¿Pagar por respirar? Al tiempo. Recuerden que alguien imaginó un día largas colas de ciudadanos pagando sus tributos por algo denominado "Impuesto al sol"... y se quedó tan ancho. Nos dijeron entonces que el objetivo no era otro que el de garantizar la sostenibilidad de la red eléctrica. ¡Y tan panchos! Y pagamos. Y se derogó después pero ¿a usted le devolvieron el dinero? A mí tampoco.

Hemos pasado de hablar de virus a diario (sigue ahí, no se equivoquen) a hablar de economía... de maltrecha economía y de apuros que vienen dados por la pandemia, pero también por otros factores que se han convertido en inesperados invitados a la fiesta. Combustible por las nubes (sale más barato comprarse un autobús y usarlo de vivienda, que llenarle el depósito). La luz, a precio de oro y con la firme advertencia de los que saben de energía, apuntando que seguirá subiendo. Y ahora... ahora, las autovías. Caprichoso, usted, que quiere usarlas gratis. Niño mimado, usted, que pretende circular y no pagar nada por ese trayecto. De traca.

Este Gobierno no deja de pensar en nosotros. Maldita contaminación y malditos los usuarios de un vehículo para ir a trabajar... o para ir de vacaciones. ¡Habráse visto! Al trabajo, a casa de papá o mamá o de fin de semana a Cazorla se va andando. Y si está usted cansado para eso, cambie sus planes: el tren es el pasado y, al mismo tiempo, el futuro. y no falta razón a quienes ven en ese medio de transporte una vía (nunca mejor dicho) al progreso real, de la mano de la sostenibilidad. Claro que otra cosa es el día a día, la definición del trayecto concreto y la imposibilidad de ir de allá a acá subidos en un vagón electrificado que nos haga el 'puerta a puerta' de casa al trabajo o viceversa.

Dicen quienes ya han deslizado que el plan va a salir adelante que cobrar por usar una autovía es una medida popular. Otra muestra del calado social y responsable del Consejo de Ministros más amplio de la historia. No cabe una idea más. No cabe, porque la mesa no da más de sí, pero las ideas siguen fluyendo y fluyendo en ese grupo de privilegiadas mentes que encabeza Sánchez, y que ahora nos hace ver su clara intención de instaurar un sistema de peajes en todas las autovías cara al nada lejano 2024.

No me llames Dolores; llámame Lola. No me llames peaje; llámame Mari Carmen. Apuntan desde el Gobierno que no estaría bonito llamar peaje a un peaje y nos invitan a ir familiarizándonos con otro término: 'Sistema de tarificación' se llamará el niño. Viene de nalgas, ya les aviso, un plan que apuesta por acabar con el carácter de gratuidad de las vías públicas de alta capacidad, pero que dicen, "no generará agravios territoriales". Palabra de ministra. Raquel Sánchez, se llama ella. ¡Mucho gusto!

Está bien hablar de recuperación después del desaguisado. Está bien ser referencia en planes de sostenibilidad medioambiental, en lucha contra el cambio climático... todo suena de maravilla y ahí, el voto a favor está garantizado de parte del común de los mortales. El problema llega cuando tratamos de hacer el juego de la bolita a quien, con sus impuestos, está sujetando y con creces el sistema. Cuando el contribuyente va cargado de recibos, de facturas, de asuntos pendientes con el banco. Cuando el aludido (usted, señora... y usted, señor) no hace sino escuchar propuestas vestidas de verde, que realmente van disfrazadas de verdugo. La bolita dice justicia social, pero se pierde bajo un vaso de realismo. ¿Que sean los dueños de vehículos más contaminantes los que más paguen? Podría encajar dentro de la lógica, atendiendo a plazos y a verdaderas medidas de apoyo al sector de la automoción, pero no parece que el plan que pretende anunciarse en unas semanas, se limite a un concepto de justicia y equidad.

"No pagará usted por usar la autovía. Simplemente, comprará una pegatina que va a juego con su coche", dicen desde el Ministerio. Con eso ya circulará con brío, con alegría... y con un impuesto más en el maletero. O eso, o el pago por kilómetros, que reza el otro postulado. No circulas, no pagas. Qué maravilla... salvo que estés obligado a moverte por un trayecto concreto cada día, ¿no? ¿Vives en Rincón o en Fuengirola, pero trabajas en Málaga? A lo mejor te equivocaste de empleo... o de Gobierno.