En pleno mes de julio, rara sería una foto de calle Larios llena de personajes ataviados con abrigo y manga larga. Por raras que estén las cosas, la climatología no engaña a nadie y, hoy mismo, esa foto sería de camisetas de manga corta, pantalón recortado a altura de las rodillas y vestidos de mucho escote y poca tela, más allá de la que marcan las líneas del decoro. A 7 de julio, San Fermín y el particular ‘chupinazo’ veraniego que, en Málaga no lleva aparejada una fiesta multitudinaria en las calles (eso aquí se escenifica en agosto, en una Feria que apunta alto este año) sino un ir y venir de gentes que, a la postre, acaba por ser infinitamente más rentable para ciudad que viera nacer a Picasso, Banderas… y hasta Pablo Alborán.
“Si yo tuviera la llave”, decía el cantante en una de sus primeras letras. Si algunos tuvieran la llave de la ciudad, a saber si cerrarían y la tirarían después al mar. Y es que esto del turismo, dicen algunos que se ha ido de madre… o más bien ‘de despedida’ y la clave está, seguramente, en tener claro que una cosa lleva a la otra y que sin éxito ni rotundidad en las cifras (pero sobre todo en lo que las ampara y da forma a este producto turístico al completo), no habría grupo de amiguetes en toda España que se propusiera una escapada a nuestra tierra. “Caliente, caliente”, decía la Carrá. Alta temperatura, la del problema que, en algunos casos, se ha acabado generando en relación a este fenómeno, que pone al límite el termómetro de la paciencia de algunos malagueños.
Templada queda la cosa en el entorno de la iglesia de Santo Domingo, donde desde marzo el paseante podía optar por un recorrido de lo más particular. Un trazado que le llevase por el lateral de un cauce seco y horrible a partes iguales (y que es la vergüenza de una ciudad que quiere jugar definitivamente en Champions League), para rezar después un Padrenuestro y un Avemaría a los titulares de Mena, y para acabar por gritar a los cuatro vientos cuánto de feo puede ser un proyecto en forma de pérgola. La que instaló el Ayuntamiento en esa plaza ha estado allí desde marzo y es ahora, cuatro meses después, cuando la reacción se convierte en acción y los operarios trabajan por fin en su retirada.
Frío se ha quedado el sector turístico con los precios del AVE de Madrid a Málaga. El despropósito de la alta velocidad empezó a serlo hace tiempo, cuando el usuario (que es honrado, pero no tonto) veía como Renfe copa el mercado sin oponente alguno, imponiendo de esa forma las más antiguas fórmulas del temido monopolio que, por fortuna, la ley impide ahora a golpe de liberalización. Pasó con la energía (el recibo de ‘la Sevillana’ ya es de una empresa de gas, lo mismo se lo mandan a usted ahora desde Madrid, la emiten desde una empresa con accionistas valencianos, o a través de una pequeña cooperativa que conoció gracias a una conversación con su prima, la de Cuenca). Pasa lo mismo con las telefónicas (en este caso, la que ‘alquila’ la línea suele ser la de siempre, pero ahora el recibo y los precios se los emite cualquier empresa que se dedique a esto del llama-cuelga; y pasa desde hace tiempo con los trenes, pero en este caso, la liberalización venía con truco… y parece que a los del sur nos ha tocado bailar con la fea de la fiesta.
La low cost de la francesa SNCF lleva tiempo funcionando en España. Lo hace ya en conexión desde la capital de España a otros puntos de la red de alta velocidad española pero, “¡vaya por Dios!”, la implantación es gradual y responde a las características técnicas de la vía… y esta no es la misma en todo el país. Adivinen dónde hay que adaptar trenes a una estructura más antigua de la debida. No se equivocan: la línea de Madrid a Sevilla y Málaga. De ahí que la francesa aún no haya podido comenzar a operar y que, sumado a la tardanza para comenzar a mover trenes del consorcio denominado Iryo, en lugares como Málaga sigamos ‘atados’ a los caprichos de una Renfe que dejó de lado los intereses del usuario hace ya bastante tiempo.
Precios desorbitados, escasez de frecuencias… la compañía española sacude responsabilidades o excusa lo que puede, apelando a la falta de trenes. “¡Vaya por Dios!”, de nuevo. Un vistazo a lo que ofrece ahora mismo AVE en otros puntos de España deja en mal lugar esos postulados, sobre todo porque la escasez de máquinas parece solo notarse en la conexión de Málaga con la Costa del Sol y porque, además, los precios no se ajustan a la media actual que debe afrontar un viajero de Madrid a puntos como Barcelona o Alicante, sino que apuntan a un ‘sablazo’ intencionado para con el destino turístico más importante del sur de Europa, islas aparte.
Del habitual frío en sus vagones (un día, hablamos de los termostatos y la selección de temperaturas en determinados espacios públicos, donde pareciera reinar la mítica Frozen) a unos precios, también para quedarse helados. Un verano de temperaturas suaves hasta el momento (la ola de calor no hizo sino anticiparse a la entrada real de la estación que ahora disfrutamos) pero de un inesperado frío en ésta materia, que ha despertado la crítica de la propia Mesa del turismo, que habla de una “desventaja competitiva y agravio comparativo" en la ruta entre la capital de la Costa del Sol y Madrid. Poco dicen, para lo que se podría decir.
Gasolina por las nubes, viajes en coche que se pagan como si de una Limusina se tratase, y el AVE para salir volando… del susto. Me sube la temperatura de solo pensarlo.