Seguidores de Nayib Bukele se reúnen a las afueras del Palacio Nacional, en San Salvador.

Seguidores de Nayib Bukele se reúnen a las afueras del Palacio Nacional, en San Salvador. Efe

América

Nayib Bukele arrasa en las elecciones de El Salvador y será 'el dictador más 'cool' del mundo' cinco años más

El presidente, que ha erradicado la violencia pandillera a cambio de recortes en libertades, ha superado la marca de 2019 con más del 85% de los votos.

5 febrero, 2024 03:13

Ha vuelto a suceder. Nayib Bukele ha vuelto a ganar las presidenciales de El Salvador. Y esta vez con más fuerza: si en sus primeras elecciones el 53,10% de los votantes lo convirtieron en el mandatario más joven de la historia del país, ahora el millennial de 42 años cuenta con el apoyo del 85% de los salvadoreños. Los resultados de los comicios de este domingo dan a su partido, Nuevas Ideas, 58 de los 60 diputados de la Asamblea Legislativa.

La reelección significa cinco años más del proyecto político que ha dado un volantazo al rumbo del país centroamericano. Bukele fue elegido en 2019, con 37 años y con la promesa de erradicar a las pandillas que hacían de El Salvador uno de los países más peligrosos de América. Nada más llegar al poder apuntó a su primer impedimento, la Justicia, y destituyó a jueces y al fiscal general. Consiguió su objetivo. Un lustro después, más de 70.000 personas han sido encarceladas por delincuencia, y viven en megacárceles para 40.000 presos en condiciones infrahumanas. Pero no hay rastro de aquellas maras. 

Una vez la remodeló, el presidente empezó a recurrir a la nueva Justicia para perseguir sus fines políticos, como bloquear las investigaciones sobre un posible pacto de su Gobierno con las bandas. Hoy, aunque más del 60% de los salvadoreños dice estar contento con la democracia en su país —más que cualquier otro de la región—, el éxito de Bukele en la lucha contra la delincuencia es a expensas de los derechos civiles. Según una clasificación de libertades civiles elaborada por la Economist Intelligence Unit, sólo Nicaragua, Venezuela y Cuba salen peor parados que El Salvador en las Américas.

Imagen del interior de la cárcel de El Salvador.

Imagen del interior de la cárcel de El Salvador. Reuters

El giro autoritario del que se acusa al presidente fue precisamente lo que le ha ayudado a alcanzar la reelección. Bukele demostró hasta dónde estaba dispuesto a llegar en 2020, cuando envió a soldados y policías a la Asamblea Legislativa para presionar a los legisladores que debatían un paquete de 109 millones de dólares contra la delincuencia. "Ahora creo que está muy claro quién tiene el control de la situación", dijo en aquel momento. Una multitud le recibió con vítores y ondeando banderas cuando abandonó el edificio.

El pasado noviembre, Nuevas Ideas utilizó su mayoría legislativa para despedir a jueces y hacerse con el control del máximo tribunal, que dictaminó que podía volver a presentarse. El Parlamento nombró presidenta interina a su aliada Claudia Rodríguez de Guevara hasta junio mientras el titular y su vicepresidente Félix Ulloa se toma una licencia de seis meses para centrarse en la campaña presidencial. Este nombramiento fue considerado inconstitucional por abogados constitucionalistas.

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Seguridad a cambio de derechos

El proyecto de Bukele cobró impulso en marzo de 2022. Tras un pico de violencia que culminó con el asesinato de 62 en un solo día, el Gobierno de El Salvador impuso un "estado de excepción" que suspendía los derechos civiles y la libertad de reunión para allanar el camino a las detenciones masivas. A fecha de hoy, más del 2% de la población adulta está entre rejas y varios derechos constitucionales han sido archivados. Se ha detenido a tantas personas que El Salvador tiene la tasa de encarcelamiento más alta del mundo.

