El presidente armenio Nikol Pashinián, en las protestas que lideró en 2018 (izda) y el pasado 21 de septiembre (dcha).

El presidente armenio Nikol Pashinián, en las protestas que lideró en 2018 (izda) y el pasado 21 de septiembre (dcha). EE

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De héroe a "traidor": Nikol Pashinián, el hombre que unió Armenia y ahora "ha vendido" Nagorno Karabaj

El primer ministro advierte de que la oposición orquesta un golpe de Estado en la misma plaza desde la que él lideró el derrocamiento de Serzh Sargsián.

30 septiembre, 2023 02:45

"¡Nikol es un traidor!". En su búsqueda de culpables por el desastre diplomático que ha acabado con la vida armenia en Nagorno Karabaj, los dedos acusadores en las calles de Ereván apuntan al "Azerbaiyán genocida", a la "Rusia enemiga" y a su propio primer ministro: Nikol Pashinián (48 años). En cinco años, el héroe que congregó a 150.000 personas en una plaza para derrocar al "dictador" Serzh Sargsián se ha convertido en un enemigo para los que un día lo siguieron, decepcionados por cómo el activista convertido en mandatario "ha vendido" Artsaj al agresor.

Este sábado, la oposición a Pashinián ha convocado una manifestación en la misma plaza de la República desde la que él mismo lideró la Revolución de Terciopelo en 2018. Allí confluirán grupos contrarios entre sí pero con la certeza común de que el primer ministro es el principal culpable del éxodo de los 120.000 armenios de Nagorno Karabaj. Pashinián ya ha alertado de "llamamientos a un golpe de Estado", y un grupo parlamentario apodado Madre Armenia ha propuesto una moción de censura contra su Gobierno. Mientras, su policía reprime las manifestaciones en Ereván igual que las fuerzas de Sargsián aplacaron hace un lustro las suyas.

En la lucha que protagonizó, Pashinián prometía modernizar la economía armenia y poner fin a la corrupción en el país. La cuestión del Alto Karabaj no era prioritaria, y en el frente de guerra de 2020 aún no había más enfrentamiento que alguna escaramuza. Aquel movimiento no violento fue exitoso: derivó en unas elecciones extraordinarias y un traspaso pacífico del poder. "Me equivocaba, tenía razón Nikol", dijo Sargsián al renunciar y pasar su testigo al actual primer ministro, que obtuvo más del 70% de los votos en los comicios de diciembre de 2018.

Pashinián habla por un megáfono durante las protestas en la plaza de la República, la primavera de 2018.

Pashinián habla por un megáfono durante las protestas en la plaza de la República, la primavera de 2018. Reuters

Lo que el revolucionario no esperaba en sus primeros años en la Casa de Gobierno era una escalada de tensiones con el vecino Azerbaiyán. Su poca firmeza ante las agresiones del Ejército de Ilham Aliyev a las comunidades armenias de Nagorno Karabaj lo llevó a aceptar un alto el fuego con Bakú el otoño de 2020 tras una guerra de 44 días. Azerbaiyán salió ganando de aquella. Recuperó un tercio del territorio y como siete distritos circundantes. Y aquí empezó la impopularidad de Pashinián: las protestas en las calles de Ereván y las peticiones de dimisión de sus adversarios políticos confirmaron la primera grieta de su mandato. Y la más importante.

De aquel líder de masas poco queda en 2023. En febrero, el primer ministro reconoció la soberanía de Bakú sobre Nagorno Karabaj. Ahora, en septiembre, la última agresión azerbaiyana ha acabado con el Gobierno autónomo que administraba a la población armenia del enclave. "Tonto e incapaz", se permite llamar a Pashinián el "dictador" arrepentido al que la Revolución de Terciopelo arrebató el poder. En la calle, el tono no es más benevolente: "Que se vaya ya. Llevábamos más de 30 años luchando por Artsaj, y se lo ha cargado", declara a los reporteros de Reuters un ingeniero de nombre Harut.

Unos manifestantes por la dimisión de Pashinián se enfrentan a la policía, el 22 de septiembre en Ereván.

Unos manifestantes por la dimisión de Pashinián se enfrentan a la policía, el 22 de septiembre en Ereván. Reuters

Uno de los principales cambios durante el mandato de Pashinián ha sido el giro estratégico de Armenia hacia Occidente. Este acercamiento se da en detrimento de las relaciones de Ereván con una gran aliada hasta la fecha y una jugadora sin la que no se entiende el tablero del Cáucaso: Rusia. La adhesión del Gobierno de Pashinián al Tribunal Penal Internacional ―que ha acusado al presidente Vladímir Putin de crímenes de guerra en Ucrania― y las maniobras conjuntas del Ejército armenio con el de Estados Unidos han terminado de alejar al Kremlin de su compromiso con Armenia, a la que la guerra en Ucrania le había quitado ya gran parte de la atención rusa.

Estos días, los dos mil agentes pacificadores enviados por Moscú se han mantenido al margen y se han limitado a instar a Bakú y Ereván a poner "fin al derramamiento de sangre... y a volver a un acuerdo pacífico". La imparcialidad del Kremlin hace difícil creer que Rusia y Armenia sigan siendo aliadas. De hecho, dado que el alto el fuego de 2020 fue negociado por fuerzas de paz rusas, algunos armenios sospechan que en realidad Moscú mantiene acuerdos secretos con Bakú. El enfriamiento de las relaciones bilaterales ya se ha hecho notar en la diplomacia: el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, auguró esta semana un futuro "muy poco envidiable" para Armenia si decide "depender" de Estados Unidos.

