Mike Gonzalez, analista político y exasesor de George W. Bush.

Mike Gonzalez, analista político y exasesor de George W. Bush.

EEUU ENTREVISTA

Mike Gonzalez, exasesor de Bush: "Me gustaría una UE más activa ante Rusia, y no la veo con Borrell"

Mike Gonzalez es investigador principal de la Fundación Heritage, think tank estadounidense con las puertas de la Casa Blanca abiertas, y fue asesor y escritor de discursos del presidente George W. Bush.

2 noviembre, 2021 01:22

Mike Gonzalez es analista político y socio principal de la Fundación Heritage, un laboratorio de ideas con las puertas abiertas de la Casa Blanca (sobre todo cuando se pinta de rojo republicano). Sus consejos han llegado a oídos de Donald Trump y de George W. Bush, de quien fue escritor de discursos. Pero su vida no se libró siempre al calor de la diplomacia. Tiempo antes de recorrer los bastidores del poder y la política, participó en el juego desde el otro lado del ruedo: Gonzalez, cuya familia perdió la tilde con el paso de las generaciones, era periodista.

“Dejé el oficio a los 45 años, temía que ocurriera lo mismo que en la industria de acero”, comenta. “Churchill, que empezó como periodista, ya lo dijo: ‘Es una muy buena profesión para un joven’”.

Mike González se reconoce conservador, pero también pragmático. Adelanta que no quiere hablar mal de su presidente, Joe Biden, pero no esconde su decepción, y sostiene que no ha venido a Europa para dar consejos, pero pone mal gesto si hablamos del proyecto común: "No comprendo ceder parte de tu soberanía, Estados Unidos nunca lo haría".

También dice, sin sobresalto, que las relaciones entre los Estados Unidos de América y los de Europa no están rotas. Solo que nosotros, a este lado del Atlántico, debemos tomar una decisión: quiénes son nuestros rivales, ¿los americanos o los chinos y los rusos?

El influyente consultor pasó unos días en Madrid, en una escala de su never ending tour no demasiado larga, a invitación de la Fundación Disenso (el think tank de Vox), con la que colabora. Aprovechó la estancia para entrevistarse con Santiago Abascal, para presentar con el escritor Fernando Sánchez Dragó su libro El complot para transformar Estados Unidos (que recuerda irremediablemente al título del maestro Philip RothLa conjura contra América), y para conversar con nosotros durante algo menos de una hora.

¿Vive Estados Unidos su declive como imperio?

Me parece una muy buena pregunta, porque Estados Unidos debe decidir si lo acepta o no. Si está dispuesto a hacer los cambios necesarios para evitar su declive. Me pregunto si nuestros líderes se dan cuenta de que el declive es una decisión. No me gusta criticar a mi presidente en el extranjero, pero no tengo más remedio. Ha hecho todo muy mal. Ni siquiera tengo que explicar la gestión de la salida de Afganistán: desastrosa. Seré bueno y no diré que fue bochornosa. La frontera abierta es otro desastre.

¿Y ve una decadencia moral?

Es difícil ser conservador y no pensar que, desde el punto de vista cultural, hemos experimentado una cierta decadencia de valores. El país se hace más y más secular. Viajo por todo el país, hago hasta dos viajes por semana, no me paso una semana sin viajar. Lo que veo son anuncios de juegos y que la legalización de la marihuana se está expandiendo. Estados Unidos tiene culturas locales y regionales muy importantes. Pero algo en común es que huele a marihuana en todas las ciudades.

¿Olor a marihuana en todas las ciudades?

Es una pena. No creo que termine bien el experimento. Son decisiones que se toman, pero son reversibles. Creo que podemos cambiar el país. Muchos estados están trabajando para revertir la decadencia que se impone desde arriba, para revertir la instauración de la Teoría Crítica de Raza (TCR) en las escuelas y en los puestos de trabajo. Hablo mucho con los distintos estados que están tratando de pasar legislaciones para evitar esta teoría que se aplique en los niños. No que se prohíba su enseñanza, sino que se apliquen sus preceptos en contra de la Constitución.

