Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de la Televisión.

Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de la Televisión. Begoña Rivas

Política 23-J

Campo Vidal da la clave del interés de Sánchez por los 'cara a cara': "Suben la participación electoral"

La Academia de la Televisión está en la "retaguardia" y se ofrecerá como organizadora en caso de que las opciones ya en marcha no prosperen.

6 junio, 2023 02:58

Para hablar de debates electorales en las democracias de nuestro entorno, hay que mirar muy atrás. Para hacerlo en España, basta con echar un vistazo a los periódicos de anteayer. En abril de 1974, cuando se murió el presidente Pompidou, Manuel Campo Vidal estaba estudiando Sociología en París. Era un joven que se había emborrachado de estudiar, previamente licenciado en Ingeniería Industrial y Periodismo. Todo lo que pillaba lo estudiaba.

La muerte de Pompidou estrenó la campaña Giscard d'Estaign vs Mitterrand. Y Campo Vidal, que todavía firmaba Manuel J. Campo, se tragó entero el debate que echaron en la tele. Pensó: "Pronto se morirá Franco y tendremos que hacer esto en España. Jode, me encantaría organizarlo a mí". Y lo hizo... casi veinte años después, en 1993, con el 'cara a cara' González-Aznar.

Manuel Campo Vidal ha moderado cuatro de los seis combates que ha acogido la democracia. Por eso es un imprescindible para analizar cómo y por qué Pedro Sánchez intenta celebrar otros seis... en apenas un mes.

Atiende don Manuel la entrevista con una neutralidad absoluta. A ratos, parece más el moderador que el entrevistado. De pronto, aporta la clave: la Academia de la Televisión –de la que sigue formando parte pese a que abandonase su presidencia– está "en la retaguardia" y se ofrecerá como "organizadora" si las opciones ya en marcha fracasan.

Eso le impide –hablando mal y pronto– mojarse. Pero hay un camino muy interesante en las palabras de don Manuel. Lo sabe todo sobre los debates. Escribió un libro sobre sus secretos –La cara oculta de los debates (Arpa, 2017)– y tiene muy estudiado cómo y por qué influyen esas citas televisivas en los votantes.

Vamos al grano y luego desarrollamos todo lo demás. ¿Por qué Sánchez se ha lanzado con esta estrategia tan disruptiva? Se lo preguntamos a don Manuel de otra manera.

–¿Qué incidencia cree que tienen estos debate 'cara a cara' en el votante?

–Los debates tienen una incidencia en el voto... particularmente si alguien lo pierde. En cualquier caso, los debates favorecen la participación electoral.

Bingo: tal y como hemos venido contando estos días, el gabinete de Moncloa se halla a la búsqueda de una estrategia que movilice a su electorado. Los asesores de Sánchez conciben que, sumando a esa parte de la izquierda que "se quedó en casa", puede forjarse una mayoría para "mantener el gobierno progresista".

Pero, como pasa con casi todo en política, la ecuación no es tan sencilla. Campo Vidal apostilla con un matiz muy interesante: los debates favorecen mucho la participación, pero también la de los espectros electorales cercanos a quienes no participan en ese 'cara a cara'.

En contra de lo que pudiera pensarse –aumento de tecnologías de la distracción, la llegada de las nuevas generaciones, etcétera–, las audiencias de los 'cara a cara' siempre se han podido calificar como masivas.

En 1993 –recita de memoria nuestro entrevistado–, siguieron los debates casi diez millones de personas. En 2008, la cifra subió a 13. "Y no recuerdo ninguno que haya pinchado", apunta Campo Vidal.

Esta es la lista de los 'cara a cara' en España:

-1993: dos citas entre González y Aznar.

-2008: dos citas entre Zapatero y Rajoy.

-2011: un solo asalto entre Rajoy y Rubalcaba.

-2015: Sánchez vs Rajoy.

La negociación

Campo Vidal no quiere interferir en la negociación que acaba de abrirse entre PSOE y PP, pero sí se muestra severo en una cuestión: "El 'cara a cara' es un derecho del ciudadano, no debemos retroceder". Dicho de manera más prosaica: el mítico moderador reitera que, por lo menos, debe haber uno. "Luego que cada cual acepte lo que quiera", despeja.

Y entonces, como el político que está en pleno debate, Campo Vidal lanza su total, su frase icónica: "En términos de 'cara a cara', la distancia entre 0 y 1 no es de 'uno', sino de infinito".

El periodista curtido en casi todas las radios y televisiones sostiene ese carácter de "derecho" del 'cara a cara' y lo define como no-excluyente de la cita entre los demás contendientes. Apuesta, de hecho, por celebrar el clásico PP-PSOE-Vox-Podemos –ahora ya sin Ciudadanos– y, además, abrir el abanico a lo que llama encuentros "cruzados".

Pone como ejemplo el debate económico sobre la crisis que protagonizaron Pedro Solbes (PSOE) y Manuel Pizarro (PP). Aunque él no lo verbaliza, intuimos que también habla de citas en los espacios de la derecha y la izquierda.

Toca ahora explicar por qué Campo Vidal no se conforma con los debates multicandidato que vienen produciéndose desde 2015, cuando volvió a interrumpirse la tradición que tanto costó instaurar.

Cita para ello al norteamericano Alan Schroder, que dijo: "Un 'cara a cara' no es boxeo dialéctico, sino un método de selección de personal". Para Campo Vidal, el ciudadano delante de la tele, viendo a Sánchez y Feijóo, estará contratando al "director general de su país". De ahí que conciba imprescindible poner frente a frente a los "dos únicos candidatos que tienen opciones de ser presidentes del Gobierno".

