El globo espía chino, derribado en la costa de Garden City, Carolina del Sur.

El globo espía chino, derribado en la costa de Garden City, Carolina del Sur. Reuters

EEUU

Las explicaciones más probables a la alerta OVNI que nunca aparecerían en 'Expediente X'

La cuestión no es baladí. En el Pentágono tienen miedo de que se les hayan colado varios objetos en su espacio aéreo sin su conocimiento.

14 febrero, 2023 03:27

Objetos de forma poligonal, cuerdas que cuelgan de los extremos, cilindros volantes que sobrevuelan Canadá, Alaska o Michigan sin que ningún oficial del Pentágono sea capaz de explicar de dónde han salido ni qué hacían ahí arriba. Todo en la alerta OVNI de la última semana -y tomemos el acrónimo OVNI por lo que es: Objeto Volante No Identificado, sin más connotaciones- parece activar nuestra imaginación y nos remite a las imágenes más espectaculares de las películas que marcaron nuestra infancia y nuestra juventud: Encuentros en la tercera fase, Independence Day y tantas otras.

Es cierto que la torpeza del propio Pentágono ha ayudado a ello. Preguntado el general Glen D. Van Herck, comandante en jefe de las Fuerzas Aéreas del Norte de Estados Unidos, sobre si la presencia de estos objetos podía tener origen alienígena, no se le ocurrió otra cosa que contestar "ahora mismo, no puedo descartar nada". La frase ha tenido que ser matizada varias veces desde entonces porque solo podía servir para alentar la mitología ufóloga. La verdad está ahí fuera, y nos la está contando Van Herck.

Es una pena -o no, Stephen Hawking afirmaba que probablemente hubiera otras civilizaciones alienígenas, pero que más nos valía no encontrarnos con ellas-, pero esta avalancha de derribos probablemente tenga un origen mucho más mundano. Digámoslo de esta manera: si los extraterrestres se hubieran lanzado a la conquista del espacio aéreo norteamericano, el Pentágono no nos lo estaría contando en tiempo real. De hecho, si estos objetos formaran parte de una actividad alienígena de espionaje, probablemente no se hubieran centrado solo en los dos países que protagonizan todas las películas y series al respecto.

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Las explicaciones -y es cierto que choca que no las haya, eso nadie lo niega- probablemente tengan mucho más que ver con la complejísima situación geopolítica en la que estamos sumidos y que sí tiene a Estados Unidos como lógico protagonista. No en vano, todos estos derribos de objetos volantes llegan después de la aparición de un globo espía chino que vagaba por los cielos de Montana, justo por encima de las bases militares estadounidenses. No es casualidad.

El descontrol del espacio aéreo

El origen de toda esta agitación tiene que estar en el globo espía. Que es chino y no alienígena lo sabemos porque así lo reconoció el propio gobierno de Pekín, aunque dijera que se trataba de una sonda meteorológica que se había desviado apenas diez mil kilómetros de su ruta. En sí, puede que el globo no presentara una gran amenaza para la defensa estadounidense, pero suponía un ejemplo de algo cuya importancia se desconocía y que había que cortar de raíz.

Mapa de los globos y objetos derribados en los últimos días.

Mapa de los globos y objetos derribados en los últimos días. Cristina Pita

El hecho de que el secretario de estado, Antony Blinken, cancelara su muy esperada visita a China para esta misma semana, algo que sentó muy mal en el entorno de Xi Jinping, pues se esperaba, precisamente, que la visita de Blinken sirviera para rebajar las tensiones entre ambos países, fue ya un aviso de la importancia con la que se tomaba Estados Unidos el asunto. Que desde entonces se hayan encontrado más objetos similares -de los tres derribados, solo uno parece tratarse de un globo, pero las formas geométricas son indiferentes en asuntos de este tipo- es probablemente porque se están buscando, algo que antes no se hacía con el mismo interés.

La cuestión no es baladí. En el Pentágono tienen miedo de que se les hayan colado varios objetos en su espacio aéreo sin su conocimiento. Insisto en que la capacidad de espionaje de estos objetos está aún por descubrir, pero su mera presencia ya implica un fallo en el sistema de defensa estadounidense. ¿Cómo es posible que China o Rusia o cualquier otra potencia mundial puedan invadir ese espacio aéreo y pasen días hasta que se descubra la maniobra? Las consecuencias si en vez de un globo se tratara de un bombardero, un caza o un misil serían devastadoras.

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Un mensaje al resto del mundo

Ahora mismo, y según informa la cadena CNN, la hipótesis con la que trabaja el Pentágono es que estos artefactos cumplen una doble misión: la de espionaje, sin duda, llegue hasta donde llegue, y, sobre todo, la de comprobar la capacidad y el tiempo de respuesta estadounidense ante una alerta inminente. Esa sería, de paso, la razón por la que se está derribando todo lo que se encuentra: no solo para evitar que se recabe información… sino para enviar un mensaje claro a quienquiera que esté mandando estos objetos: se acabaron las bromas, no vamos a tolerar más incursiones.

El 'globo chino' cae sobre el Atlántico tras ser destruido

El 'globo chino' cae sobre el Atlántico tras ser destruido

Esto explicaría, de paso, el hecho de que cada derribo se haga público casi en tiempo real, cuando sabemos que en ocasiones anteriores este tipo de maniobras se han hecho de forma sigilosa y se ha informado de ellas con retraso… cuando se ha informado. Ahora, sabemos que los globos espía chinos han sido relativamente habituales a lo largo de los años, mientras que, a su vez, China habla de más de diez objetos de este tipo enviados por Estados Unidos en los últimos tiempos. No había trascendido noticia alguna hasta ahora al respecto.

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El espionaje militar es aburrido salvo que corra a manos de un sofisticado agente de algún cuerpo de inteligencia. Ahora bien, a menudo se basa simplemente en explorar los límites. Lanzo un globo, lanzo un objeto informe y espero a ver qué pasa con él. Ni siquiera sabemos si el globo original de Montana, el que empezó todo esto, estaba controlado desde Pekín o si apareció ahí como podría haberlo hecho en cualquier otra zona. El asunto era enviarlo y ver qué pasaba. Medir la reacción.

Y, a su vez, la única reacción posible una vez el asunto se hace público es la sobrerreacción. Hacer de ello un tema decisivo que abra portadas y excite imaginaciones. Una demostración de que el país está alerta y que su espacio aéreo no es un parque de atracciones. No es tan atractivo como un encuentro en la tercera fase, pero probablemente sea mucho más importante.