Mosaico romano con una carrera de cuádrigas.

Mosaico romano con una carrera de cuádrigas.

Historia

Cayo Apuleyo Diocles, el deportista más exitoso (y rico) de la Antigua Roma nació en Hispania

Diocles llegó a convertirse en el deportista más rico de todos los tiempos gracias a su pericia conduciendo cuadrigas.

31 agosto, 2023 01:56

A pesar de su reputación, de su fama entre los romanos, el historial de este deportista no quedó consignado por ninguna de las fuentes clásicas. A Cayo Apuleyo Diocles, el auriga más exitoso de la Antigua Roma, con más de un millar de triunfos, lo conocemos gracias a un hallazgo casual: una extensa inscripción honorífica encontrada cerca del Vaticano, donde se levantaba el circo de Calígula y Nerón.

Diocles, un hispano nacido en la provincia de Lusitania en el año 104, se convirtió en el gran ídolo de masas de la Antigua Roma como auriga y llegó a embolsarse la cantidad de casi 36 millones de sestercios, lo que hoy equivaldría a casi 12.700 millones de euros

Diocles destacó por su longevidad en la profesión y por su habilidad para mantenerse a salvo en un deporte tan peligroso. A lo largo de su carrera, acumuló una impresionante cantidad de logros, lo que le permitió ganar bastante dinero. Entre ellos destacan sus 1.462 victorias en 4.257 carreras en las que también consiguió 1.438 segundas plazas. La mayoría en cuadrigas, pero también en carros con tiros de hasta siete caballos. Además, su popularidad no solo se limitaba a la Urbs, su fama se extendió por todo todos los territorios imperiales.

Lápida conmemorativa de Cayo Apuleyo Diocles.

Lápida conmemorativa de Cayo Apuleyo Diocles.

De hecho, también llegó a ganar carreras saliendo en última posición y remontando, algo que hacía deliberadamente en aras del espectáculo, según algunos relatos. Todo esto le hizo pasar a la posteridad por sus habilidades, entre ellas ganar dos veces en el mismo día.

[Este fue Heliogábalo, uno de los emperadores más odiados del Imperio romano]

Su primera gran victoria fue a los 18 años en Ilerda (Lleida), o al menos, la primera documentada. Ahí fue cuando comenzó su carrera profesional. A partir de entonces, viajó a Roma y se sumó al equipo Blanco, formado por los aurigas y jinetes de estrato social más bajo, generalmente procedente de las milicias, pero que rivalizaba con diferentes equipos divididos por colores de sus monturas: Blancos, Rojos, Azules y Verdes, tanto en el Circo de Nerón como en el Circo MáximoConvertido en la joven promesa del momento, fichó por los verdes en el año 128 y, finalmente, acabó corriendo para los rojos desde 131 hasta su retirada, después de 24 años de trayectoria como el auriga más grande de todos los tiempos.

Tras alejarse de la competición se estableció en Praenestre, actual Palestrina, muy cerca de Roma. Sin embargo, por desgracia para él, no pudo disfrutar de su fortuna más que dos años, puesto que falleció en el año 146.

En su honor se erigió una lápida en el Circo de Nerón (actual Vaticano), que resumía su carrera deportiva. Pese a que la piedra original se perdió, quedan copias del texto, que son las que han permitido conocer con exactitud sus logros. Además, en su ciudad natal, Lamecum, se erigió una estatua en su honor.

[Este es Tiberio Claudio, el bufón que llegó a ser emperador romano en en el año 41 d.C.]

Carreras de cuadrigas

En la Antigua Roma, las carreras de cuadrigas eran eventos extremadamente populares y emocionantes. Se celebraban en hipódromos como el famoso Circo Máximo, donde miles de espectadores se congregaban para presenciar las competencias. Entonces, existían cuatro grandes equipos -factiones- que presentaban una gran rivalidad entre ellos. La factio russata -roja- simbolizaba el verano; la albata -blanca- el invierno; la veneta -azul- el otoño y la prasina -verde- la primavera.

Los aurigas eran los conductores de las cuadrigas, que eran carros tirados por cuatro caballos. Las carreras eran extremadamente peligrosas, y los estos tenían que demostrar habilidades excepcionales en la conducción para sortear las curvas cerradas y evitar choques. No obstante, estos riesgos tenían una contrapartida: las grandes cantidades de dinero que estaban en juego.