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Si Pashinián está intentando cambiar de bando, está claro que la transición no ha concluido aún. O, al menos, no ha cobrado la fuerza que se habría necesitado para que Occidente apoyara a Armenia ante la agresión de este mes. La mayor contribución de Washington a Ereván estos días ha sido la visita a la región de Samantha Power, administradora de la agencia de desarrollo estadounidense USAID, que ha dado cuenta de la "violencia" y la "desnutrición severa" a las que se enfrentan los civiles de Nagorno Karabaj.

"Por desgracia, no somos Ucrania. No es rentable protegernos", denuncia Arevik, una joven voluntaria, al diario The Moscow Times, basado en Berlín. Más allá del entramado geopolítico, algo que frena la implicación de Europa y Estados Unidos a favor de Armenia es el interés por no crear enemistad con Azerbaiyán. El país de mayoría musulmana es un gran productor de energía, especialmente de petróleo y gas natural. Varios países de Europa han negociado con Bakú un aumento de las exportaciones de gas natural, y la necesidad de obtener este recurso tras el bloqueo de las importaciones rusas puede prevalecer sobre la voluntad de atender el conflicto en la región.

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Una oposición dividida

Mientras Bruselas, Moscú y Washington reformulan su relación con Ereván, la capital armenia reacciona a la pérdida de su exclave y a la llegada de 120.000 refugiados de Nagorno Karabaj. El dolor y el miedo a la represión policial han cedido ante la rabia, y la gente ha salido a protestar a la calle. Entre el 19 y el 25 de septiembre, más de 200 manifestantes fueron detenidos. Se repetían los enfrentamientos con la policía en los que Pashinián participó cuando era él el que se oponía a las autoridades. "Algunas fuerzas quieren derramar sangre en Ereván, por lo que el Gobierno actuará con dureza y no permitirá el derramamiento de sangre, los perpetradores serán llevados ante la justicia", sentenció el primer ministro.

Este sábado vuelve a haber una gran convocatoria. Tras un hiato de cuatro días, el líder de la facción prorrusa Madre Armenia, Andranik Tevanián, llama a toda la oposición a Pashinián a la plaza de la República. En ella se verán las caras grupos que poco tienen en común más allá de estar a la contra del primer ministro. Tevanián, arrestado brevemente durante las manifestaciones de la semana pasada, culpa al mandatario de "traicionar" a los armenios del Alto Karabaj "en favor de los intereses de Occidente", y sugiere volver a la alianza íntima que los antecesores de Pashinián mantenían con el Kremlin.

Los seguidores de Tevanián compartirán hoy espacio con la Alianza Democrática Nacional (NDA), una alternativa europeísta y antirrusa a la oposición a Pashinián que tratará de convertir la plaza de la República en un Euromaidán armenio. "¡Rusia es el enemigo!", han gritado sus seguidores estos días. "El acercamiento de Armenia a Occidente es una farsa. Pashinián es un agente ruso", dice a EL ESPAÑOL Garo Yegnukian, uno de los miembros del consejo de la NDA.

Yegnukian reconoce la popularidad de Tevanián dentro de la oposición, y cree que, sin llegar a aliarse, hacer bulto juntos puede ayudar a demostrar que los armenios están dispuestos a echar a Pashinián, a quien este asesor de la NDA acusa de "genocidio". "La revolución de 2018 fue un teatro perpetrado por la FSB [antigua KGB], igual que las ONG y los nuevos vínculos con EEUU lo son. El primer ministro está comprado por Rusia y sigue igual de inmerso en la órbita del Kremlin que sus predecesores", asegura Yegnukian.

La policía armenia detiene a un hombre durante una protesta, este viernes en Ereván.

La policía armenia detiene a un hombre durante una protesta, este viernes en Ereván. Efe

Las distancias entre las dos alternativas al poder son insalvables: el bloque de Madre Armenia aboga por una vuelta al regazo de Putin mientras la Alianza Democrática Nacional exige una ruptura agresiva con los postulados de la Armenia postsoviética, de la que Pashinián sigue siendo un títere en opinión de sus representantes. "Andranik Tevanián y su grupo son anti-Pashinián, pero muy pro-Moscú, por lo que no son un verdadero grupo de oposición, ya que su objetivo no es la independencia y la soberanía", explica otra portavoz de la NDA a EL ESPAÑOL. Con una oposición irreconciliable, la amenaza de golpe de Estado de la que advierte Pashinián se antoja improbable.

"Yo no la descarto. De ocurrir, vendría de los propios rusos, a través de los agentes armenios que encuentran en el equipo de Tevanián", conjetura Yegnukian con la sospecha del que conoce a su enemigo. Si algo puede salvar al primer ministro de una crisis de gobernanza, es el abismo que divide a los que lo quieren derrocar. Los prorrusos y los occidentalistas no convendrán en nada más allá de reprobar al Gobierno por su responsabilidad en la desaparición de Nagorno Karabaj. Ningún punto, ningún proyecto puede acercar en este momento a los dos fondos de la plaza de la República. La oposición necesitaría a un movilizador, a un unificador para hacer frente a Nikol Pashinián. La oposición necesitaría a otro Nikol Pashinián.