Esta teoría puede quedar muy lejana para el lector español. ¿Cómo la explicaría?

Viene de la Teoría Crítica, que es alemana y que piensa que todo es una superestructura conceptual. En Estados Unidos está muy arraigada. Sostiene que existe una narrativa hegemónica que es blanca, una supremacía blanca. Que los ricos y poderosos son blancos y oprimen a través de esta superestructura a los que no lo son. Esta idea de un racismo sistémico es la idea clave de la TCR. Se aplica, por ejemplo, cuando una maestra separa a un niño blanco de uno negro o mexicano, y les dice que los niños blancos tienen privilegios que los otros no. O si creciste con el inglés o no. O si eres hombre o mujer. Se simbolizan los privilegios. Esto es ilegal. El acto de derechos civiles del 64 lo prohíbe. Cuando hablo con los legisladores, les digo que tienen que actuar cuando hay una violación de la Constitución como esta. La TCR está obsesionada con la división social entre los oprimidos y los opresores. Es un veneno para la sociedad.

"Zapatero fue un desafío para la Casa Blanca"

Usted es muy crítico con Black Lives Matter (BLM). Pero ¿de la organización o del movimiento?

El concepto está muy bien. Yo no digo All Lives Matter (Todas las vidas importan), yo digo Black Lives Matter (Las vidas negras importan). Se tiene que afirmar que la vida de los negros importa. El negro americano ha sufrido excepcional y únicamente. Pero tengo un problema con las organizaciones BLM, como el Black Lives Matter Global Network Foundation. Yo no sé aquí, pero la primera búsqueda que haces te lleva allí, y no a los movimientos de muchachos que marchan en Nueva York. Te lleva a organizaciones establecidas: con edificios, con oficinas. Es sobre estas organizaciones y sus líderes que escribí mi libro BLM: The Making of a New Marxist Revolution [no tiene edición en castellano, pero podríamos traducir el título como Black Lives Matter: la creación de una nueva revolución marxista]. Cito, por ejemplo, a Alicia Garza, que dice que quiere desmantelar el principio organizador de la sociedad. No es precisamente un debate sobre la tasa de interés...

En el Gobierno español tenemos una vicepresidenta del Partido Comunista. Eso debe chocar en Estados Unidos.

Europa es diferente, lo sabemos. En Inglaterra, en Italia o en España siempre han estado los marxistas. Sé que en España no choca. Pero Estados Unidos es un país dedicado al derecho natural, donde se toma muy en serio la propiedad privada y el libre comercio. Es el país capitalista y el blanco de los comunistas. Si cambias Estados Unidos, cambias el mundo.

La izquierda tradicional diferenciaba entre clases. El progresismo contemporáneo ha roto la baraja.

El marxismo clásico diferencia entre el proletariado y la burguesía. Pero Marx y Engels se equivocaron. El proletario no quiere pasarse la vida luchando contra el burgués, ¡el proletario se pasa la vida haciendo lo posible para volverse burgués! La Revolución no iba a venir de esa manera, así que la izquierda tenía que fijarse en otras categorías.

El senador Menéndez fue muy crítico con nuestro Gobierno por su relación con ciertos regímenes socialistas de Hispanoamérica.

Menéndez es del Partido Demócrata (PD) y presidente del Comité de Asuntos Exteriores en el Senado. Pero he oído que hay choques entre Menéndez y la Casa Blanca. Mira qué ha pasado en Cuba, mi país natal. Hubo manifestaciones tremendas e inéditas en julio, que se extendieron por toda la isla. Biden tenía una oportunidad histórica. Lo mínimo que podía hacer es extender el acceso a internet en Cuba. Yo le pedí que lo hiciera. Muchos otros también, pero no lo hizo. Es curioso que Biden, que es un hombre con una carrera de 48 años en política, nunca haya mostrado ningún interés en lo que está haciendo ahora. Es un Biden izquierdista que no puedo entender.

