El presidente de Estados Unidos firma órdenes ejecutivas en el Despacho Oval.

El presidente de Estados Unidos firma órdenes ejecutivas en el Despacho Oval. Jonathan Ernst Reuters

EEUU

Trump amenaza con desplegar militares "en 24 horas" en las ciudades gobernadas por sus rivales "aun si no lo piden"

El presidente de Estados Unidos sugiere que la Guardia Nacional, desplegada desde hace días en las calles de Washington, podría ser enviada próximamente a Chicago y Baltimore para combatir el crimen. Todos esos lugares están gobernados por el Partido Demócrata.

Más información: El gobernador Newsom exprime la escalada de Trump en Los Ángeles para lucir como el líder que los demócratas necesitan

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“Podemos estar en cualquier sitio en menos de 24 horas tras dar el aviso”. Así ha contestado Donald Trump este lunes a la pregunta de si, tras desplegar a la Guardia Nacional en las calles de Washington, está pensando en enviar militares a las calles de otras ciudades gobernadas por el Partido Demócrata. Un elemento –la filiación política del alcalde– que el presidente considera determinante en la tasa de criminalidad.

La cuestión, planteada por un periodista durante un encuentro con la prensa en el Despacho Oval antes de recibir al líder de Corea del Sur, ha surgido tras aparecer una información en el Washington Post diciendo que el Pentágono planea enviar a la Guardia Nacional a patrullar las calles de Chicago a partir de septiembre. Dicha información se suma, así, a la amenaza lanzada el domingo por el propio presidente contra Baltimore.

Trump no ha querido confirmar nada pero sí ha dicho –amén de lo poco que tardaría en llegar la Guardia Nacional una vez dada la orden– que, en el hipotético caso de entrar en Chicago, “resolveremos el problema [del crimen] en una semana” y que no necesita el permiso de ningún gobernador para actuar de esa forma.

Esto último es una alusión a las amenazas que recibió por parte de Gavin Newsom, el gobernador de California y miembro destacado del Partido Demócrata, hace un par de meses. Cuando decidió enviar 4.000 efectivos de la Guardia Nacional y 700 Marines a patrullar las calles de Los Ángeles tras un fin de semana de disturbios causados por varias redadas anti-inmigración.

Y es que, al parecer, la legislación vigente solo permite un despliegue similar por parte del presidente –o sea: sin autorización del gobernador del estado en el que se encuentra la ciudad– en caso de invasión extranjera o en caso de emergencia nacional gravísima. Una medida pensada para limitar los poderes de la Casa Blanca en asuntos domésticos.

En el caso de Los Ángeles lo que argumentó Trump es que los agentes de inmigración parecían tener dificultades para llevar a cabo su labor y que las autoridades californianas no parecían ser capaces de echar una mano.

La toma de Washington

Los rumores que dicen que habrá despliegue de la Guardia Nacional en Chicago y otras ciudades gobernadas por el Partido Demócrata, como Baltimore, han aparecido cuando se cumplen dos semanas de la presencia de 2.200 militares en las calles de Washington.

Una medida anunciada por Trump después de que Edward Coristine, más conocido como ‘Big Balls’ (‘Cojones Gordos’, en castellano), un empleado federal contratado por Elon Musk, fuese atracado en la madrugada del 3 de agosto.

El problema es que, según informa la prensa estadounidense, el despliegue de la Guardia Nacional en Washington no parece haber hecho mucho por alterar –ni en positivo ni en negativo– el crimen de la capital.

“Las tropas no han participado en la aplicación de la ley y, en gran medida, se han dedicado a proteger lugares emblemáticos”, señalaba la cadena CBS. “Algunos soldados han alimentado ardillas, otro ayudó a una mujer a bajar sus pertenencias por las escaleras de una estación de tren y algunos dedican el tiempo a hacerse fotos con los transeúntes mientras charlan y toman café”.

Por su parte el reportero Devlin Barrett, del New York Times, ha explicado en una crónica escrita tras pasar un día entero en un juzgado de la capital que los delitos observados hasta la fecha no parecen haber cambiado sustancialmente. No parece, en fin, que la presencia de los militares esté llevando ante los jueces casos particularmente problemáticos (pese a que Washington se encuentra, en efecto, por encima de la media nacional en lo que a criminalidad se refiere).

“Un hombre fue arrestado por beber en la calle, otro por proferir amenazas contra el presidente en estado de ebriedad y en otro caso los fiscales desestimaron una acusación relacionada con la pertenencia de armas”, cuenta Barrett. Son casos que, según los expertos, no deberían ser tramitados por una fuerza militar federal.

“Combatir la delincuencia es perfectamente aceptable”, escribía este mismo lunes Liz Wolfe, editora de una revista llamada Reason. “Pero… ¿acaso estamos viendo un uso apropiado del dinero público y del personal federal?, ¿están las autoridades militares capacitadas para este tipo de vigilancia policial de bajo nivel?, ¿y valdrán la pena las demandas que inevitablemente resultarán de todo esto?”

Por todo lo anterior la revista Politico, conocida por su aproximación aséptica y desideologizada a la política norteamericana, ha dicho que hasta la fecha estos despliegues de la Guardia Nacional parecen más “una performance, una actuación, que una iniciativa política seria”.

En otras palabras: parece que Trump busca reforzar su imagen de líder duro y partidario del orden ante sus propias bases al tiempo que intenta causar problemas a un Partido Demócrata que sigue navegando sin rumbo fijo frustrando, así, a unos votantes que esperan más resistencia, más energía, por parte de sus representantes.

Qué es la Guardia Nacional

Ahora bien: ¿qué es exactamente la Guardia Nacional? Pues, en resumidas cuentas, una fuerza militar en la reserva que puede movilizarse cuando se considere necesario. En caso de emergencia nacional –desastres naturales, grandes disturbios–, por ejemplo. O como personal de apoyo en operaciones militares conducidas en el extranjero.

Asimismo, la Guardia Nacional consta de dos ramas –la Guardia Nacional del Ejército y la Guardia Nacional Aérea– formadas, en total, por 431.000 miembros. Con lo cual es el segundo cuerpo más grande de las fuerzas armadas estadounidenses por detrás del Ejército y por delante de la Fuerza Aérea, la Armada, los Marines, la Fuerza Espacial y la Guardia Costera.

Está dividida por estados y, si su unidad concreta no se encuentra desplegada, o sea en una misión, muchos miembros se limitan a entrenar un fin de semana al mes (más dos semanas al año) mientras desempeñan trabajos civiles. Por eso algunas personas definen a la Guardia Nacional como una “milicia”.

Y es, por cierto, una de las instituciones militares más antiguas del país ya que sus orígenes se remontan al año 1636. A la época de las colonias, vaya.

Algunos de sus despliegues domésticos más notables tuvieron lugar a lo largo de los años cincuenta y sesenta, en los estados del sur y en el contexto del movimiento por los derechos civiles de los negros. La Guardia Nacional fue enviada a lugares como Arkansas, Mississippi o Alabama para garantizar el fin de las políticas de segregación sin que aquello desembocase en linchamientos y disturbios masivos (o para poner fin a ellos).