De soñar con ser pastelera a escribir novelas reivindicativas: así es la 'seño' malagueña Lola Cabrillana

De soñar con ser pastelera a escribir novelas reivindicativas: así es la 'seño' malagueña Lola Cabrillana

Cultura

De soñar con ser pastelera a escribir novelas reivindicativas: así es la 'seño' malagueña Lola Cabrillana

Acaba de lanzar la novela 'La maestra gitana', un emocionante relato del pueblo gitano desde dentro.

28 abril, 2023 05:00

Los 34.000 seguidores que la escritora y maestra malagueña Lola Cabrillana tiene en Twitter leen sus anécdotas a diario, muchas de ellas en el marco de un aula, pero todas con algo en común: mostrar que la discriminación nunca es una opción. De la gran cifra, solo unos pocos han tenido la suerte de oír su voz en persona. Es muy dulce, se nota que su garganta ya se ha acostumbrado al público al que se enfrenta lunes a viernes, niños que no levantan un palmo del suelo y pertenecientes al ciclo de Infantil. Este miércoles, Cabrillana ha presentado su última novela, La maestra gitana, en el Castillo El Bil-Bil del municipio donde reside, Benalmádena. Lola asegura que se sintió como la "princesa" de un cuento en un entorno maravilloso cumpliendo un sueño junto a amigos y familiares. "La presentación más bonita del mundo la he tenido yo", dice con orgullo Lola, en conversación con EL ESPAÑOL de Málaga.

Cuentos. Qué curioso que en ellos esté el origen de su historia con el colegio que tanta emoción le da a su vida. Lola llegó al Colegio de las Misioneras Cruzadas de Palma-Palmilla por primera vez como cuentacuentos. Pertenecía al Negociado de Bibliotecas y llegó al centro en el marco de un proyecto de animación a la lectura. Fue amor a primera vista. "Me propusieron hacer allí una actividad y me enamoré: lo dejé todo y me quedé", dice feliz, después de casi dos décadas trabajando en este colegio.

Antes había dado clases en Alhaurín el Grande, el municipio malagueño que la vio dar sus primeros pasos como maestra. "Aunque no lo parezca, lo que quise ser siempre de mayor fue pastelera. Mi padre, siempre tan sabio, me dijo que ya que se me daban tan bien los estudios y que sacaba tantos sobresalientes, hiciera una carrera, que tenía todo su apoyo, y que ya luego estudiara pastelería o lo que me apeteciera. Me saqué Educación Especial, luego estudié Magisterio y acabé titulándome como pastelera. Durante muchos años he dado clase de pastelería creativa aquí en Málaga", confiesa Cabrillana, que realmente se apellida Flores, pero por el cachondeo que siempre causaba su apellido se buscó uno nuevo, tomando prestado el de su abuela materna, que siempre fue fuente de inspiración para ella.

En el centro donde ahora mismo ejerce, Lola se enfrenta a un reto cada día. Situado en uno de los barrios más marginales de Málaga, es complicado no llevarse a casa una mochila de problemas que se ven reflejados en los ojos de los alumnos. Ellos mismos cuentan, a su corta edad, cómo hay registros policiales en sus casas o cómo, en determinadas ocasiones, han acabado aterrorizados al escuchar tiroteos. "Sin duda es lo que peor llevo de esto. Es imposible no irte a casa dándole vueltas a todo, en ese sentido sí soy un poco como Mara, la protagonista [de La maestra gitana]. Mis alumnos tienen en su gran mayoría problemas difíciles y a las dos de la tarde tú no sabes cortar y te traes el dilema a casa. Lo piensas, lo repiensas, pero en ocasiones no puedes hacer nada por tu propia mano", reconoce, algo emocionada.

Un momento de la presentación.

Un momento de la presentación. Cedida

Y es que en su última novela, que está funcionando, por cierto, divinamente, hay mucha verdad detrás de la ficción. Los que la lean habitualmente en Twitter, y se animen a comprar el libro, descubrirán muchas similitudes entre su vida y lo que la tinta plasma en las 427 páginas que lo componen. "El padre de Mara está claramente basado en mi padre, aunque hay detalles ficticios como que él nunca ha trabajado en el mercadillo. Su filosofía de vida y su forma de ver el mundo sí que está totalmente reflejada. Ha sido muy divertido el proceso de mezclar las ideas de ficción con la realidad que vivo en el día a día, a veces tan explosiva en ocasiones", expresa riendo.

En varios momentos de la conversación, la escritora se muestra orgullosa de su "impresionante" familia. "Mi madre también se parece a la del libro, es la que está siempre en la sombra, pero vigilándolo todo y moviendo los hilos para que todo vaya bien aunque la personalidad de mi padre lo impregne todo", manifiesta.

Si de lunes a viernes Lola trabaja en el cole, los sábados y domingos echa una mano a su admirada hermana Susana en los mercadillos de Benalmádena y Puerto Banús. Allí venden bolsos, complementos y sandalias de su firma, Mamasú. Todos cuentan con preciosos y coloridos bordados y están realizados por mujeres de cooperativas de México e India.

