Iván Espinosa de los Monteros, Javier Ortega Smith, Santiago Abascal y Macarena Olona, en 2022 en el Congreso de los Diputados.

Iván Espinosa de los Monteros, Javier Ortega Smith, Santiago Abascal y Macarena Olona, en 2022 en el Congreso de los Diputados. EFE

Política VOX

Abascal, el alpinista que arroja al vacío a todos los sherpas que le han guiado en su escalada: Ortega Smith, Olona, Espinosa...

Antiguos dirigentes de Vox purgados denuncian que el partido hoy está en manos de los "intereses económicos" de una "camarilla" que ejerce su influencia sobre Abascal.

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Las claves

Santiago Abascal ha apartado de la dirección de Vox a casi todos los líderes que le acompañaron en su ascenso, como Ortega Smith, Espinosa de los Monteros, Olona y Monasterio.

La salida de figuras clave se atribuye a una mezcla de deriva ideológica hacia el neofalangismo, un liderazgo autoritario y presuntos intereses económicos del círculo cercano a Abascal.

La influencia de Julio Ariza y su entorno ha crecido en la cúpula de Vox, coincidiendo con el control de la comunicación y facturación de servicios al partido.

A pesar de las purgas internas y luchas de poder, Vox sigue aumentando su representación electoral, aprovechando el descontento de las clases medias y trabajadoras.

Santiago Abascal, o el alpinista que ha ido arrojando al vacío, uno por uno, a todos los sherpas que le han guiado en el escarpado ascenso al Himalaya.

Bajo la consigna de "nadie es imprescindible" (salvo Abascal) han ido cayendo Javier Ortega Smith, Iván Espinosa de los Monteros, Rocío Monasterio, Macarena Olona, Víctor Sánchez del Real, Juan García-Gallardo...

"De la foto de la boda de Abascal, ya no queda nadie", explica a EL ESPAÑOL uno de los citados, "éramos testigos incómodos a los que había que quitar de en medio".

Rodeado de un núcleo de confianza cada vez más reducido, Abascal ha dejado atrás a las figuras más relevantes de Vox, en una purga sin fin en la que se mezclan dos ingredientes.

Por un lado, la deriva ideológica (hacia posiciones "neofalangistas", en palabras de Juan Luis Steegmann). Y por otro, un modo autoritario de entender la organización interna.

Algunos de los purgados añaden un tercer factor: los "intereses económicos" de la "camarilla" que se ha hecho con el control del partido. También vamos a hablar de ello.

El alejamiento de las posiciones liberales provocó la marcha del exdiputado Juan Luis Steegmann y de los economistas Rubén Manso y Víctor González Coello de Portugal (autores del programa económico más ambicioso que tuvo el partido).

El reposicionamiento de Vox en el plano internacional, colocándose en la órbita de Viktor Orbán (considerado el principal aliado de Putin en la UE), ha provocado otras salidas ruidosas.

El general de Infantería de Marina Agustín Rosety abandonó el partido acusando a Abascal de ser el "limpiabotas de Trump".

Santiago Abascal, Javier Ortega Smith, Rocío Monasterio, Iván Espinosa de los Monteros, Juan Luis Steegmann, Macarena Olona, Víctor Sánchez del Real y Juan García-Gallardo.

Santiago Abascal, Javier Ortega Smith, Rocío Monasterio, Iván Espinosa de los Monteros, Juan Luis Steegmann, Macarena Olona, Víctor Sánchez del Real y Juan García-Gallardo. Arte EE

Y el general de división Antonio Budiño (que fue candidato al Congreso por Pontevedra) rompió su carné de afiliado tras denunciar que Vox se ha convertido en "una secta que no admite la crítica ni practica la democracia interna", cuyos dirigentes son unos "autócratas endiosados y fanáticos arribistas".

El caso de Javier Ortega Smith es emblemático. El antiguo boina verde y abogado, que ejerció la acusación en el juicio del Supremo por el referéndum del 1-O, era hasta hace poco el más fiel escudero de Abascal.

Ha sido apartado esta semana de la Ejecutiva nacional por una decisión personal de Abascal, tras asistir a la presentación de Atenea, el think tank fundado por Iván Espinosa de los Monteros (ex secretario general de Vox, y uno de los últimos caídos en desgracia).

Aunque quienes le conocen niegan que éste haya sido el detonante de la más reciente purga.

"Puedes estar de acuerdo o no con sus ideas", dice un antiguo compañero de filas, "pero Ortega Smith es un tipo muy trabajador, con unos valores muy firmes. Si quieres, de la corriente más patriótica del partido. Creía firmemente en el proyecto. Y debía arderle la sangre al ver que ahora algunos están en el partido para facturar".

