El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofrece un almuerzo para los líderes africanos de Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal en el Comedor de Estado de la Casa Blanca en Washington, DC, EE. UU., el 9 de julio de 2025.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofrece un almuerzo para los líderes africanos de Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal en el Comedor de Estado de la Casa Blanca en Washington, DC, EE. UU., el 9 de julio de 2025. Reuters

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Trump mira África como fuente de recursos y destino para deportar a inmigrantes, pero ignora la crisis del Sahel

Trump redefine la relación con África priorizando minerales, migración y rivalidad con China, pero deja de lado la seguridad en el Sahel, el mayor foco yihadista del mundo.

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La política de Donald Trump hacia África es activa, oportunista y está marcada por las relaciones personales. El presidente estadounidense no va a ignorar al continente africano, pero actuará de forma selectiva. Sus objetivos son evidentes: asegurar acuerdos y cadenas de suministro de minerales y, especialmente, competir con China.

Cuando Ruanda y la República Democrática del Congo firmaron un pacto de paz, negociado por Trump, que cuenta con minerales críticos para la elaboración de productos electrónicos, el presidente declaró a la prensa que la alianza permite a Estados Unidos obtener "muchos de los derechos mineros del Congo".

Si bien este documento no cede específicamente ningún derecho minero a Estados Unidos, incluye un marco "para expandir el comercio exterior y la inversión derivada de las cadenas regionales de suministro de minerales críticos", específicamente para "vincular a ambos países, en asociación, según corresponda".

Este mes de julio, la minicumbre de tres días celebrada por Donald Trump y cinco mandatarios de África Occidental, con incluso un almuerzo televisado, es significativa en cuanto a los países que recibió: Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal. Son economías relativamente pequeñas, pero ricas en recursos naturales, como petróleo, gas, oro, hierro y tierras raras.

Después de este encuentro quedaron claras las prioridades del presidente estadounidense: asegurar los minerales críticos y estratégicos, abordar los problemas migratorios, incluida una propuesta para aceptar deportados por EEUU; y priorizar la política comercial.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , se reúne con los líderes de Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal en la Casa Blanca en Washington.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , se reúne con los líderes de Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal en la Casa Blanca en Washington. Reuters

A Trump le interesan estos Estados porque son de donde precisamente llegan las personas migrantes a Nicaragua y de allí acaban en Estados Unidos, mayoritariamente mauritanos y senegaleses.

El presidente buscó el compromiso para que acepten de regreso a los ciudadanos que residen irregularmente en Estados Unidos, y sugirió que también acogiesen a personas deportadas de terceros países. Igualmente, les instó a aumentar el gasto en defensa y a adquirir más equipo militar americano.

Otro aspecto interesante de estas naciones es la seguridad, ya que tienen salida al Océano Atlántico. A cambio, buscan alianzas con el sector privado estadounidense, inversión, desarrollo de infraestructuras y cooperación en seguridad.

De lado la seguridad del Sahel

Sin embargo, Trump no abordó adecuadamente la gran preocupación de la región subsahariana: la seguridad del Sahel. Se trató el tema y reconoció que el terrorismo es el gran problema de África, pero no se adoptaron medidas concretas a aplicar para luchar contra el narcotráfico y el terrorismo en la región. Probablemente, porque amenaza con socavar cualquier enfoque puramente económico hacia la región.

En todo caso, según el Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados (ACLED), el Sahel es actualmente el epicentro mundial del terrorismo y el foco de mayor crecimiento del extremismo yihadista.

Los grupos Al Qaeda y el Estado Islámico en el Sahel han expandido su presencia limitada en el norte de Malí en 2012 hasta controlar vastas franjas del territorio en toda la región, llegando incluso a las fronteras septentrionales de la costa de África Occidental. De hecho, ACLED ha incluido al Sahel y a la costa de África Occidental en su lista de países en peligro de conflicto para 2025.

De esta manera, , el gobierno de Trump necesitará un enfoque más sólido y coordinado para la crisis en el Sahel antes del final de su mandato.

Por todo esto, se percibe un cambio en la estrategia de Trump. La antigua línea estadounidense, centrada en la buena gobernanza, los derechos humanos y el desarrollo institucional, es reemplazada por la negociación de acuerdos comerciales. Y, por supuesto, va dirigida a contrarrestar la influencia china y rusa en el continente.

Esto refleja la postura establecida por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a principios de julio, cuando declaró que Estados Unidos abandonaba lo que denominó un modelo de ayuda exterior basado en la caridad.

Ningún gran país africano

Resulta curioso que no invitase a ninguno de los grandes actores de África: Sudáfrica, Nigeria, Egipto y Etiopía. Probablemente, no cuenta con ellos porque son países aliados del BRICS, el grupo de economías emergentes fundado por Brasil, India; y los contrincantes de Estados Unidos, Rusia y China. Sobre ellos recae la amenaza de nuevos aranceles del presidente estadounidense por apoyar “políticas antiamericanas”.

Esta minicumbre es la primera de una iniciativa trimestral de la Casa Blanca para recibir a líderes africanos. Así que hay planes para una recepción más amplia entre Estados Unidos y África en septiembre, en el marco de la Asamblea General de la ONU.

Actualmente en Washington, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, pretende aprovechar la cumbre organizada por el presidente estadounidense para reunirse con sus homólogos africanos. Esta iniciativa israelí forma parte de un intento por normalizar las relaciones entre el Estado judío y los países africanos y árabes.

Efectivamente, podría servir como modelo para futuros compromisos regionales, incluyendo el Cuerno de África, mientras Massad Boulos se prepara para centrar su atención en el conflicto en Sudán.

Relaciones personales

La diplomacia africana de Trump se vio impulsada en abril con el nombramiento de Massad Boulos como asesor especial para África, anteriormente era asesor para Asuntos Árabes y de Oriente Medio.

Este empresario libanés estadounidense es padre de uno de los yernos de Trump. Precisamente, él fue el artífice del acuerdo alcanzado el 27 de junio en Washington para poner fin al enfrentamiento entre la República Democrática del Congo y Ruanda.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , se reúne con los líderes de Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal en la Casa Blanca en Washington.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , se reúne con los líderes de Gabón, Guinea-Bissau, Liberia, Mauritania y Senegal en la Casa Blanca en Washington. Reuters

Boulos también ha señalado que planea reunirse con los ministros de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto en Washington para reactivar la iniciativa de paz del Cuarteto y buscar el fin de la guerra civil en Sudán, que la ONU ha calificado como la mayor crisis humanitaria del mundo. Dentro de la administración Trump, la influencia de Boulos demuestra cómo las relaciones personales pueden impulsar políticas hacia regiones del mundo que normalmente no serían una prioridad para este gobierno.

El 22 de julio, el asesor emprendió un gira maratoniana por el Magreb para visitar Túnez, Trípoli, Bengasi, Argel, Rabat; incluso hizo una parada en París después de viajar a Libia. Sin embargo, no todos los países se doblegan con las posturas de Trump. En Túnez, el presidente Kais Saied, al margen de su reunión en el Palacio de Cartago, le mostró a Boulos fotografías que ilustraban los efectos de la hambruna en los niños de Gaza.