Ahmed al Sharaa, presidente interino de Siria, atiende a la Asamblea de Naciones Unidas.

Ahmed al Sharaa, presidente interino de Siria, atiende a la Asamblea de Naciones Unidas. Reuters Reuters

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Trump recibe a Al Sharaa: el exyihadista buscado por la CIA será el primer líder sirio en la Casa Blanca en toda la historia

El presidente de Siria, por el que Washington ofrecía una recompensa de 10 millones de dólares hasta el pasado diciembre, escenifica el cambio de rumbo del país con su reunión de este lunes con el mandatario estadounidense.

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Las claves

Donald Trump recibirá en la Casa Blanca a Ahmed al Sharaa, el nuevo presidente interino de Siria, marcando la primera visita de un líder sirio a Washington en la historia.

Al Sharaa, antes buscado por la CIA y con pasado yihadista, ha visto cómo EE. UU., Reino Unido y la ONU retiraban recientemente sus sanciones, mientras la UE planea hacer lo mismo.

El encuentro busca fortalecer la seguridad de Israel, reducir la influencia rusa en Siria y negociar la posible instalación de una base militar estadounidense cerca de Damasco.

El acercamiento de Siria a Occidente se produce en medio de promesas de democracia y respeto a las minorías, aunque persisten denuncias de violencia contra comunidades drusas en el sur del país.

La imagen que hubiera sido imposible de imaginar hace un año será una realidad en las próximas horas. El presidente estadounidense, Donald Trump, recibirá en la Casa Blanca este lunes al presidente interino de Siria, Ahmed al Sharaa, un hito diplomático sin precedentes entre ambos países.

El nuevo líder sirio, aupado al poder tras el derrocamiento de Bashir Al Asad el pasado mes de diciembre, será recibido con honores por el republicano, en una escena que refleja el cambio de postura de Occidente con el estado sirio.

Al Sharaa, cuya captura contaba con una recompensa de 10 millones dólares ofrecida por la CIA hasta hace menos de un año, ha visto como Washington retira sus sanciones contra su país.

Para Trump, las relaciones con Siria albergan intereses estratégicos en Oriente Próximo, pero también el riesgo de impulsar un liderazgo con un pasado yihadista y cuya promesa de establecer una democracia en el país cuentan con numerosos riesgos.

La pasada semana, el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos y el Reino Unido retiraron sus sanciones contra el nuevo líder del país multiétnico, mientras la Unión Europea planea hacerlo pronto.

La estrategia de Trump es clara. Entablar unas buenas relaciones con Siria, fomentar la reconstrucción del país —devastado tras 14 años de guerra civil— y dejar atrás las cinco décadas bajo el mando de los Asad es clave para fortalecer la seguridad de Israel, reconfigurar las alianzas en Oriente Próximo y cercenar la histórica influencia rusa en el país sirio.

Aunque Moscú fue un aliado clave para que Asad resistiera en el poder durante la guerra civil que brotó durante la llamada Primavera Árabe y para frenar el avance del ISIS en la zona, Rusia todavía mantiene su presencia militar en Tartús, al oeste de Siria.

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reúne con su homólogo sirio, al Shaara, en Moscú.

El presidente ruso, Vladimir Putin, se reúne con su homólogo sirio, al Shaara, en Moscú. Reuters Reuters

Putin, viejo aliado de Asad (al que da cobijo en Rusia tras huir de Siria), se reunió a mediados de octubre con al Sharaa, una imagen que, junto a la de este lunes en Washington, demuestra la nueva era en las relaciones exteriores de Damasco.

Rusia dejó clara su postura en esa reunión: no quiere perder sus bases en Siria, dada su importancia para garantizar la influencia rusa en Oriente Próximo como en el Magreb. Ahora, Trump deberá mover ficha.

Normalización

En septiembre, Al Sharaa también se convirtió en el primer dirigente de su país desde 1967 en intervenir ante la Asamblea General de Naciones Unidas.

Con su visita a la Casa Blanca, buscará reforzar esa imagen de distanciamiento respecto al extremismo yihadista, en un acto de confianza de Washington respecto al líder.

Hasta ahora, al Sharaa ha ofrecido una imagen de estabilidad y promesas de respetar a las minorías. Sin embargo, los brotes de violencia contra las minorías drusas en el sur del país, saldadas con miles de muertos, amenazas y ejecuciones extrajudiciales contra grupos acusados de simpatizar con Asad o de ser herejes, han amenazado esta aparente calma.

Trump y al Shara ya coincidieron en Riad (Arabia Saudí) el pasado mes de mayo. Entonces, el republicano elogió a su nuevo aliado, al que espera incorporar a los Acuerdos de Abraham.

Estos acuerdos, el gran orgullo del primer mandato de Trump, suponen la normalización de las relaciones de países de mayoría musulmana con Israel.

Si antes estos estados exigían la creación de un estado palestino de plenas garantías como condición a relacionarse con Tel Aviv, países como Emiratos Árabes, Bahréin, Marruecos, Sudán o Kazajistán (el más reciente) ya forman parte de este club.

Damasco, por ahora, mantiene sus reticencias. Israel ocupa parte del sur de su territorio en los Altos del Golán desde 1967 y recientemente ha invadido o bombardeado el país esgrimiendo la necesidad de proteger su seguridad.

Base militar

El encuentro entre Trump y al Shara también busca avanzar en un acuerdo de seguridad entre Siria e Israel y la instalación de fuerzas estadounidenses en una base militar cerca de Damasco para garantizar la seguridad israelí.

Washington ya cuenta con tropas en el noreste de Siria, aunque el Pentágono anunció en abril su intención de reducirlas a la mitad. El deseo de Trump, ahora, sería instalar una base aérea.

De alcanzar un acuerdo para la instalación de una base estadounidense, esta coexistiría con la presencia militar rusa en Tartús, operativa desde 1971 tras un acuerdo entre la URSS y Damasco.

Otro de los puntos a discutir será la lucha contra el Estado Islámico (ISIS), viejo enemigo de Asad y aliado de al Shara en el pasado.

El enviado estadounidense para Siria, Tom Barrack, afirmó el sábado que Damasco espera cerrar un acuerdo para integrarse en la coalición internacional contra los yihadistas, otro de los grandes objetivos de la administración norteamericana en esta reunión.