Los últimos cinco años se han denunciado detenciones arbitrarias de inocentes, torturas y muertes de detenidos: con Bukele, las fuerzas de seguridad pueden detener a cualquier persona sin orden judicial con pruebas tan endebles como una denuncia anónima, el gobierno tiene acceso ilimitado a las comunicaciones privadas y los detenidos pueden ser recluidos sin cargos.

Una mujer sostiene un cartel con fotos de personas que murieron detenidas en una protesta ante la Fiscalía General de El Salvador.

Una mujer sostiene un cartel con fotos de personas que murieron detenidas en una protesta ante la Fiscalía General de El Salvador. Reuters

La oposición ha calificado al presidente de ser un autócrata moderno. Y él, en respuesta, se ha jactado de su abuso de poder en varias ocasiones: "Soy el dictador más cool del mundo", ha llegado a pronunciar. Bukele ha advertido de que un voto a favor de la oposición significaría una vuelta al pasado: "La oposición podrá lograr su verdadero y único plan, liberar a los pandilleros", dijo en un vídeo semanas antes de las elecciones.

Pero los otros partidos que concurrían a las elecciones de este domingo han negado tales acusaciones durante la campaña. "Es totalmente falso que queramos liberar a los miembros de las bandas. Queremos dejar salir de la cárcel a inocentes e investigar con el debido proceso", afirmó Claudia Ortiz, diputada del partido conservador Vamos. Aun así, la oposición a Bukele no ha logrado persuadir a la aplastante mayoría de los 5,5 millones de electores. 

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Laura, una maestra que no quiso dar su apellido a Reuters, dijo antes de votar: "[Las autoridades] pueden llevarse a cualquiera en cualquier momento y hacer lo que quieran. Esto no es democracia". Aun así, reconoció a regañadientes que votaría a Bukele, ya que no había "ninguna opción buena". Las urnas han demostrado que no hay una fuerza política que logre mínimamente competir contra Nuevas Ideas: ni el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de Manuel Flores —exguerrillero de izquierdas—, ni la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) de Joel Sánchez —outsider conservador—, los dos grandes partidos tradicionales, han sabido rascar votos al 'dictador cool'. Tampoco Nuestro Tiempo, la Fraternidad Patriótica Salvadoreña ni Fuerza Solidaria.

Un examen de Economía

Junto con el plan penitenciario y de seguridad, la otra medida insignia de Bukele en su primer mandato fue adoptar el bitcoin como moneda de curso legal. Esto ha revalorizado El Salvador y ayudado a impulsar el turismo, pero apenas ha mejorado la vida de los salvadoreños: un 88% de la población no utilizaba la moneda digital en 2023, y en su lugar vivía preocupado de la volatilidad de la criptomoneda en una economía basada en el dinero en efectivo en la que muchos viven al día.

Un hombre paga por una bebida en un mercado de Bitcoin en la playa El Zonte de Chiltiupán.

Un hombre paga por una bebida en un mercado de Bitcoin en la playa El Zonte de Chiltiupán. Reuters

La situación económica en El Salvador está lejos de ser próspera, y preocupan la falta de empleo y el aumento de los costos de la vivienda y los alimentos. La pobreza extrema y el hambre aumentaron durante el primer gobierno de Bukele, y la deuda del Estado se disparó. El 32,8% de los salvadoreños considera que el "principal problema que afronta" su país es la economía, mientras que el desempleo alcanza el 17,3%.

Los próximos cinco años con Bukele al mando serán un examen de Economía para su modelo, y, sobre todo, de democracia. Los ataques a la Justicia, el control de la Asamblea Nacional y la erosión de las libertades civiles han sido el medio para llevar a cabo una gran hazaña: cortar de raíz los problemas de violencia pandillera en El Salvador. El país —traumatizado por los 105 homicidios por cada 100.000 habitantes que se alcanzaron en 2015— ha dicho este domingo que, en esa balanza entre seguridad y libertades, siguen prefiriendo lo primero como en 2019. Ahora queda por ver si el precio que tendrá que pagar por ello la democracia salvadoreña seguirá aumentando los próximos años.