Alberto Núñez Feijóo, este sábado, ante la urna del congreso del PP.

Alberto Núñez Feijóo, este sábado, ante la urna del congreso del PP. Diego Puerta PP

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Feijóo, a por los 10 millones de votos: "La centralidad no es indefinición, sino ambición"

"No vamos a ser nunca el partido que nuestros adversarios quieren que seamos", proclamó. "Seremos el partido que necesita este país".

Más información: Tellado: "Sánchez ha degradado tanto el PSOE que su comité funeral no encuentra líderes sin corruptelas o abuso a mujeres".

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Alberto Núñez Feijóo no tenía previsto citar una sola vez al PSOE en su discurso de presentación de candidatura. El líder quería dedicar su primera alocución en el XXI congreso nacional del PP a plantear una propuesta diez: es decir, "un proyecto", los "diez millones de votos"; y "un camino", es decir, "un decálogo de principios".

Pero los últimos acontecimientos previos al convulso comité federal del PSOE, con un fontanero jefe de Pedro Sánchez acusado intempestivamente de "acoso sexual", no le dieron al líder del PP otra opción que comparar "lo que ha estado pasando esta mañanita en la calle Ferraz con lo que está pasando ayer, hoy y mañana aquí".

El político gallego prometió tratar de acertar en el "nuevo tiempo" que dice inaugurar con este cónclave, pero admitió que, por supuesto, errará: "La perfección la dejo para el uno", dijo con sorna. "No soy como él, ni lo quiero ser. Pero os digo más, no me dejéis serlo. Si algún día hago lo que él, echadme. No permitáis la degradación de un partido de Estado".

La tarea que llega

Feijóo presumió de las ponencias, de "las 1.115 enmiendas leídas, defendidas, llamadas, negociadas y transaccionadas" (y de que ninguna llegó viva al plenario, porque todas se pactaron) y puso deberes. "Recomiendo leerse la ponencia política, de arriba abajo... y no me atrevo a exigirlo, pero os advierto de que os examinaré. Porque es nuestro proyecto para cambiar España".

Su mensaje fue de regeneración, centralidad y ambición ha puesto al partido en fila, y él ha repartido cargos pensando, por primera vez y de verdad, en un inminente Gobierno.

"Tendremos una doble tarea, parar el deterioro de las instituciones y garantizar, con las leyes que sean necesarias, que ningún presidente pueda intentar volver a hacerlo", remarcó, "con las leyes que sean necesarias, y os aseguro que lo haremos".

Aún le queda llegar. Y después cumplir, pero ese compromiso ya lo adquirió en una entrevista con este periódico en Nochevieja. Dijo entonces que esa tarea la acometerá con urgencia, "en los primeros seis meses" de mandato. Y se comprometió a que se someterá al examen. Nosotros también lo haremos.

En su discurso, Feijóo advirtió del esfuerzo, que será ímprobo. "Si no gobernamos, por muy bien que haya salido este congreso, no habrá servido para nada". Efectivamente, él lo sabe (y lo admite en privado, si no gobierna se irá por donde ha venido), así que prometió que con él, "España no está ni estará en venta”, y arrancó los 3.600 compromisarios e invitados del plenario.

Su intervención iba a girar en torno a la ética pública y la necesidad "del cambio", concepto que repitió quizás inintencionadamente recordando al lema de aquel Felipe González al que él mismo votó cuando tenía 20 años, en 1982. Pero acabó gustándose, y en lugar de sólo venderse a sí mismo, dedicó varios pasajes a remover la basura del sanchismo.

Decálogo del cambio

Feijóo presentó su compromiso como suele gustarle hacerlo, con un juego de palabras y un decálogo de compromisos. "No quiero ganar para llegar, sino llegar para que gane España", proclamó, subrayando que su objetivo es "transformar el país desde la centralidad política", sin renunciar a "los principios" del partido.

El líder popular desgranó, uno a uno, los puntos de sus 10 mandamientos cuya fe encomienda a ser apostolada por los presentes para alcanzar los 10 millones de votos... es decir, la mayoría suficiente para "gobernar sin ataduras", que había establecido por la mañana Miguel Tellado como objetivo... vamos, la mayoría absoluta (un sintagma que no se pronuncia, como si fuera una herejía).

“Somos el único partido que no negocia, ni negociará con la unión entre españoles”, presumió, en clara alusión a los pactos del Gobierno de Sánchez con el independentismo. "Somos el único partido que cree en España tal y como es, no como otros quieren que sea".

¿Y cuál es esa España? Una "diversa", pero no "dividida".

  1. Somos el único partido que no negocia, ni negociará con la unión entre españoles.

  2. El PP no es una secta. En nuestro partido, los acentos ni restan ni rompen. Suman y construyen.

  3. A mentiras, cesiones, maniobras, propaganda y a enfrentar a los españoles, que ganen ellos. Pero a valores, a convicciones, a proyecto, a servicio y a democracia ¡los vamos a arrasar!

  4. La igualdad de oportunidades y ante la ley es una obligación moral. Este partido llegará hasta el último rincón de este país y trabajará por todos. Y el Gobierno que presida también. Sin excepciones y sin privilegios.

  5. Por encima de mi partido pondré siempre a mi país. Sólo los delincuentes temen a la Justicia, la desprestigian y la amordazan. Creo en la política honrada, en las instituciones independientes, y en el Estado de Derecho.

  6. La dignidad está en los compañeros que enterramos pero también en los que sobrevivieron y conviven con las secuelas de lo que pasaron. Y la dignidad está en todos los servidores públicos que defienden nuestros derechos y nuestra seguridad contra insultos, amenazas y presiones. Esa es la dignidad que estamos obligados a imitar.

