Voluntarios, con metralleta al hombro, navegan por las calles de Jersón para rescatar personas.

Voluntarios, con metralleta al hombro, navegan por las calles de Jersón para rescatar personas. Fermín Torrano

Europa

Jersón, zona cero de la voladura de la presa: "Sólo conquistando Moscú pararemos a los rusos"

EL ESPAÑOL accede a la línea de viviendas junto al río Dniéper, en la ciudad de Jersón, tras la destrucción de la presa de Nova Kajovka.

8 junio, 2023 04:03
Enviado especial a Jersón

Son unos pies arrugados, desnudos y con las uñas sin cortar. Por eso Irina mira con atención la sábana que enrolla el cuerpo de un señor mayor. Camino del cementerio o a bordo de una lancha, en Jersón se han acostumbrado a llevar los cuerpos en volandas y este quizás sea el de su familiar.

Así que guarda el móvil en el bolso, mientras acaricia con los dedos el vuelo de su vestido blanco con números estampados en negro. Un tic nervioso que parece echar cuentas después de varias horas de espera en la acera de una calle inundada de Jersón. Tan sólo 450 metros distancian el cruce de la calle Bohorodytska con la orilla occidental del Dniéper. Un espacio insuficiente para el ritmo al que la presa se desangra.

Desde el pasado noviembre, tras la reconquista ucraniana de la única capital regional tomada por las tropas de Vladímir Putin desde el comienzo de la invasión, el río se convirtió en el principal muro de defensa de la ciudad. Un parapeto que protegía de una nueva incursión rusa, pero no de una incesante artillería que ha dejado más de 200 muertos desde la liberación. Sin embargo, tras la destrucción del muro de Nova Kajovka, el agua se ha convertido en la principal amenaza, al menos contra la población civil.

Ciudadanos ucranianos navegan por las calles de Jersón.

Ciudadanos ucranianos navegan por las calles de Jersón. Fermín Torrano

“El mundo debe reaccionar. Rusia está en guerra contra la vida, contra la naturaleza, contra la civilización", ha denunciado el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski en uno de los mensajes en los que acusa al Kremlin de estar detrás del sabotaje. Una hipótesis sobre la que Kiev lleva alertando –junto con un ataque de falsa bandera sobre la central de Zaporiyia- desde hace meses y que encajaría, según especialistas en ingeniería entrevistados por The New York Times, con la explicación más probable: una voladura desde el interior.

¿Y la contraofensiva?

Al igual que ocurrió con el ataque a la tubería del gaseoducto NordStream2, teorías hay muchas. Lo mismo que sucede desde hace semanas con el inicio de la esperada contraofensiva ucraniana. Después de anunciar Prigozhin la toma de Bakhmut y contrarrestar Ucrania la derrota simbólica con las incursiones en Belgorod, la destrucción de la presa supone una desviación de lo sucedido en los días previos: avances parciales en diferentes puntos del este y sur, confirmados, en su mayoría, por propios canales de Telegram rusos.

Por eso mismo, el mandatario ucraniano aseguró este martes que atacar la mayor presa en el sur de Ucrania no tiene ninguna influencia en la partida de ajedrez que libran los generales para recuperar el territorio (algo menos de un 20%) arrebatado en los prolegómenos de la invasión.

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“Putos rusos. A veces pienso que esta guerra sólo puede acabarse conquistando Moscú”, grita Dima, veterano ucraniano que llegó este miércoles a Jersón para poner a salvo los muebles y electrodomésticos de su apartamento.

Pero no todos tienen la misma suerte.

Es el caso de Víctor, el anciano de la sábana, que descansa en un taburete mientras su esposa pide ayuda para arrastrar tres grandes bolsas llenas de todo lo que le ha dado tiempo a recoger y subir a la barcaza. Una navegación por las mismas avenidas que hasta hace unos días sufrían el tránsito de coches y bicicletas.

Sergiy, oficial de prensa de la Defensa Territorial de la región.

Sergiy, oficial de prensa de la Defensa Territorial de la región. Fermín Torrano

El bloque de viviendas en el que vivía con sus padres está una línea más atrás, inundado por un agua que podría afectar a los habitantes de

Con una lancha y un fusil al hombro

En la ola de solidaridad ucraniana que no decae desde febrero de 2022, voluntarios de otras regiones han decidido cambiar sus planes en el este del país. Ahora evacuan, reparten comida, y rescatan animales. “Tan sólo hoy han sido más de 100 gatos y perros”, cuenta Aleksandr.

Sus ladridos en el interior de las jaulas se mezclan con el ruido de los motores y el rugido de la artillería. Otros rescatadores se mueven por el río en tabla de surf y con fusiles al hombro. Será uno de los mayores desastres naturales para Ucania después de Chernobil, pero sigue siendo una guerra.

Los cañones siguen disparando a escasa distancia, pero las evacuaciones no paran. Según calculados de la Oficina de Prensa de Jersón, alrededor de 7.000 personas (de los 16.000) habitantes de esta zona habrían sido evacuados y hasta 80 poblaciones y más de 40.000 personas corren el riesgo de acabar bajo el agua. Según la información del secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, 16.000 personas perdieron su casa en las primeras 24 horas.

Pero no todos quieren marcharse. “Si están en la primera planta no preguntamos. Por la puerta o por la ventana, los sacamos de allí; pero si son mayores y viven en un tercer piso muchas veces terminamos preguntando qué necesitan. Elementos básicos como comida, ropa o productos de higiene para una población en cuyas casas han dejado de funcionar la luz, el gas y el agua potable. La situación es de tal gravedad que en ciudades como Kyiv, Lviv o la cercana Mykolaiv están buscando donantes y adecuando alojamientos.

—Sergiy, te veo demasiado contento.

—Todos mis familiares están vivos –dice en una pausa breve— una casa sólo es dinero. Además, soy joven”.