Manifestación en apoyo al voto Sí a la Proposición 50 en el Centro de Convenciones de Los Ángeles.

Manifestación en apoyo al voto "Sí" a la Proposición 50 en el Centro de Convenciones de Los Ángeles. David Swanson Reuters

EEUU

Newsom coge fuerza como la mejor alternativa moderada del Partido Demócrata para recuperar la Casa Blanca

Las elecciones del martes en Estados Unidos dejaron dos victorias demócratas de muy distinto signo: el moderado Newsom ganó su referéndum en California mientras el progresista Mamdani se hacía con la alcaldía en Nueva York.

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Las claves

El gobernador de California, Gavin Newsom, consolida su posición como principal alternativa moderada del Partido Demócrata tras aprobar la Proposición 50, que modifica la distribución de distritos electorales para favorecer a los demócratas.

Newsom es visto como una figura capaz de renovar el liderazgo demócrata, alejándose del ciclo de candidaturas ligadas a Barack Obama, aunque enfrenta el reto de ofrecer un proyecto verdaderamente diferencial.

La polarización interna entre el ala centrista, representada por Newsom, y el ala más radical, ejemplificada por Zohran Mamdani, marca el futuro del partido y sus opciones electorales.

Newsom deberá demostrar que puede conectar con el votante medio estadounidense y frenar el avance del populismo dentro del partido, especialmente de cara a las elecciones presidenciales de 2028.

El 63,8% de los electores californianos aprobaron este martes la llamada “Proposición 50”, por la cual se cambia la distribución de los distritos que eligen a los miembros de la Cámara de Representantes. La propuesta del gobernador demócrata, Gavin Newsom, pretende reforzar las opciones de su partido de cara a las elecciones legislativas de 2026 y sigue una larga tradición de lo que en Estados Unidos se conoce como “gerrymandering”.

Esta manipulación de los distritos electorales con fines partidistas se lleva haciendo desde hace dos siglos: según los viejos distritos van cambiando su perfil social, cultural y étnico, los partidos en el poder los equilibran para mantener sus mayorías. El Partido Republicano lo hizo este verano en Texas, con el apoyo público de Donald Trump. Esta se puede considerar la respuesta demócrata en el estado más poblado de toda la Unión, con 39 millones de habitantes. El segundo, no es casualidad, es Texas.

En un estado de larga tradición demócrata, con la excepción puntual de figuras carismáticas como Ronald Reagan o Arnold Schwarzenegger, que se presentaron por el Partido Republicano, el triunfo de la proposición era previsible, pero aun así se ha celebrado como un gran triunfo personal de Newsom, que le consolida como la gran baza de su partido de cara a las elecciones presidenciales de 2028. Allí, en principio, no tendría a Trump como rival, por mucho que el neoyorquino se empeñe en coquetear con un inconstitucional tercer mandato.

Salir del bucle de Barack Obama

Ahora bien, para que Newsom lidere el Partido Demócrata, este debe primero saber qué quiere ser de mayor. La celebración del gobernador en Instagram es reveladora: en un combate ficticio de lucha libre, presenta a grandes figuras demócratas tumbando a los principales líderes republicanos. En las filas progresistas está el propio Newsom, está el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries y está la carismática Alexandra Ocasio-Cortez… pero quien derrota a Trump no es otro que Barack Obama.

Por mucho bien que haya hecho Obama a los demócratas en el pasado, son varios los expertos que opinan que uno de los actuales problemas del partido es que no se acaba de salir del bucle de su presidencia. Desde que dejó la Casa Blanca, los candidatos demócratas han sido Hillary Clinton -su Secretaria de Estado de 2009 a 2013-, Joe Biden -su vicepresidente de 2009 a 2017- y Kamala Harris, la vicepresidenta de Joe Biden. No hay caras nuevas y, sobre todo, no hay un proyecto diferencial.

¿Puede Newsom representar ese nuevo proyecto? Obviamente, tiene muchos puntos a favor: de entrada, su amplio bagaje político. Newsom es gobernador de California desde 2019 y con anterioridad fue alcalde de San Francisco; aparte, ha sabido plantar cara a Donald Trump cuando el presidente tomó el mando de la Guardia Nacional de California y la desplegó en centros urbanos para ayudar al ICE en su lucha contra la inmigración ilegal.

Newsom protestó la decisión en los medios y en los tribunales y no se dejó amilanar por la verborrea trumpista, que se empeñaba en justificar su decisión con un dato falso: desde la llegada del demócrata a la gubernatura, la inmigración ilegal en California no solo no se ha disparado, sino que se ha visto reducida. Justo al contrario de lo que viene pasando en Texas, por cierto. Newsom ya sonó en las apuestas para suceder a Biden cuando este se retiró de la carrera electoral, pero la casi inmediata elección de Kamala Harris acabó con toda esperanza.

Zohran Mamdani o el populismo que viene

Dicho esto, no todo son ventajas. Pese a sus recientes escarceos con el populismo en las redes sociales, Newsom pertenece a la “vieja escuela”. Es todo lo contrario que, pongamos, Zohran Mamdani, el otro gran vencedor del martes al hacerse con la alcaldía de Nueva York frente al exgobernador Andrew Cuomo. Mamdani es un “outsider” del partido, un hombre que desafió a la cúpula como en su momento lo hizo Trump y que representa un progresismo más radical con muchos guiños a la juventud por su extenso uso de las redes sociales y sus ingeniosos vídeos promocionales.

Esta dicotomía entre radicales y centristas viene arrastrándose en el Partido Demócrata como mínimo desde los tiempos de Bernie Sanders y Hillary Clinton y le hace mucho daño a sus opciones electorales… pero tendrá que adaptarse. Hay cierto electorado tradicionalmente de centroizquierda que ve con mucho agrado a Donald Trump e incluso las minorías raciales, especialmente los hispanos, le apoyaron en las pasadas elecciones. Muchos inmigrantes legales no solo no se escandalizan ante la deportación masiva de sus compatriotas ilegales, sino que lo consideran un reforzamiento de su estatus.

Los demócratas no solo vienen de perder las elecciones presidenciales, sino que también perdieron el control del Senado y no recuperaron la Cámara de Representantes. Con todo, lo más grave fue que perdieron el voto popular por primera vez desde 2004 y por segunda desde 1988. Si Newsom quiere convertirse en el candidato oficial del “establishment” del partido, tendrá que demostrar que puede conectar con el ciudadano medio estadounidense, que no es el de California ni mucho menos el de San Francisco.

Tendrá también que frenar los populismos, pues está claro que el “efecto Mamdani” se extenderá en las legislativas de 2026, con varios candidatos de ese estilo. Triunfar en las dos grandes ciudades de las dos costas no es nada nuevo para los demócratas ni es motivo de por sí de una gran esperanza. Sí supone, al menos, evitar el cataclismo. Trump apostó por Cuomo y perdió. Apostó contra Newsom y perdió también. En las pequeñas victorias se fraguan los grandes triunfos, pero el camino es aún muy largo.