Schroder habla de "high risk on tv". Un alto riesgo que Campo Vidal extiende a los asesores que intervienen en todo el proceso: si lo hacen bien de cara a sus jefes, podrán prosperar todavía más. Si fracasan, tendrán boletos para ser apartados.

Volvemos a la carga a ver si se deja don Manuel.

–En 1993, organizando el primero, a usted casi le da algo. La cita estuvo en riesgo hasta el final. ¡Imagínese si hay que organizar seis!

–Los debates son un proceso muy lento. Estamos a siete semanas de las elecciones, todo un mundo.

–Pero, ¿sería una locura organizar seis?

–No. Lo importante es el primero. Se pactarían unas normas y se harían extensibles a los demás –sabe de lo que habla porque Rajoy y Zapatero confrontaron dos veces en 2008.

Campo Vidal nos instruye con paciencia: "El debate es una cadena de confianza en la que participan candidatos, equipos, moderadores, realizadores... Estamos en el tiempo de construir esa confianza".

30 años de 1993

Se acaban de cumplir treinta años del primer debate de la democracia: 23 de mayo de 1993. Cuando todo estaba organizado, los equipos no se ponían de acuerdo acerca de quién debía cerrar.

Campo Vidal maquinó un método para que Aznar cediera la conclusión a González a cambio de empezar y cerrar él el primer bloque. Ambos dieron el "sí". Pero, cuando llegó ese momento final, Aznar y González se enzarzaron –en directo– en una discusión sobre las normas de la cita.

–¿Ese fue su momento más duro como moderador?

–Ese y el de Sánchez y Rajoy, cuando Sánchez le dijo que no era una persona decente. Creí que Rajoy se marcharía, pero no lo hizo.

–Ahí marcó usted un precedente como moderador liberal. Recibió muchas críticas por no haber interrumpido a Sánchez y haber dejado seguir la contienda.

–El moderador debe facilitar el diálogo. Aquel día, se subió un escalón. Pero no debe ser el moderador quien marca los escalones.

En 1993, España ya llevaba quince años de democracia si cogemos como referencia las primeras elecciones, año 1977. Adolfo Suárez –como han contado sus colaboradores en distintas entrevistas con EL ESPAÑOL– rehuía el debate parlamentario y todavía más la mera mención de un debate. Con Calvo-Sotelo no dio tiempo. Luego reinó González con mayoría absoluta durante toda una era.

Los debates llegaron cuando se produjo un punto de doble necesidad. En aquel 1993, González quería debatir porque las encuestas le auguraban la derrota –su partido navegaba en el fango de la corrupción– y se sabía vencedor en la dialéctica frente a Aznar. Por su parte, Aznar quería consolidarse como presidenciable ante los españoles. Buscaba demostrar que podía derrotar a González.

Los detalles de aquel momento están relatados con agilidad y datos inéditos en el pódcast "Cara a cara" de Jacobo Bergareche, emitido en la plataforma Sonora. Aznar y González cumplieron sus propósitos. Aznar porque ganó a González la primera vuelta, emitida por Antena 3. González porque ganó la segunda... y las elecciones.

Después –rememora Campo Vidal en esta entrevista– fue Aznar el que no quiso saber nada de debates. Ni en el 96 ni mientras estuvo en la presidencia. Relata que se fue con mal sabor de boca de su último asalto con González en 1993, emitido por Telecinco: "Dijo que no se respetaron sus condiciones".

Campo Vidal asegura que Aznar aconsejó a Rajoy no participar en estas citas, pero en 2008 –palabra de moderador– Zapatero hizo un ejercicio de "generosidad" y aceptó restaurar los 'cara a cara', que llevaban quince años sin ocurrir. "A Rajoy también le venía bien porque quería ganar popularidad", cuenta.

Cuando los dos candidatos están entrenados y se llevan bien a escena, es difícil que uno pierda con claridad. Con la excepción de los dos primeros –los de 1993–, Campo Vidal cree que Zapatero, Rajoy, Rubalcaba y Sánchez ganaron en algunos aspectos.

[Pensamos nosotros: no vaya a ser, don Manuel, que diciendo lo contrario nos vayan a dejar sin debate ahora otra vez]

El propio Rajoy, un día en el AVE, paró a Campo Vidal y trató de sacarlo de su poderosísima neutralidad: "Manuel, joder, dime quién ganó. Rubalcaba o yo". Y don Manuel le dijo: "Ganaste tú porque, en tu partido, pensaban que Alfredo te iba a arrollar... y resististe. Te sobrepusiste a la mala expectativa. Pero también ganó Alfredo porque su campaña estaba muerta y, de pronto, se llenaron sus mítines".

Rajoy, claro, claudicó: "Hombre, Manuel, visto así...".

Al fondo de la sobriedad exhibida por Manuel Campo Vidal a lo largo de la entrevista, percibimos una luz. Lo decía Brines: "Siempre hay una rendija por la que se cuela la luz". Son esas ganas que tiene don Manuel de debate. Si por él fuera, aunque no lo diga, moderaba los seis. Porque sigue siendo el mismo chaval que puso la tele en el París de 1974.

Una vez, Fraga le dijo: "Quiero que moderes tú el debate de las gallegas, pero... tendrías que hacerlo en gallego". Era 1994. Don Manuel el bueno –Campo Vidal– aprendió gallego en quince días.