La candidata presidencial del Partido Comunista de Chile, Jeannette Jara, acaricia a la hija del presidente de Chile, Gabriel Boric, durante una reunión en Santiago, Chile, el 30 de junio de 2025. Reuters
Jeannette Jara, la comunista que aspira a suceder a Boric: "Su larga militancia en el PC genera anticuerpos en la izquierda"
La exministra de Trabajo se coloca como favorita en las encuestas para La Moneda una semana después de arrasar en las primarias del bloque de la izquierda.
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Una de las primeras decisiones que, según sus compañeros de filas, estuvo a punto de tomar la aspirante comunista Jeannette Jara (Santiago de Chile, 51 años) después de ganar, contra todo pronóstico, las primarias del pacto Unidad por Chile era, paradójicamente, abandonar la militancia del Partido Comunista. ¿Por qué? Porque Jara, explicó primero el dirigente Daniel Jadue, forma parte de “una alianza más amplia”. Porque Jara, añadió después su asesor Marcos Bazarra, representa “una coalición en desarrollo que es plural en composición”.
La decisión, según el presidente del partido, Lautaro Carmona, no tenía precedentes la historia de la formación, de raíz marxista-leninista. La decisión de Jara, anticiparon algunas voces, reflejaba su voluntad de ruptura.
Nada más lejos de la realidad. La exministra de Trabajo del presidente Gabriel Boric salió al paso de las filtraciones para reafirmar su compromiso con las siglas. La opción de renunciar a su militancia comunista, que comenzó en su adolescencia, “no está sobre la mesa”, explicó ella misma en el 113 aniversario de la formación.
Menos aún cuando quedan menos de cinco meses para unas elecciones presidenciales decisivas en las que, insistió, Chile hace frente “a una ultraderecha que niega los derechos de las mujeres, de las diversidades, de los trabajadores, de los pueblos originarios”.
Jara puso rumbo al Palacio de La Moneda después de imponerse el pasado domingo en la interna del pacto Unidad por Chile con el 60% de los votos. Más del doble que Carolina Tohá, su inmediata perseguidora. La hija del histórico ministro de Salvador Allende y extitular de la cartera de Interior de Boric representaba el sector socialdemócrata de la coalición, mientras que el tercer candidato en discordia, el diputado Gonzalo Winter, amigo personal del presidente, se presentaba como la línea continuista con el legado de Boric. Sólo Jara convenció a las bases.
El resultado de las primarias pronto adquirió tintes históricos. Desde el regreso de la democracia en 1990, el Partido Comunista nunca había conseguido colocar a su propio candidato en la carrera hacia La Moneda con el respaldo íntegro del bloque progresista. Los comunistas estuvieron en la oposición durante la Concertación, la coalición de centroizquierda que gobernó Chile entre 1990 y 2010. Y que, en 2014, regresó a La Moneda de la mano de Michelle Bachelet. Ya no.
El porcentaje de participación de las primarias no superó, sin embargo, el millón y medio de votos. Cerca del 9% del censo total. Un porcentaje poco o nada representativo. “El padrón electoral en Chile es de aproximadamente 15 millones de personas. Suponiendo que van a votar 13 millones y medio, Jara tendría que estar sacando más de 6 millones y medio de votos. Y el fin de semana pasado sacó 800.000 y tanto”, explica en diálogo con este periódico el politólogo chileno Christopher A. Martínez.
“Incluso si consideramos que todos los votos de la primaria hubieran ido a su candidatura, habría acumulado un total de 1.400.000. Muy lejos todavía de la cantidad de votos que necesitaría sacar para asegurarse la segunda vuelta”, resume.
No son pocos los que, a pesar de sus raíces comunistas, ven en Jara a la sucesora natural de Bachelet. La propia Jara quiere incorporar a la expresidenta a su campaña electoral para dar una pátina de moderación que esconda su postura sobre Cuba —una isla que, llegó a decir en pleno debate electoral, vive en un “sistema democrático distinto del nuestro”—. Sobre Venezuela, en cambio, Jara no mostró tantas reservas al decir que allí “no hay democracia”.
Desde el centro hasta la ultraderecha, las reacciones a su victoria en las primarias fueron mayoritariamente hostiles o escépticas, con algunas excepciones como la del diputado Eric Aedo, de la Democracia Cristiana, que mostró su apoyo a la candidata porque considera que “está abierta al bien común, no se cierra a sus ideas. Fue capaz de sacar una reforma provisional que estuvo 12 años empantanada ¿Es tan difícil reconocerle a una mujer su liderazgo?”.
