Gregorio Olmos, concejal de Seguridad de Moraleja de Enmedio, durante su prueba.

Gregorio Olmos, concejal de Seguridad de Moraleja de Enmedio, durante su prueba. Cedida

Política AYUNTAMIENTO DE MADRID

Goyo, el concejal del PSOE que prueba entre aplausos las pistolas táser: “Se lo recomiendo a Almeida”

Un edil socialista del municipio madrileño de Moraleja de Enmedio vivió en sus carnes la eficacia de estos dispositivos. "Son 5 segundos eternos".

26 septiembre, 2019 11:31

Noticias relacionadas

—Esta va a ser el área de disparo. Chicos, ¿preparados? Jefe, ¿preparado?

—¿Quién, yo?, -pregunta irónico Goyo, tratando de soltar tensión con unas risas-. No mucho, pero bueno.

[...]

Gregorio Olmos (PSOE), Goyo, concejal de Seguridad del municipio madrileño de Moraleja de Enmedio, ahora recuerda entre risas lo ocurrido. Entre risas y aplausos, en mitad de un curso de formación para las fuerzas y cuerpos de seguridad, se atrevió, por aclamación popular, a probar en sus propias carnes lo que se siente cuando recibes un tiro de una pistola tipo táser. Y no duda al emitir su veredicto: son “cinco segundos eternos”.

Un concejal del PSOE prueba las pistolas táser

El caso de este edil madrileño ha saltado a la palestra tras la aprobación por parte del gobierno del Ayuntamiento de Madrid, presidido por el popular José Luis Martínez-Almeida, del uso de táseres para la Policía Local. Así, el consistorio dotará de 200 dispositivos eléctricos defensivos al Cuerpo. Pero no es la primera localidad española en adoptar la medida.

Desde Moraleja de Enmedio emerge la voz de la experiencia. Según presume Olmos en conversación con este periódico, su municipio fue el pionero en nuestro país en contar con las pistolas eléctricas. “Fue en 2007, antes de que yo fuera concejal”, puntualiza. “Sería una buena experiencia para Almeida o cualquier concejal de Madrid. Se lo aconsejo”, comenta, divertido.

"No me podía quedar atrás"

La primera vez de Olmos con las táseres se grabó en vídeo. También fue la única, al menos, de momento, aunque está dispuesto a repetir. Fue allá por el mes de noviembre, en un curso a sus policías organizado por el municipio, de cinco mil habitantes. “Era teórico y práctico”, incide. Se piden voluntarios para recibir el tiro entre el público, compuesto por decenas de agentes que recibían la formación. “Y ellos, con el cachondeo, empiezan a decir que lo haga el concejal, el concejal”.

La escena inmortalizada es explícita. Olmos, con una camiseta interior, agarrado de ambos brazos por sendos agentes, se prepara para recibir la descarga. “Yo soy como cualquier ciudadano, como ellos, una persona normal. No por ser concejal no voy a poder servir como voluntario”, manifiesta. Antes de que él probara, según indica, ya habían vivido el tiro en sus propias carnes varios policías. “Y yo no me podía quedar atrás”.

El edil de Seguridad describe la experiencia como “unos segundos que se hacen muy largos”. “Tienes el conocimiento pero no te puedes mover por mucho que quieras. Es como cuando te montas en una montaña rusa y después te bajas, cuando estás en el suelo dices ‘uff’”, continúa. “Es como cuando te da un tirón, pero de todo el cuerpo”.

Pistola con cámara para vigilar

Olmos ve con buenos ojos el empleo de las pistolas eléctricas para determinadas situaciones. “En peleas o en brotes de personas alcohólicas, la situación con una táser se soluciona en un minuto. Hay muchas veces que sólo te queda emplear la porra o un arma de fuego, y ninguna de las dos se acota a lo necesario”.

De todos modos, el Ayuntamiento de Madrid iniciará los trámites para implementar esta medida y no se materializará hasta el próximo año, según los cálculos del consistorio. Los dispositivos eléctricos se repartirán entre las 22 unidades de distrito y en unidades específicas. Cada equipo, que se instalará en los vehículos policiales, incluye la pistola eléctrica y también una cámara de visionado y grabación para registrar cualquier intervención.

Estos dispositivos se utilizarían cuando otros medios no violentos resulten "ineficaces" para inmovilizar, detener o impedir la fuga de una persona "que manifieste un peligro inminente de lesionar a terceros o a sí mismo y cuando deba impedirse la comisión de un delito".

Pero, si surgen dudas, desde el Ayuntamiento capitalino siempre se le puede preguntar a Gregorio Olmos. Él, encantado.