Imagen de la muestra.

Imagen de la muestra. Cedida

Cultura

Desde las pinturas rupestres a obras contemporáneas: el museo de Nerja condensa 30.000 años de arte

Este espacio expositivo acoge la muestra de Simon Zabell, con inspiración en torno a los ritmos y a las arquitecturas vernáculas originadas en África.

17 enero, 2023 05:00

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Cada enero, el municipio malagueño de Nerja vuelve a revivir uno de los acontecimientos claves en la historia de la localidad. El 12 de este mes se cumplieron 64 años del descubrimiento de las famosas Cuevas, templo de las estalactitas y estalagmitas en Málaga. Aprovechando esta efeméride, el Museo de Nerja acoge la exposición Club Calypso de Simon Zabell (Málaga, 1970), en la Sala de Exposiciones Temporales Ana María Márquez.

Esta muestra supone una línea temporal del arte que se inicia hace 30.000 años, con las pinturas rupestres más antiguas de la Cueva, hasta las composiciones contemporáneas de Simon Zabell, que presenta por primera vez de forma individual. En total, serán nueve pinturas, cinco esculturas y diversos temas musicales realizados exprofeso por el compositor Craig Stuart Garner y el propio Simon Zabell. La exposición está comisariada por la galerista torroxeña María Rosa Jurado Sánchez de Eldevenir Art Gallery, quien ha planteado el proyecto seleccionando obras de reciente producción del artista.

Según explican, las piezas realizadas por Zabell están armadas con la “austeridad del barro, cosida con notas musicales”, envuelta en la gestualidad del trazo domado hasta dotarlo de la forma precisa, y culminada con la vibración que fluye entre las piezas expuestas en esta sala del Museo de Nerja: “Las obras que ha producido Zabell para esta muestra emanan de la tradición, de la mística y de los ritmos, explorando los límites de los pigmentos, de la geometría, del volumen y de la percepción visual, creando un lenguaje propio protagonizado por la pintura, hablando de una escucha que se desplaza del fundamento (musical) a la superficie (sonora). Su particular lenguaje se construye con urdimbres y tramas duales: el fondo y la figura, la solidez arquitectónica y las vivencias íntimas, la textura matérica y las veladuras, la realidad y el ensimismamiento tras el trampantojo”, subrayan.

Una de las obras de la muestra.

Una de las obras de la muestra. Cedida

Del mismo modo, apuntan al "vigor de la gestualidad" del autor, permitiendo la consolidación de piezas "rotundas, netas, limpias", donde el brío del gesto no desaparece, pero resulta sutil, contenido, esencial: "La pureza o esencialidad de estas obras, su preocupación por la espacialidad desde un medio bidimensional como la pintura o la silente monumentalidad con la que afronta este proyecto, resumen con máxima intensidad la relación íntima que siempre ha tenido con la pintura, con la escultura y con la música", apuntan.

La experimentación con la esencialidad de formas y colores demanda una investigación en torno a lo escultórico y el espacio, desde su construcción hasta su ausencia, donde la geometría y la citada esencialidad describen un punto de encuentro: un monumento a la tradición y a su vigencia. Tradición, en este caso, en torno a los ritmos y a las arquitecturas vernáculas originadas en África.

Son obras que, al igual que los primeros ritmos africanos, transmiten un "intencionado sentido musical", una llamada al lenguaje sonoro intergeneracional que transita de continente en continente, creando una globalidad paralela que atiende al entendimiento entre culturas lejanas, una evocación de las tradiciones rítmicas orales inseparables de la danza.

Omnipresente, al fondo de la sala, como en un altar, y observándonos desde que hemos entrado, la obra The tower of Montevideo, cuya estructura nos habla de la solidez plataformada sobre las tradiciones y cuyo interior conduce a las vibraciones y resonancias vividas bajo la privacidad de los espacios íntimos. La gran pirámide, definitivamente, se adueña del cuadro.

El color, la textura y los juegos de trampantojos conforman el todo, éstos últimos ascendidos a protagonistas en la jerarquía compositiva, vestidos de color y delineados con trayectorias sinuosas. El fondo, de texturas visuales suaves y contrastadas, confiere una temperatura de color determinante y se encarga de acoger a todos los elementos, aportando unidad a la obra.

El artista malagueño utiliza una alquimia de colores que nos recuerda los pigmentos utilizados por los primeros artistas; se apropia de los colores de la tierra para aflorar una sorprendente cartografía cromática con notas de tierra de siena tostada, rojo inglés o el blanco de titanio oscurecido con oro.

La muestra puede visitarse hasta el próximo 12 de marzo, en horario de 10:00 a 16:00, estando los lunes cerrada al público.