los recortes masivos
El primer ministro pedirá un voto de confianza el 8 de septiembre para intentar salvar su presupuesto de 2026, mientras crecen las huelgas y la amenaza de otra moción de censura.
El plan presupuestario prevé 43.800 millones de euros en recortes de gasto y aumentos de ingresos, con el objetivo de reconducir un déficit público que se ha disparado al 5,8 % del PIB en 2024.
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El primer ministro francés, François Bayrou, afronta un inicio de curso marcado por una crisis política y social de grandes dimensiones.
Apenas instalado en Matignon, anunció que pedirá a la Asamblea Nacional un voto de confianza el próximo 8 de septiembre para tratar de reforzar a un Gobierno en minoría y salvar un presupuesto de 2026 rechazado por toda la oposición y los sindicatos, como adelantó Efe.
El plan presupuestario prevé 43.800 millones de euros en recortes de gasto y aumentos de ingresos, con el objetivo de reconducir un déficit público que se ha disparado al 5,8 % del PIB en 2024.
El Gobierno quiere reducirlo al 5,4 % este año, bajarlo al 4,6 % en 2026 y situarlo por debajo del 3 % en 2029, en línea con el Pacto de Estabilidad de la UE.
Con este anuncio por sorpresa, Bayrou se adelanta a la oposición, que probablemente iba a pedir esta semana una moción de censura sobre sus planes presupuestarios.
El líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), Jordan Bardella, cerró este lunes la puerta a apoyar al primer ministro y sentenció que había anunciado de facto "el fin de su Gobierno". "RN nunca votará a favor de un gobierno cuyas decisiones hacen sufrir al pueblo francés", escribió en X.
"Por supuesto, votaremos en contra de la moción de confianza contra el gobierno de François Bayrou. Solo su disolución permitirá ahora al pueblo francés elegir su destino, el de la recuperación con la Agrupación Nacional", señaló también en X la presidenta del partido, Marine Le Pen.
Tanto La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon como los Verdes han anunciado también que votarán en contra.
Por todo ello, los votos de los diputados socialistas serán decisivos para el destino de Bayrou.
Un otoño caliente
El anuncio de Bayrou llega en un ambiente explosivo. Los principales sindicatos han convocado huelgas en hospitales, taxis y energía, y circula en redes sociales un llamamiento a paralizar el país el 10 de septiembre, tan sólo dos días después de la moción de confianza.
A partir del 22 de ese mes, cuando se reanuden las sesiones parlamentarias, varios partidos de izquierda prevén presentar una moción de censura, que solo prosperaría con el apoyo de los socialistas y de la extrema derecha de Marine Le Pen.
El primer ministro intenta adelantarse a esa ofensiva con una ronda de consultas con sindicatos, patronal y partidos políticos.
“Tenemos dos opciones: seguir sin hacer nada y empobrecernos, o volver al trabajo para mantener nuestro nivel de vida”, declaró a Le Parisien. Bayrou insiste en que los franceses acabarán tomando conciencia de la gravedad de la situación y de la urgencia de recortar el gasto.
Un gobierno frágil
El Ejecutivo es consciente de su debilidad: gobierna en minoría y su antecesor, Michel Barnier, cayó en diciembre pasado tras perder una moción de censura sobre el presupuesto de 2025.
Bayrou admite el riesgo de repetir la historia, pero asegura que no hay alternativa: “Caer por el acantilado o emprender el camino para salir de allí”.
El reproche común de la oposición y de los sindicatos es que los esfuerzos recaen sobre las clases populares y medias, mientras que las rentas altas apenas se ven afectadas.
La propuesta de suprimir dos festivos nacionales para aumentar la productividad ha encendido aún más el rechazo.
En este clima, Bayrou ha decidido jugarse su supervivencia política en un voto de confianza que, de fracasar, abriría una nueva etapa de incertidumbre para Francia.