La derecha presentará en las presidenciales del próximo mes de noviembre tres candidatos fuertes. Tres candidatos, curiosamente, de orígenes germánicos. La economista Evelyn Matthei, de la derecha tradicional agrupada en la alianza Chile Vamos, José Antonio Kast, del ultranacionalista Partido Republicano, y Johannes Kaiser, del ultraderechista Partido Libertario. Los dos últimos no han tomado distancias con respecto del pinochetismo.
El 18 de agosto finaliza el plazo para presentar las candidaturas. Todavía puede aparecer un nuevo candidato que intente cubrir el espacio socialdemócrata que ocupe el vacío de Tohá. Una Tohá que, aunque en la campaña para las primarias, tildó a Jara de “kirchnerista”, se comprometió a contribuir a la unidad del bloque.
Según la encuestadora Pulso Ciudadano, Jara lidera los sondeos de intención de voto con el 31,4%. Por detrás, aparecen los nombres de Kast, con el 18% y de Matthei, con el 17,4%.
“Quedan prácticamente cinco meses para la elección, lo que en política es una eternidad. Así que no se puede descartar ningún resultado. Dicho eso, a la hora de pensar en patrones más estructurales, Jara enfrenta tres barreras muy altas para poder ganar la presidencial”, sostiene el politólogo chileno Jorge Fabrega en conversación con EL ESPAÑOL.
¿Cuáles son esas barreras? “En orden de menos difícil a más difícil de sortear son: primero, el ser militante del Partido Comunista la ubica en un nicho político que en Chile genera muchos anticuerpos no sólo en los adversarios naturales hacia el centro y la derecha política, sino también en sectores de la propia izquierda”.
“Seguramente ella y su equipo estratégico va a abordar este problema rápidamente minimizando, ocultando, intentando despejar toda referencia al comunismo en sus mensajes y discursos y eso facilitará que penetre su discurso en la población menos politizada”, anticipa. “Pero, naturalmente, sus adversarios traerán una y otra vez el tema de vuelta. Así que, por ahora, es una interrogante si logra o no despejar ese tema; de lograrlo, eso sin duda le permitirá avanzar en adhesiones”.
“La segunda barrera es algo más difícil de vencer y consiste en que parte de un piso de votación bajo”, añade Fabrega, en línea con Martínez. “Votó el 9% del padrón aproximadamente. Ese voto es el núcleo duro del oficialismo y si quiere estar en segunda vuelta necesitará más que duplicar el número de adhesiones. Algo posible, pero muy cuesta arriba”.
¿Por qué? “Particularmente cuesta arriba por la tercera razón: ella fue parte de un Gobierno que todas las encuestas de distintas empresas que hacen sondeos de opinión sistemáticamente muestran que genera un rechazo o desaprobación en torno al 70% de la población. Ser representante del oficialismo es prácticamente una garantía de perder. Así, incluso si pasa a segunda vuelta, tiene un 30 a 40% de los votos, pero ese 10% restante simplemente parece inalcanzable”.
“Entonces, ¿puede ganar? Sí, claro. Pero tienen que pasar cosas”, resume Fabrega. Pero ¿qué cosas? “Por ejemplo, continuos errores de los adversarios o escándalos que los afecten o algo por el estilo porque para Jara sólo haciendo una estrategia de marketing político perfecto no le es suficiente para llegar al 50% más uno que requiere para llegar a La Moneda”.
¿Sufrirá el desgaste que arrastra el Gobierno de Boric? “Es lo más probable ¿cómo desentenderse de la marca ‘oficialismo’ habiendo sido ministra involucrada en los pocos éxitos que el Gobierno se atribuye (reforma de pensiones, ley de 40 horas, entre otras)? No parece muy fácil, al menos”, responde Fabrega. “Pero como todo en política, si por alguna de esas situaciones difíciles de comprender, la población la ve a ella como si no fuese parte del oficialismo, entonces, podría liberarse de ese peso. Lo único cierto, por ahora, es que deberíamos ver pocas fotos con el presidente en las campañas parlamentarias del oficialismo y, sin duda, de la candidata Jara”.
“Jara es una figura mucho menos polarizadora que su partido”, reconoce. “Y eso es su gran virtud y el temor que genera en sus adversarios”.