Un soldado de la Legión Internacional inspecciona uno de los edificios bombardeados en el frente Lyman-Kupyansk.

Un soldado de la Legión Internacional inspecciona uno de los edificios bombardeados en el frente Lyman-Kupyansk. María Senovilla

Europa

Ucrania resiste la nueva ofensiva rusa también en Bilohorivka, pero la situación es crítica

El Kremlin continúa con su estrategia de "tierra quemada" en Ucrania, arrasando a golpe de artillería ciudades enteras para poder avanzar.

26 mayo, 2024 03:31
Bilohorivka

"Esto da miedo, mucho, pero creo que vamos a aguantar", reza el mensaje de Sicilia, un piloto de dron de la Legión Internacional que combate del lado de Ucrania. Unos días antes, su equipo me permitió acompañarlos en una misión en dirección Bilohorivka, en busca de nuevas posiciones para volar desde ahí sus drones de reconocimiento. Ahora, la nueva ofensiva que Rusia está lanzando de forma simultánea en varios frentes de combate ucranianos se ha cebado también con esta ciudad.

"Acabo de regresar de una posición más avanzada, y aún resiste", continúa el legionario. Sin embargo, las imágenes de la última oleada de ataques que se han producido esta semana sobre Bilohorivka hacen presagiar que puede caer en cualquier momento: en los vídeos que circulan por las redes, se ven decenas de explosiones simultáneas de artillería –sobre todo de GRAD y MLRS–, centelleando en cada rincón de lo poco que queda en pie de esta ciudad.

Este enclave, perteneciente a la provincia de Lugansk, ha estado en liza desde el principio de la guerra. Pero, hasta la fecha, Putin se había estrellado una y otra vez aquí sin lograr tomar la ciudad al asalto. La diferencia ahora es que, desde el pasado 10 de mayo, estamos asistiendo a una nueva ofensiva rusa muy diferente: el Kremlin está aplicando la táctica de "tierra quemada", reduciendo todo a escombros y cenizas con su artillería, antes de lanzar a la infantería para ocupar suelo ucraniano.

Lo ha hecho en el noreste de Kharkiv –dónde han tenido que evacuar en poco más de una semana a 16.000 civiles, que vivían en ciudades cercanas a la frontera con Rusia– y lo está haciendo ahora en este frente de Lyman-Kupyansk, donde la situación se ha tensionado enormemente en los últimos días.

"Nuestro trabajo ahora es aún más importante, porque nosotros sí podemos ver al enemigo y lo qué hace", prosigue Sicilia, insistiendo en la importancia de los drones en plena ofensiva rusa. Su equipo –que está integrado por combatientes voluntarios de Italia, Finlandia y Estados Unidos–permite al Ejército ucraniano tener ojos en el cielo, para saber cómo y cuándo moverse.

Destrucción total

Tras la agónica caída de Bakhmut –en mayo de 2023– el presidente Volodímir Zelenski pronunció un discurso cargado de épica para anunciar a los ucranianos que la destrucción absoluta que Rusia estaba consumando en algunos lugares no podría arreglarse más tarde. “Bakhmut ya sólo existe en nuestros corazones”, aseveró.

Un soldado de la Legión Internacional inspecciona los restos de un blindado ruso, en Bilohorivka.

Un soldado de la Legión Internacional inspecciona los restos de un blindado ruso, en Bilohorivka. María Senovilla

Desde entonces, más ciudades se han sumado a esa lista de lugares en los que una vez habitó la vida, y ya nunca más lo hará. Lugares como Avdiivka o Chasiv Yar han sido la antesala de lo que está sucediendo hoy en varias decenas de poblaciones de Kharkiv, o en Bilohorvka, donde la artillería no da tregua desde hace días y ya no queda un solo edificio sano.

"Mueren más chicos por la artillería que por el fusil", explicaba Sicilia días antes, mientras caminaba entre algunos de esos edificios bombardeados. Junto con su compañero Koli, reconocía un posible punto de observación en las afueras de Bilohorivka.

Para entrar al edificio –que había sido una escuela antes de la guerra– había que sortear escombros de todo tipo: vigas que se habían desprendido del techo, puertas arrancadas por las explosiones y cristales rotos por doquier. Los legionarios encabezaban el reconocimiento para asegurarse de que no había restos explosivos. “Hemos llegado a encontrar minas mariposa, entre otras cosas, en el interior de los sitios”, justificaban.

Interior de una escuela bombardeada en los alrededores de Bilohorivka.

Interior de una escuela bombardeada en los alrededores de Bilohorivka. María Senovilla

En una de las estancias, una docena de cunas estaban aplastadas por trozos que se habían desprendido del techo; en lo que otrora fuera la biblioteca, los libros estaban desperdigados por el suelo y varias estanterías yacían volcadas. El edificio estaba para demoler –como todos los de alrededor–; pero para el equipo de drones de Sicilia y Koli era un gran hallazgo. “Las ventanas están orientadas hacia la zona que nos interesa”, subrayaban.

