Cuca Gamarra, Feijóo y Bendodo, durante el Comité de Dirección del PP  en la sede de la calle Génova.

Cuca Gamarra, Feijóo y Bendodo, durante el Comité de Dirección del PP en la sede de la calle Génova.

Política PARTIDO POPULAR

Feijóo prepara una renovación profunda del PP en el País Vasco y Cataluña pensando en 2023

El PP hará una auditoría de opciones electorales y cambiará liderazgos y mensajes para ayudar a un buen resultado en las generales.

17 abril, 2022 01:49

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Una de las primeras tareas de Alberto Núñez Feijóo es la de poner a punto el partido para las próximas citas electorales. Para eso, tendrá que afrontar los congresos regionales del partido asegurando candidatos competitivos allí donde no gobierna.

Su tesis es que en este momento importa más poner candidatos con opciones al frente que asegurar el control de cada uno de los territorios, con una especie de auditoría de opciones electorales. Con esa prioridad, hay una primera oleada de congresos para celebrar antes de verano y que corresponden con Comunidades en las que se celebrarán elecciones en junio de 2023. 

En Génova se da como seguro que habrá cambios al menos en La Rioja y Extremadura. En la primera para sustituir a José Ignacio Ceniceros y en la segunda porque José Antonio Monago ocupa ahora plaza relevante en el nuevo equipo de dirección de Feijóo.

Hay otro bloque de Comunidades en las que no habrá elecciones, en principio, antes de 2024. Son el País Vasco, al que no corresponde ir a las urnas hasta 2024, y Cataluña, que terminará la legislatura en 2025.

En principio, no hay prisa en esas Comunidades para las elecciones autonómicas, pero la cúpula del partido considera que su repercusión en las generales de 2023 es muy importante y, por tanto, es necesario abordar los cambios lo antes posible.

Hasta otoño no están previstos los congresos del PP en País Vasco y Cataluña, pero Feijóo pretende poner en marcha lo antes posible un plan para estas dos Comunidades, que empieza por hablar con sus principales dirigentes para buscar soluciones y alternativas.

Dirigentes del PP apuestan por la sustitución de Carlos Iturgaiz y Alejandro Fernández. Sería, según estas fuentes, un cambio de mensaje, de imagen y de liderazgo en ambas Comunidades.

Fernández e Iturgaiz

Las dos tienen un peso importante en escaños en las elecciones generales. Cataluña aporta 48 escaños de 350 y el País Vasco 18 y, de hecho, siempre se ha puesto en duda que se pueda llegar a la Moncloa con un pésimo resultado en esas dos Comunidades. Se une Andalucía, donde se celebrarán las autonómicas en junio o en octubre y en la que también se vuelca la nueva dirección del partido.

En Cataluña, el PP logró con Alejandro Fernández en las últimas autonómicas sólo un 3,85% de los votos y en la genérales de 2019 el 7,47%.

En el País Vasco, Carlos Iturgaiz, designado por Pablo Casado como candidato para sorpresa de todos, tuvo el 6,77% en autonómicas y en las generales el PP sólo llegó al 8,9%.

Como comparación, el PP de Mariano Rajoy tuvo el 20,7% en Cataluña y el 17,81% en el País Vasco en las generales de 2011, en las que tuvo mayoría absoluta.

En ambas, además, Vox registró buenos resultados y, por tanto, es un campo de batalla importante en la pugna entre los dos partidos.

Ambas Comunidades, además, tienen una notable influencia en la agenda y el debate público nacional. El PP de Pablo Casado mantuvo en ambas un discurso muy duro y ahora se da por hecho que Feijóo lo moderará.

Un primer gesto es el de su discurso de asunción de la presidencia del partido en Sevilla, en el que pasó de largo sobre el asunto territorial que antes había sido central en la etapa de Casado. Además, introdujo la defensa de las lenguas cooficiales, algo que era impensable en la etapa anterior. Feijóo, además, ha dado a entender que su principal campo de confrontación y oposición será la economía.

En Cataluña, los bandazos de posición del PP han sido una constante en las últimas décadas, a medida que cambiaban los líderes nacionales. Han balanceado entre la dureza de Alejo Vidal Quadras y Cayetana Álvarez de Toledo, a un catalanismo suave de Josep Piqué o, incluso, intentos de incorporar en la etapa de Aznar a la parte más moderada de Unió Democrática, entre otras muchas opciones.