Pero, a su edad, ¿ante quién tiene que rendir cuentas Biden?

No quiero ser demasiado duro con mi presidente, pero parece que responde en sintonía con la extrema izquierda de su partido.

Zapatero y Bush, en una visita oficial del presidente español a la Casa Blanca.

Zapatero y Bush, en una visita oficial del presidente español a la Casa Blanca.

Usted sirvió en la Administración Bush. Eran tiempos de fraternidad entre España y Estados Unidos...

¿Con Zapatero?

Con Aznar.

Sí, muy diferente. Muy diferente que con Zapatero. Aznar y Bush son amigos ahora. Zapatero no se levantó ante la bandera.

¿Cómo sentó aquello?

¿Qué quieres que te diga? [Ríe]. No soy nadie para dar consejos a los españoles sobre cómo regir su país. Acabo de llegar tras una ausencia de doce años.

Digamos que no es el primer consejo que le daría a un presidente español si quiere tener una buena relación con Estados Unidos.

Cuando estuve allí…

...

Mejor no decir nada.

¿Por qué?

Bueno, era difícil para personas del Departamento de Estado cuando venían aquí. Mejor no hablar.

¿Qué ocurría con Zapatero?

Yo estaba en el Departamento de Estado entonces y digamos, simplemente, que la presidencia de Zapatero presentaba un challenge (desafío). Quiero dejar claro que yo me limitaba a escribir los discursos. Pero eso lo veía.

Pero ¿llegó a plantearse Estados Unidos dar un paso más para enfrentar ese desafío?

¿Cómo? Explícame.

Si había esa tensión con España y si España presentaba un desafío…

Bush tenía muchas cosas en juego... y Zapatero… Bush no pudo hacer una cosa porque Zapatero se puso en medio.

¿Qué cosa?

No me acuerdo. Hizo algo que fue un obstáculo para Bush. No recuerdo bien. Pero coincidieron durante una legislatura, ¿no?

Sí…

Dejémoslo en que Zapatero y Bush, desde el punto de vista ideológico, estaban en dos lugares diferentes.

"El Partido Republicano, tras el paso de Trump, da más expresión a los deseos del votante obrero que antes"

Usted conoce a Trump. ¿Cree que perdura su legado?

Me parece que Trump ha cambiado la política norteamericana para siempre. Por lo menos, en el futuro previsible. Los partidos, en Estados Unidos, representan coaliciones. Es distinto a Europa, donde son coaliciones de partidos. Las coaliciones de intereses en Estados Unidos son distintas desde 2015. Trump cambió mucho todo. Aunque igual hubiera sucedido de todas maneras, no lo sé.

¿Son cambios positivos?

El Partido Republicano (PR), tras el paso de Trump, da más expresión a los deseos del votante obrero que antes. El Partido Demócrata, que era tradicionalmente el partido del votante obrero, lo es mucho menos ahora. El PD es el partido de las élites costeras, que denigran al resto del país, que están a cargo de los pinacles, de las torres culturales, de los medios, de los gigantes tecnológicos, de Hollywood. El PD refleja esos intereses, los de los americanos acreditados en las principales universidades. En esas facultades hay mucha más gente del PD que del PR. Cuando digo que me he reunido con el comité republicano de una universidad se sorprenden: ¿¡existe!?

Trump supo verlo.

Sirve de ejemplo el apoyo de los mexicanos americanos en el sur de Texas, en el Valle de Río Grande. Aunque es difícil llamarlos mexicanos porque llevan quince generaciones en esta parte de los Estados Unidos. Muchos de ellos te recuerdan con orgullo que sus antepasados cruzaron con Oñate [Don Juan de Oñate, conquistador español] en el 1598. Son la fuente de esa cultura texana que es el manantial de lo que es Texas. Una cultura de fusión de lo mexicano, que es español en origen, y la cultura scotch-irish, de los irlandeses y escoceses que venían de Tennessee o de las montañas de Kentucky. Ellos cambiaron las elecciones de 2016 o 2020. Hubo un cambio de treinta puntos en las elecciones. Trump incluso ganó un condado con un 95% de población mexicana, zapatas.