Estos equipos de reconocimiento trabajan 24 horas al día, en turnos, para asegurarse de que siempre hay “ojos ucranianos” mirando desde las alturas. En cada turno, pueden llegar a descargar más de 20 baterías de dron, danto apoyo a la artillería ucraniana, a la que facilitan en tiempo real las coordenadas de los mejores objetivos rusos.

Drones a cambio de vidas

”Hoy tenemos el problema añadido de los drones explosivos, con los que nos atacan los rusos, por eso nosotros hacemos las patrullas de reconocimiento también con vehículos no tripulados, y así no arriesgamos vidas", continúa Sicilia.

["Debemos resistir hasta la primavera y luego será nuestro turno": Ucrania ya planea su contraofensiva]

Pero no siempre es factible. Utilizan drones muy básicos, que las contramedidas electrónicas rusas logran interferir muy a menudo. "Nosotros no estamos tan bien equipados como la 3 Brigada de Asalto o la 12 Brigada de Azov, así que los drones buenos los llevamos a las posiciones más relevantes, y el resto de las misiones las hacemos con otros peores", se lamenta, haciendo referencia a la equipación que recibe la Legión Internacional. "Para compensar, hacemos mucho bricolaje para tunear los drones y mejorarlos", añade.

Cada patrulla de reconocimiento que las Fuerzas Armadas ucranianas hacen con drones, supone que no sea necesario poner sobre el terreno a un escuadrón de hombres que –en lugares como Bilohorivka– tendrían que enfrentar una lluvia de artillería constante con pocas posibilidades de supervivencia.

El uso de los drones en esta guerra es –probablemente– la mayor innovación bélica en lo que llevamos de siglo. Y continúa evolucionando, mes a mes, con nuevas formas de emplear los vehículos no tripulados, con nuevos modelos de aparatos y con nuevas adaptaciones. El problema es que, en este momento de la guerra, Rusia lleva la delantera en el uso de los drones.

Dos soldados de la Legión Internacional inspeccionan los alrededores de Bilohorivka.

Dos soldados de la Legión Internacional inspeccionan los alrededores de Bilohorivka. María Senovilla

El Kremlin, además de contar con una flota de vehículos de reconocimiento más grande que la de Ucrania, ha multiplicado el empleo de drones explosivos de una forma muy preocupante. En frentes como el de Bilohorivka o Chasiv Yar, estos drones explosivos ya causan más bajas que la propia artillería.

“Pero Rusia no es capaz de hacer misiones modernas, que se basan en reconocimiento más fuerza aérea, y por eso vemos tácticas al estilo de la Segunda Guerra Mundial, aunque se empleen drones”, asegura Sicilia, que está graduado en Historia y subraya constantemente similitudes entre la guerra de Ucrania y otros conflictos del siglo XX.

Hacia la III Guerra Mundial

Sin embargo, el legionario reconoce abiertamente que la experiencia recogida por la OTAN en las guerras del siglo pasado no es suficiente para sacar ventaja militar en esta. "La mayor parte de los que estamos aquí –en la Legión Internacional– tenemos formación OTAN, y podríamos hacer cosas más complicadas. Pero tener experiencia en un ejército de un país OTAN tampoco es garantía de nada: yo he visto a chicos de las Fuerzas Especiales estadounidenses romper contrato después de dos misiones, alegando que como aquí no tenemos fuerza aérea de apoyo es demasiado arriesgado o difícil", relata.

Destrucción a ambos lados de la carretera que conduce hacia Bilohorivka.

Destrucción a ambos lados de la carretera que conduce hacia Bilohorivka. María Senovilla

“Por eso a veces es más fácil entrenar a chicos sin experiencia, que no tienen la mente tan cuadriculada en cuanto a cómo deben ser las tácticas y los protocolos”, añade. “Lo único que juega en nuestra contra para adiestrar a nuevos reclutas específicamente para esta guerra es la falta de tiempo”, sentencia.

La guerra se va activar aún más, vamos hacia una gran ofensiva rusa, y lo mejor que puede hacer Ucrania es adoptar la mejor estrategia de defensa posible. No es momento de pensar en contraofensivas”, asegura el legionario, que acumula ya más de un año luchando en las filas ucranianas. Advierte, además, que en ese tiempo el conflicto ha cambiado mucho, y ahora está en un punto crítico.

“El gran fallo de Ucrania, desde mi punto de vista personal, fue parar la contraofensiva de 2022 en Járkov, y no continuar hacia Zaporiyia. Si no hubiéramos parado, se podría haber liberado parte del sur del país”, subraya. “Pero había demasiados comandantes con mentalidad soviética”, apostilla.

“Con Syrsky al mando de las Fuerzas Armadas, he notado dos cambios: más burocracia y papeleo para pedir drones y municiones; y que ahora las órdenes son las de no disparar primero, y sólo devolver el fuego”, dice el italiano. “Pero seguiré luchando aquí porque la posibilidad de una III Guerra Mundial es real. Esta guerra está a sólo 2.400 kilómetros de casa, ¿cómo no voy a hacer nada?”, zanja mientras revisa las grabaciones de sus drones de reconocimiento sobre la humeante Bilohorivka.