El ejército ucraniano.

El ejército ucraniano. Reuters

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¿Finta o ataque con todo? Por qué el objetivo de Ucrania en la primera fase podría no ser Zaporiyia

Si Ucrania fuera con todo a por una zona concreta del mapa, Rusia reaccionaría con una fuerza igual o superior, por eso es probable que pruebe en varias zonas.

13 junio, 2023 03:15

Fin de semana de pequeños avances constantes por parte del ejército ucraniano en el este de Zaporiyia y el oeste de Jersón. A partir de las ciudades de Orikhiv y Velyka Novosilka, las tropas de Zelenski siguen bajando hacia el sur. A veces con éxito, liberación de los poblados de Neskuchne y Makarivka; a veces con pérdidas, como es normal en toda guerra (las operaciones de reconocimiento en Robotyne, siguiendo la T0408 con destino a Tokmak parecen haber acabado con la pérdida de varios blindados de la 47ª Brigada debido al intenso minado de la zona).

Con todo, el balance sigue siendo positivo. Sin necesidad de recurrir a sus unidades de reserva ni de utilizar gran parte de las armas proporcionadas por occidente (entre los blindados dañados, eso sí, se encuentra al menos un Leopard y varios Bradleys americanos), Ucrania ha conseguido empujar a los rusos casi diez kilómetros al sur en algunas zonas. Todo esto en una semana.

A cambio, el número de bajas no parece ser excesivo. O no tanto, desde luego, como las que sufrieron el ejército regular ruso y el Grupo Wagner para avanzar los mismos diez kilómetros en horizontal en su intento de tomar ese desierto de cascotes llamado Bakhmut.

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Ahora bien, el problema a partir de este momento es qué hacer a continuación. Ucrania ha llegado justo al lugar donde Rusia la esperaba con sus fortificaciones. No es probable que, salvo inesperado colapso del ejército invasor, en los próximos días consiga avanzar mucho más.

Lo normal sería concentrar tropas en las nuevas localidades, ir llevando a primera línea más hombres y más armamento y prepararse para la ofensiva de verdad, mientras se sigue atacando las líneas de suministro rusas y se bombardea su retaguardia, desde Krasnodar a Berdiansk, con los Storm Shadows británicos.

Ucrania sabe que va a perder muchos hombres en esta reconquista, pero menos perderá si consigue ir mermando la resistencia rusa. Es un trabajo lento y cuidadoso que dará resultados cuando uno menos lo espere.

La rana que entra en agua hervida huirá de un salto. La que va cocinándose poco a poco no se dará cuenta de que la situación se va volviendo irreversible. Si Ucrania fuera con todo a por una zona determinada del mapa, Rusia reaccionaría con una fuerza igual o superior. El asunto es probar aquí y allá, aquí y allá, hasta que el enemigo deje un hueco por el que poder avanzar.

Un soldado ucraniano.

Un soldado ucraniano. Reuters.

Rodeando Bakhmut

Y el asunto es que ese hueco podría no estar en Zaporiyia, por mucho que intentarlo ahí primero tenga todo el sentido del mundo. En primer lugar, así se pone a prueba a las primeras líneas de defensa rusas, que han tardado muy poco en replegarse, apenas oponiendo resistencia.

En segundo lugar, se examinan y se anticipan los posibles problemas a los que se enfrentaría un ataque a gran escala. Prácticamente, todas las imágenes de blindados ucranianos que han explotado por minas o ataques de artillería son de los primeros compases de la ofensiva. No sabemos si, desde entonces, Ucrania ha dejado de atacar en determinados frentes o si lo ha hecho con mayor pericia. Lo normal sería lo segundo.

Rusia se volcó en el minado y la construcción de todo tipo de parapetos defensivos en Zaporiyia porque sabía que era la vía más peligrosa de contraataque. Al fin y al cabo, incluso antes del derrumbe de la presa de Nova Kajovka, el río Dniéper ya hacía de frontera natural en el sur de Jersón y el oeste de Energodar. Sin fuerza aérea que protegiera con garantías a las unidades desplazadas, pensar en un ataque anfibio siempre ha tenido más de ensoñación que de otra cosa.

En consecuencia, el eje Vasiliivka-Tokmak se convertía en el punto más caliente de la defensa rusa. Si Ucrania conseguía acercarse, comentábamos el sábado, sabríamos que algo grave había fallado en la estrategia del Kremlin.

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Ahora bien, lo normal es que no lo consiga. Que no lo intente siquiera, como decíamos antes, y que se limite a fijar ahí a un buen número de tropas rusas, dispuestas a defender el acceso a la orilla sur del Dniéper y a proteger los pueblos que rodean a los puertos de Melitopol y Berdiansk, claves para el abastecimiento de sus hombres en el frente y para la seguridad de la península de Crimea, la joya de la corona de Vladímir Putin.

Dicho esto, cabe pensar si Ucrania no estará planeando algo distinto. Con toda la atención puesta en Zaporiyia y el oeste de Donetsk, se nos olvida lo que está pasando en el resto de territorios ocupados. Por ejemplo, los ataques al norte y al sur de Bakhmut, evitando de momento el ataque frontal con las tropas que siguen atrincheradas en la antigua ciudad ucraniana.

El ejército ucraniano.

El ejército ucraniano. Reuters

Al norte, siguen los avances hacia Berkhivka, a apenas una decena de kilómetros de Krasna Hora. Al sur, continúa la lucha por Klishchiivka, lo que permitiría formar un caldero que embolsase a las tropas rusas en caso de cortar la T0513.

¿Y si fuera Lugansk?

¿Están destinados los movimientos en Zaporiyia a desviar tropas de estas inmediaciones de Donetsk capital? Es posible. Todo depende de cómo vayan esos movimientos. Por eso decíamos que tenía sentido empezar por ahí. Si la cosa va suficientemente bien en ese eje -y de momento, mal no va-, Rusia tendrá que enviar tropas de defensa a la desesperada… y si hay que desproteger los alrededores de Bakhmut, lo hará. Sería solo en caso de verdadera alarma, si un auténtico desastre lleva a la conquista de Tokmak o Vasiliivka. Por eso, Ucrania está forzando ahí la máquina.

Con todo, hay una tercera opción que no conviene descartar. Durante días, antes del lanzamiento oficial de la ofensiva el pasado lunes 5 de junio, Ucrania estuvo bombardeando la capital de Lugansk, además de apoyar los ataques de las milicias anti-Putin en el territorio ruso al otro lado del sudeste de Járkov, con la esperanza de que ahí también tuvieran que desviar tropas los rusos.

Toda esa zona es también un apetitoso objetivo para los ucranianos y, tal vez, si Rusia se empeña en la defensa a ultranza del eje sur, puedan surgir oportunidades en el norte.

En concreto, un ataque desde Limán al eje Kreminna-Svatove, que ya estuvo a punto de producirse en septiembre, obligaría a volver a mover hombres desde otras partes del frente y tal vez tuviera más oportunidades de éxito. El objetivo sería recuperar estas dos ciudades y, de ser posible, el complejo Severodonetsk-Lisichansk, que cayó en manos rusas el pasado verano tras una intensa pelea.

Idealmente, se podría contemplar una pinza sobre ambas ciudades desde el norte (Kreminna) y el sur (Popasna, ligeramente al oeste de Bakhmut). No es probable que sea la primera opción del ejército de Zaluzhnyi, pero a la vez sería raro que, después de intentarlo en los demás frentes, no lo intentara en este. Si hay que tumbar el árbol, conviene golpearlo desde todas las direcciones… pero sin demasiadas estridencias. De lo contrario, ya saben, la rana saldrá corriendo.