Imagen de los bombardeos que Rusia ha lanzado sobre la fábrica de Azovstal, en Mariúpol.

Imagen de los bombardeos que Rusia ha lanzado sobre la fábrica de Azovstal, en Mariúpol. Reuters

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Un laberinto de 24 km en los sótanos de Azovstal: Rusia incapaz de eliminar a los últimos de Mariúpol

En las últimas horas las tropas rusas han vuelto a bombardear la acería, donde quienes allí se refugian no ven la luz del sol ni beben agua potable.

20 abril, 2022 03:26

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Rusia ha comenzado la segunda fase de su guerra en Ucrania, centrada en la "liberación completa" del Donbás prorruso, en el este del país, una operación que incluye el asalto final a la acería de Azovstal, en Mariúpol, último reducto de la resistencia ucraniana en la estratégica ciudad portuaria.

Teniendo en cuenta la información disponible la planta metalúrgica, que cubre un área de alrededor de 11 kilómetros cuadrados, es un auténtico fortín que alberga una ciudad dentro de la ciudad de Mariúpol.

La acería de Azov contiene varios sótanos y túneles subterráneos de 24 kilómetros de longitud en los que se refugian unas 2.500 personas, entre las que hay marines del Ejército ucraniano, combatientes del Batallón Azov y unos 500 voluntarios extranjeros.

Los túneles de Azovstal

En las últimas horas las tropas rusas han vuelto a bombardear la acería, tal y como informaba Oleksandra Matviichuk, jefa del centro de libertades civiles de Ucrania, en su cuenta de Twitter.

"Las tropas rusas están lanzando artillería pesada contra la planta de Azovstal, donde hay civiles y donde se ocultan personas heridas. Esta gente lleva semanas sin ver la luz del sol, beben agua no apta para consumo humano y cuidan de sus hijos mientras albergan la esperanza de sobrevivir".

Según las autoridades, además de un número indeterminado de combatientes, más de mil civiles se encontrarían refugiados en Azovstal. Entre los combatientes, el grueso forma parte del Batallón Azov.

Este batallón es una fuerza de combate eficaz que, sin embargo, cuenta con un historial de inclinaciones neonazi, que ni siquiera desapareció una vez que se integró en el Ejército de Ucrania.

Cuando todavía era una milicia autónoma, el Batallón Azov se asociaba con los supremacistas blancos y la ideología neonazi. El batallón estuvo particularmente activo en Mariúpol y sus alrededores en 2014 y 2015.

Una vez que se integraron a la Guardia Nacional de Ucrania, el entonces ministro de Interior Arsen Avakov salió en defensa de la unidad, tal y como cuenta la CNN. "La vergonzosa campaña de información sobre la supuesta propagación de la ideología nazi (entre los miembros de Azov) es un intento deliberado de desacreditar a la unidad 'Azov' y a la Guardia Nacional de Ucrania", declaró al diario Ukrayinska Pravda en 2019.

Civiles refugiados en uno de los búnkeres de la acería de Azovstal.

Civiles refugiados en uno de los búnkeres de la acería de Azovstal. Reuters

Pese a que Ucrania niega cualquier relación entre esos soldados y la ideología nazi, los miembros de este batallón no han conseguido quitarse de encima esa etiqueta. Rusia asegura que ha "liberado completamente de los militares de la formación nazi Azov el puerto marítimo" de Mariúpol, mientras que los defensores aún controlan, en condiciones cada vez más difíciles, la zona de la acería de Azovstal.

El líder checheno, Ramzán Kadirov, cuyos hombres se encuentran en Mariúpol en el bando ruso, afirmó que ya sólo quedan "pequeños grupos (de soldados) separados" en la ciudad, e hizo un llamamiento a los que todavía están pertrechados en los sótanos y túneles de la planta de Azovstal para que se entreguen.

Las "tropas rusas continuarán la liberación de Mariúpol hasta el amargo final", les advirtió. Desde el lado ucraniano, el ministro de Defensa, Oleksii Réznikov, asegura que los soldados "aún luchan y defienden la ciudad frente a los más de 10.000 soldados rusos que cercan Mariúpol".

La de la planta de Azovstal será sin duda alguna la última batalla de la ciudad de Mariúpol contra el Ejército ruso. Hasta ahora, las tropas rusas han demostrado su incapacidad para eliminar a los últimos ucranianos que resisten en la ciudad. Pero quienes se refugian en la acería se van quedando poco a poco sin víveres y quién sabe si también sin munición para hacer frente al enemigo. Todavía resisten, pero queda por ver cuál es el precio que acabarán pagando y hasta dónde llegarán las atrocidades del Kremlin. Quizás el último capítulo de la asediada Mariúpol se cierre en Azovstal.