  7. No hay tolerancia, ni compadreo, ni chivatazos, ni vista gorda con quien llega a la política para servirse. No estoy dispuesto a aplicar a la corrupción la doble moral de ser indulgente con los nuestros y exigente con los otros.

  8. La centralidad política no es indefinición, sino ambición. La centralidad tampoco es prescindir ni de ideología ni principios. No desisto de mi aspiración de volver a ser el partido de los diez millones de votantes

  9. No pretendo un cambio de siglas en la Moncloa. Prometo un cambio de raíz en España.

  10. Siempre he sido un presidente libre. Somos un partido libre para decidir nuestras propias políticas. No vamos a ser nunca el partido que nuestros adversarios quieren que seamos. Conmigo España no está ni estará en venta.

El Feijóo de "la casa común" heredada de José María Aznar reivindicó la pluralidad interna del PP, "que no es una secta", bramó. "En nuestro partido, los acentos ni restan ni rompen. Suman y construyen". Algo así como decir que él no quiere un partido cerrado, monolítico y anti tal o cual región.

O sea, un sitio donde quepan "los conservadores, los liberales y los democristianos"... y hasta algún socialdemócrata, diríamos. Una integración de sensibilidades.

Y para conquistar ese futuro, en tono desafiante, lanzó un reto más presente: "A mentiras, cesiones, maniobras, propaganda y a enfrentar a los españoles, que ganen ellos. Pero a valores, a convicciones, a proyecto, a servicio y a democracia ¡Los vamos a arrasar!”.

Y es que al presidente del PP se lo ha puesto fácil el del Gobierno en estos últimos meses para situar la batalla política en el terreno de los principios y la honestidad.

Porque la igualdad ante la ley es algo que, sin entrar en el tono carcelario de Aznar, presumió de que va en su propio ADN. "Es una obligación moral. Este partido llegará hasta el último rincón de este país y trabajará por todos. Y el Gobierno que presida también. Sin excepciones y sin privilegios".

El PP como "casa común"

Feijóo advirtió de que "por encima de mi partido pondré siempre a mi país". Ha defendido la independencia de las instituciones y el Estado de Derecho: “Sólo los delincuentes temen a la Justicia, la desprestigian y la amordazan. Creo en la política honrada, en las instituciones independientes, y en el Estado de Derecho”.

Feijóo hizo una confesión: "Yo me afilié a este partido en el año 2000, cuando escuché al presidente Aznar decir aquello de la casa común de la democracia cristiana, del liberalismo y del conservadurismo".

El político gallego, de hecho, se está esforzando por convertir aquello de lo que le acusan en virtud. Y si le llaman centrista, presume de ello, pero lo hace con una base ganadora, la de aquel Aznar. "Esto es lo que somos, lo que hemos sido, ésa es la refundación del partido que yo voy a respetar".

La memoria de las víctimas y la dignidad de los servidores públicos han ocupado un lugar central: "La dignidad está en los compañeros que enterramos pero también en los que sobrevivieron y conviven con las secuelas de lo que pasaron".

Recordó, como Aznar este viernes a Miguel Ángel Blanco, a Gregorio Ordóñez "y a tantos compañeros que dieron su vida". Es más, reivindicó a los socialistas Ernest Lluch y a Fernando Buesa, "ya que si no lo hacen en su partido lo hacemos nosotros, todos los caídos son de los nuestros", concluyó ante la mayor ovación de la tarde.

Feijóo ha defendido la centralidad política como motor de ambición, no de indefinición. "La centralidad política no es indefinición, sino ambición. La centralidad tampoco es prescindir ni de ideología ni principios". Ni ser un flojo, podría uno añadir: "No desisto de mi aspiración de volver a ser el partido de los diez millones de votantes".

La "decadencia" de Sánchez

Sin citar ni de lejos al PSOE, nada más que al inicio, prometió un cambio profundo, pero no para quitar a Sánchez y ponerse él: "No pretendo un cambio de siglas en la Moncloa. Prometo un cambio de raíz en España".

Sobre la corrupción, Feijóo ha sido tajante: "No hay tolerancia, ni compadreo, ni chivatazos, ni vista gorda con quien llega a la política para servirse. No estoy dispuesto a aplicar a la corrupción la doble moral de ser indulgente con los nuestros y exigente con los otros".

Y avisó a los elegidos para el comité ejecutivo de que "el esfuerzo será mucho" y que, aunque el halago de ser designado por un presidente que tiene al partido en fila, y a punto de llegar a la Moncloa, puede ser una tentación, les advirtió: "Si no estáis dispuestos, tenemos hasta mañana por la mañana, que es la proclamación, porque no quiero que nunca, nunca, nos pase aquí lo que está ocurriendo hoy en el Partido Socialista".

Se refería al durísimo Comité Federal que aún seguía pasadas las 19:00 horas, cuando estaba previsto que acabara antes de comer. Pero, de lejos, también a lo que ha llevado al PSOE a su "degradación". Por eso, reivindicó su independencia, como "un presidente libre".

En las cinco elecciones en las que se presentó, las cuatro que le dieron mayoría absoluta en Galicia, y la última que le dejó en la oposición. "Dicen que no respetamos la democracia", dijo con sorna, "vaya manera de no respetarla, que ganamos y nos quedamos en la oposición".

Para Feijóo, la clave está en que el PP sea "un partido libre para decidir" sus propias políticas. "No vamos a ser nunca el partido que nuestros adversarios quieren que seamos. ¡Conmigo, España no está ni estará en venta!".

Feijóo advirtió: "La desesperación se produce cuando no se espera nada del presente. Pero la desesperanza ocurre cuando no se espera nada del futuro. Lo primero no depende de nosotros, pero lo segundo sí, porque somos la única alternativa a la actual decadencia".