Otro destacado exdirigente de Vox lo relata con las siguientes palabras: "A Ortega Smith le encargaron diseñar un sistema más centralista de gestionar el partido. Fue quien construyó el búnker, luego se metieron dentro los Ariza, Abascal, Garriga, Buxadé... y le acabaron echando".

El exdiputado Juan Luis Steegmann admite sentirse "triste, preocupado y decepcionado" por la deriva del partido, que abandonó en 2024.

"He apreciado mucho y todavía aprecio a Abascal", afirma Steegmann en declaraciones a EL ESPAÑOL, "creo que algún día se dará cuenta de que se ha equivocado al prescindir de todas las personas que le ayudaron".

"El partido puede cambiar, quizá ya no necesita a determinados perfiles", admite, "pero es de bien nacido tener a esas personas cerca, como consejeros. No hacerlo es ingrato y poco inteligente".

Steegmann se desvinculó de Vox en 2024, tras verse apartado de las listas en las elecciones del 23J. Pero sus discrepancias venían de lejos.

"Entré en Vox porque creo que el valor más importante en política es la libertad, tanto la libertad personal de acción, como la libertad de mercado y la propiedad", indica.

Por ello ve con preocupación el actual "corrimiento de Vox hacia el azul mahón y el neofalangismo, con ticks anticapitalistas". Y pone como ejemplo de ello al nuevo portavoz adjunto de Vox, Carlos Hernández Quero, al que califica como "un podemita disfrazado de falangista".

Otros antiguos dirigentes del partido, consultados por EL ESPAÑOL, prefieren que no aparezca su nombre. Entre otras cosas, porque a la purga suele seguir el linchamiento del discrepante, por parte de la bien engrasada maquinaria de redes sociales de Vox.

"Algunos partidos se compran un medio de comunicación", dice una de las figuras más relevantes en el pasado reciente de Vox, "a nosotros nos ha pasado al revés, un medio de comunicación nos ha hecho una OPA hostil y ha comprado el partido".

Alude a la creciente influencia de Julio Ariza (fundador del grupo Intereconomía) y su familia sobre la actual dirección de Vox:

"Todo el actual equipo de comunicación del partido, encabezado por Juan Pflüger y el portavoz nacional José Antonio Fúster, está formado por antiguos empleados de Ariza", detalla.

La misma fuente alude a los pagos realizados por la fundación Disenso (cuyo presidente vitalicio es Santiago Abascal) a sociedades vinculadas a la familia Ariza (a la que compró La Gaceta, actual órgano de comunicación de Vox) y a la consultora del periodista Quico Méndez-Monasterio, actual asesor áulico del partido.

Sociedades que facturan a Vox (o a Disenso) por conceptos como los servicios de asesoría, la organización de eventos o la impresión de publicaciones.

Junto a este grupo de influencia, el actual núcleo de dirección de Vox procede de las filas del PP: Santiago Abascal, Ignacio Garriga y Jorge Buxadé, con un creciente papel de otras figuras como Lourdes Méndez-Monasterio o Nerea Alzola.

"Son peperos jugando a falangistas, gente derrotada en las guerras internas del PP, que se ha criado apuñalando por la espalda a otros compañeros", dice gráficamente el citado exdirigente del partido.

Las recientes elecciones autonómicas de Extremadura han puesto de relieve otros dos datos. Por un lado, el escaso peso de los barones regionales del partido, convertidos en mera correa de transmisión de la dirección nacional.

Muchos desconocían el nombre del candidato de Vox, Óscar Fernández Calle, hasta que en la misma noche electoral compareció para celebrar que su partido había logrado duplicar ampliamente su representación.

Y de ahí la paradoja: Vox no deja de crecer en las urnas, pese a que se desangra en luchas intestinas.

Una relevante figura política, que participó en el núcleo inicial de Vox, lo explica así: "En los últimos 20 años se ha impuesto en Europa el modelo de lo políticamente correcto, lo que algunos llaman woke: la ideología de género, el relativismo moral, el revisionismo histórico, la política de puertas abiertas a la inmigración irregular..."

Y estos valores, añade, han sido transversales tanto en la izquierda como en el centroderecha.

Sin embargo, ahora se produce una reacción en las clases medias y trabajadoras que "ven que les okupan la casa y no pueden hacer nada, crece la inseguridad en los barrios, la corrupción está desatada y está amenazada la unidad nacional por los pactos de Sánchez".

Como resultado de todo ello, agrega el mismo dirigente, "el centro de gravedad de la opinión se está desplazando claramente. Vox surfea muy bien esa ola, que se le va a seguir favoreciendo a corto plazo".