Para ella ir al mercadillo es su "terapia". Ayuda a montar y a colocar los productos, se pega los madrugones correspondientes, pero todo merece la pena para ella cuando se pone a hablar con sus compañeros de otros puestos. "Es tan mágico para mí... Por eso no dudé en incluir la trama del mercadillo en el libro. Creo que los mercadillos han sido ignorados en el plano literario. Yo por lo menos no he leído nunca un libro donde hablen de ellos... ¿Y tú?", pregunta con interés. "La verdad es que tampoco", le respondo con algo de pena, teniendo en cuenta que adoro los mercadillos.

Desde que Lola está trabajando los fines de semana en los mercadillos, nunca había visto que alguien robara en alguno de los puestos. "En la novela hay una parte donde hablo de que unos ladrones roban allí. Como si fuese algo premonitorio, robaron a varios comerciantes después de escribirlo. Mi padre dice que a ver cuándo hago una historia de una familia a la que le toca la lotería en vez de mencionar tantos robos", dice en tono jocoso. También hay una predicción con la forma de trabajar de Mara, que utiliza en la novela varias situaciones de aprendizaje con el alumnado: "Aún no había salido la nueva ley educativa. Cuando escribí el libro no existían estas situaciones y ella, en el libro, usa dos. Es otra predicción. Mara ya trabajaba de la forma que se tiende a trabajar ahora".

La protagonista del libro, Mara, no está basada en ella, aunque algunos rasgos comunes haya, sino en una Mara que también existe, "su Mara", que le ha ayudado a construir el personaje. Lola es gitana y reconoce ser consciente que la "realidad" que ella vive no es la que todos los gitanos tienen. "Yo quería que lo que plasmara en el libro fuese real y por eso quería comparar la vida que hacían otras familias. Estuve trabajando con ella, le pregunté cómo celebraba su familia un pedimento, qué hace el hombre de respeto en determinadas situaciones... Y así lo hemos ido formando", declara.

Si hay un adjetivo que califica a Lola a la perfección ese es el de 'reivindicativa'. Su primera novela, Voces color canela, que salió a la venta a finales de 2020, habla de aquellas personas que caminan con la cabeza alta pese a haber sido humilladas por aspectos como su color de piel. Esa lucha contra la discriminación, contra el machismo o contra el racismo, también trata de llevarla a las aulas, aunque trabaje con los más pequeños de la escalera de la enseñanza obligatoria. "No llegué a Infantil con el objetivo de sentar las bases en este sentido. Fue casualidad. Empecé en Primaria, hecha una vez Educación Especial. Se quedó una plaza libre en Educación Infantil porque una profe se prejubilaba y me preparé para quedarme, porque me encantaba, tal y como me dijeron desde la junta del colegio. Sí que es cierto que es un plano que trabajo muchísimo con el alumnado. Me encanta. Pero la realidad es que no era mi objetivo principal", cuenta.

"Siempre te vamos a querer, nuestra maestra gitana": la sorpresa de dos antiguos alumnos de Lola en la presentación.

Y cómo no tocar su llegada a Twitter, una ventana a la que se asomó para conocer las novedades que otros compañeros de profesión compartían. Entró como oyente, para investigar qué podía aprender de todos ellos, y para conocer a profesionales del sector. "Poco a poco comencé a participar, sin ser consciente de que mis tuits gustaban y que mis hilos enganchaban. Fui consciente cuando todo lo que publicaba tenía relevancia. Me contestaban, retwitteaban...", recuerda la maestra, que cada semana tiene un tuit viral. En aquel entonces, solo era @de_infantil. No tenía foto de perfil propia ni su nombre personal en su cuenta. Pero la gente comenzó a animarla a escribir un libro y fue entonces cuando decidió dar el paso de salir del anonimato en junio de 2020 para ir preparando el terreno: "A día de hoy, lo puedo decir claro: sin Twitter no sería quien soy".

Lola se parte de risa recordando el día en el que una de sus compañeras de profesión le contó lo mucho que le gustaba 'Lola Cabretilla'. "Me preguntó si la conocía, que hacía cosas así muy llamativas como yo, que siempre estaba en los espacios educativos y que estaba en La Palmilla, que yo tenía que conocerla. Yo le dije si no sería Cabrillana. Al decirme que sí le confesé que era yo. Te puedes imaginar cómo se quedó la pobrecita", zanja entre risas.

Lola quiere seguir escribiendo historias. Mensajes como el de una de sus seguidoras, recibido hace apenas unos días, donde le confesaba que ya era su escritora favorita, son su motor para seguir hacia delante en el mundo literario, donde, si la creatividad lo permite, quiere seguir situando a sus personajes en Málaga. "En La maestra gitana hay mucho malagueñismo intencionadamente. En una mesa hay camperos porque así lo quise yo. Hay tanto que contar aquí, que para qué me voy a ir a otro lado, aunque respeto a quien lo hace, así tenemos más diversidad", zanja.