El primer ministro británico Keir Starmer y su esposa Victoria Starmer reciben al presidente francés Emmanuel Macron y su esposa Brigitte Macron en el número 10 de Downing Street en Londres, el miércoles 9 de julio de 2025. Reuters
Starmer y Macron negocian un acuerdo antiinmigración al margen de la UE: "No queremos ser una isla de extraños"
El premier británico propone la fórmula "uno sale, uno entra". Consiste en devolver a Francia a los migrantes que hayan cruzado de forma irregular el canal de la Mancha a cambio de permitir la llegada de una cifra similar de solicitantes de asilo con vínculos familiares en Reino Unido.
Los socios europeos tienen sus reservas.
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Keir Starmer necesita, de algún modo, hacer olvidar sus primeros 365 días como inquilino del número 10 de Downing Street. Un annus horribilis en toda regla, como llegó a titular la revista New Statesman, que trazó el paralelismo con el peor año del reinado de la difunta Isabel II. El premier laborista, cuestionado por su política social, económica, exterior y migratoria, aspira a resolver —o, como mínimo, a no agudizar— las crisis estructurales que heredó de los sucesivos gobiernos conservadores.
Por lo pronto, Starmer pretende aprovechar la visita de Estado del presidente francés Emmanuel Macron —la primera de un líder europeo desde la consumación del Brexit en enero de 2020— para alcanzar un acuerdo, precisamente, en este último frente, el migratorio, que registra para desconsuelo de Starmer las peores cifras desde 2018.
El número de llegadas a las costas británicas en la primera mitad del año ha experimentado un aumento del 50 por ciento, según los datos oficiales. Son casi 20.000 las personas que, desde el pasado mes de enero, han cruzado el canal de la Mancha en las tristemente célebres “pequeñas embarcaciones”.
Macron, considera Starmer, puede tener en sus manos la mitad de la solución al problema. Por eso, lo recibió ayer en Downing Street para discutir la necesidad no sólo de reforzar la cooperación fronteriza, sino también de aceptar la fórmula “uno entra, uno sale”, que consiste en devolver a Francia a los migrantes que hayan cruzado de forma irregular el canal de la Mancha a cambio de permitir la llegada de una cifra similar de solicitantes de asilo con vínculos familiares en Reino Unido.
Starmer no fue, sin embargo, lo suficientemente persuasivo. Al término del encuentro, un portavoz de Downing Street se limitó a decir que ambos líderes habían coincidido “en que abordar la amenaza de la migración irregular y los cruces en pequeñas embarcaciones es una prioridad compartida que requiere soluciones compartidas”, así como “en la necesidad de ir más allá y avanzar en soluciones nuevas e innovadoras, incluyendo un nuevo mecanismo de disuasión para romper el modelo de negocio de estas bandas”. Nada parecido a un acuerdo.
Y es que, hasta la fecha, Macron le ha emplazado a pasar primero por la ventanilla de Bruselas. “Sólo llegaremos a una solución duradera y eficaz con medidas a nivel europeo”, deslizó el presidente francés durante su discurso de la víspera ante las dos Cámaras del Parlamento británico.
Temiendo que la propuesta “uno por uno” de Starmer pudiera implicar la devolución de solicitantes de asilo a sus costas, varios países miembros de la Unión Europea, como España, Italia, Grecia, Chipre o Malta, expresaron formalmente sus reservas ante la Comisión de Ursula von der Leyen.
Macron verbalizó, de todos modos, su interés en implementar una serie de medidas conjuntas con Reino Unido para aplacar la crisis migratoria.
“En este mundo inestable, la esperanza de una vida mejor en otro lugar es legítima. Pero no podemos permitir que se violen las normas de acogida de nuestros países ni que redes criminales exploten cínicamente las esperanzas de tantas personas, con tan poco respeto por la vida humana”, subrayó durante su alocución del martes el inquilino del Elíseo, que pidió a sus interlocutores británicos “no permitir que el canal [de la Mancha] se ensanche”.
Las medidas que avanzó Macron pueden guardar relación con la construcción de “centros de retorno” o con la implementación de nuevas tácticas por parte de la policía fronteriza. Tácticas que se suman a las que ya aplica la policía fronteriza francesa como, por ejemplo, acuchillar a las “pequeñas embarcaciones” en alta mar.
Starmer aprovechó la cita para presumir ante Macron “del endurecimiento del sistema” de asilo “para garantizar que se respeten y hagan cumplir las normas, incluyendo un aumento masivo de arrestos por trabajo ilegal, con el fin de acabar con la falsa promesa de empleo que se utiliza para vender plazas en los botes”.
No en vano, el premier laborista ha intentado hacer suyo el mensaje de Reform UK, el partido nacionalpopulista de Nigel Farage, que lidera las encuestas pese a contar sólo con cuatro diputados en la Cámara de los Comunes.
En mayo, Starmer declaró que Reino Unido “es un país inclusivo y tolerante, pero la ciudadanía espera que quienes lleguen aquí aprendan el idioma y se integren”. Y para descontento de sus filas añadió desde Downing Street que “en una nación diversa como la nuestra… corremos el riesgo de convertirnos en una isla de desconocidos, no en una nación que camina unida hacia el futuro”
La derechización de Starmer, que algunas voces consideran mero pragmatismo, amenaza con provocar la escisión del Partido Laborista. La diputada independiente Zarah Sultana prepara junto a Jeremy Corbyn el lanzamiento de una nueva formación que se sitúe a la izquierda de los de Starmer.
Macron sacó tiempo el martes antes del banquete de Estado que le ofreció el rey Carlos III para reunirse con la líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, y con el líder de los Liberal Demócratas, Ed Davey, más cercano en términos ideológicos. Pero no pidió cita con Farage, quien lo considera “un presidente francés cada vez más arrogante y anti-Brexit”.
Ucrania, en la agenda
Starmer espera alcanzar un acuerdo en materia migratoria con Macron cuando vuelvan a reunirse este jueves sus respectivos equipos ministeriales, justo antes de reunir vía telemática a la denominada coalición de los dispuestos para encontrar soluciones que conduzcan hacia el final de la guerra en Ucrania y fórmulas que convenzan de una vez por todas a Donald Trump de la necesidad de apoyar a los de Volodímir Zelenski.
Los treinta socios europeos, entre los que figura la Alemania de Friedrich Merz, deslizaron el eslogan de “botas en el terreno y aviones en el aire” en cuanto entrara en vigor un alto el fuego. La tregua parece un escenario lejano, pero sigue sin haber consenso sobre la posibilidad de desplegar fuerzas europeas.
En paralelo, según adelantó ayer Le Monde, Starmer y Macron, que viajó a Londres acompañado de su ministro de las Fuerzas Armadas, Sebastian Lecornu, pueden estar preparando un anuncio desde base militar de Northwood, uno de los principales cuarteles generales de la OTAN, encargado de las operaciones marítimas.