No serían zapatistas...

No, nada parecido [Ríe]. Pero Trump hizo eso. Ganó el voto cubano también. El colombiano y venezolano en Miami. El puertorriqueño en el centro de la Florida, que es diferente al voto puertorriqueño de Nueva York o Filadelfia. Trump fue un caleidoscopio. La pregunta es si esto se mantendrá. Creo que sí. Pero no es más que mi opinión, que no está basada en nada.

En Europa caló la idea de que el problema de la distancia con Estados Unidos era Trump, que todo cambiaría con Biden.

¡Eso era un mal chiste!

Pero llegó Afganistán…

Qué retirada más bonita, ¿verdad?

... y hemos visto el acuerdo del Aukus, que dejó en mal lugar a Francia. ¿Qué tiene que pasar para que vuelvan a acercarse Europa y Estados Unidos?

Hay muchos americanos que son atlanticistas, como yo: es una de las pocas cosas que todavía comparten los dos partidos. Hay mucha gente que se da cuenta de que nuestros mejores aliados están aquí. Tenemos una alianza formal que funciona muy bien. Es verdad que la cultura entre Europa y Estados Unidos tiene diferencias: allí tienes que ir a un estado muy azul [del Partido Demócrata] para ver a tanta gente con mascarilla [Ríe]. Pero tenemos valores compartidos.

"Si no gastáis dinero en la OTAN, ¿cómo lo vais a gastar en un ejército europeo?"

¿No hay lazos rotos?

No, en absoluto. Para nada. Si tienes dos dedos de frente, te das cuenta de que Estados Unidos necesita a Europa y Europa a Estados Unidos. Tenemos intereses comunes. Intereses importantes. Y no sólo intereses, tenemos lazos de afección. Hay cosas que no se olvidan. No nos olvidamos de la ayuda de Francia en la Guerra Revolucionaria. Y deberíamos recordar mucho más cuánto ayudó España a los colonos. España no ha explotado el potencial de explicar a los americanos la importancia del papel que jugó en la batalla de Pensacola o en la batalla de Baton Rouge, donde lucharon antepasados míos. Cuando vas a Pensacola, se sorprenden de que nunca vayan los españoles.

Ahora se dan alianzas militares algo distintas. España e Italia llegaron a un acuerdo para sentar las bases de un ejército europeo.

Si no gastáis dinero en la OTAN, ¿cómo lo vais a gastar en un ejército europeo? No me lo tomo en serio y ni siquiera me gusta. De quién tratan de independizarse, ¿de Estados Unidos? Me gustaría ver una Europa más activa ante Rusia y China, y no veo que Borrell ponga mucho de su parte. Rusia y China son un reto importante para Europa. Estados Unidos no. Y sin embargo parece que seamos nosotros el rival. ¡Rusia y China lo son! No quiero dar consejos, pero lo único que vemos es que los alemanes quieren seguir comprando el gas de los rusos y que todo el mundo quiere hacer dinero en China.

¿Teme un enfrentamiento directo en China?

Ni quiero que llegue, ni creo que llegue.

¿Ni en Taiwán?

No quiero hablar de Taiwán, pero no hay duda de que es un lugar democrático, capitalista y libre. ¿Para qué querrían cambiar su democracia, su libertad y su derecho a comprar y vender lo que quieran?

Nadie dice que por voluntad propia…

Yo creo que tenemos que pensar en los derechos de los taiwaneses. Espero que todo el mundo sea prudente.

¿Confía en que lo sea?

Espero que lo sea.