Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón asisten al juicio del caso Nóos

Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón asisten al juicio del caso Nóos Gtres

Política CASO NÓOS

Porcelanas, viajes de esquí y ropa por catálogo: las facturas que arruinaron la imagen de los duques de Palma

La Justicia considera que la hermana del rey debe devolver los gastos que hizo con su Visa de empresa desde 2009.

13 junio, 2018 01:55

La infanta Cristina solicitó en 2009 una Visa Oro a su nombre, pero con cargo a las cuentas de Aizoon, la empresa investigada de la que era propietaria junto a su marido Iñaki Urdangarin. Y con esa tarjeta, realizó una serie de gastos que se cargaron a las cuentas de dicha compañía. Hasta 136.950 euros, según ha considerado demostrado el Tribunal Supremo. Un dinero que la hermana del rey Felipe VI tendrá que hacer entrega a la Justicia, al ratificar la sentencia conocida este martes que hizo uso -sin saberlo, como partícipe lucrativo- de unos fondos procedentes de operaciones fraudulentas.

Peor lo tiene su marido, Iñaki Urdangarin, que además de la condena a 5 años y 10 meses de prisión, debe hacer frente a indemnizaciones por más de 1,5 millones de euros. Sin embargo, el coste reputacional para ambos estalló mucho antes, cuando los agentes de la Policía Nacional registraron el despacho de sus contables. Allí aparecieron los correos electrónicos que confirmaban las sospechas: que el dinero de la empresa se había derivado a gastos personales del matrimonio. Y que, después, esos fondos se habían introducido como gastos para rebajar la factura fiscal. 

Fue entonces cuando aparecieron las facturas sobre las clases de baile de la infanta, o los viajes a Río de Janeiro (Brasil). El trayecto se pagó en 2009 desde las cuentas de Aizoon, pero en los correos aparecieron billetes para toda la familia. Los pasajes para los adultos costaron 2.968 euros cada uno. Los de los niños, 2.318. En 2008, los entonces duques de Palma abonaron las once habitaciones de un viaje familiar en el albergue Santa Chiara de Roma con cargo a la empresa. Otro de los gastos fue un vuelo privado entre Telluride, una zona de esquí en Colorado (EEUU) y Denver. La factura del piloto suplente, por ejemplo, ascendía a 400 dólares la hora. 

Factura de compra de una vajilla de porcelana girada a Aizoon.

Factura de compra de una vajilla de porcelana girada a Aizoon.

Ropa por catálogo

Con la sentencia del Supremo, la responsabilidad sobre estos gastos recae en su mayoría en Iñaki Urdangarin, al considerar que se encargó de hacer pasar dichos gastos como propios de su actividad laboral. Por eso, la infanta sólo debe devolver el dinero disfrutado directamente por ella, 136.950 euros.

Declaración de Iñaki Urdangarín (1)

En otro de los correos analizados por la Policía, los agentes encontraron una hoja de gastos de Urdagnarin donde aparecían pequeñas cantidades con el epígrafe "encargo Cristina". Por el contenido de los correos, los investigadores pudieron saber que se trataba de compras de ropa por catálogo. "En la hoja de gastos me has metido unos contrarreembolsos de doña Cristina de La Redoute que es venta de ropa por catálogo. Esto no se puede meter. Ya lo has cobrado, por lo que lo meteré (esperemos que no tengamos ninguna inspección). Por favor, antes de meter los gastos mira que no haya cosas raras", alertaba a Iñaki Urdangain el asesor Marcos Tejeiro.

Las facturas reflejaban la compra de 28 platos, dos fuentes, seis platos de café, una azucarera y una ensaladera de porcelana adquirida a La Muy Nombre Y Artística Cerámica de Alcora, o la compra de 2.122 euros en botellas de vino compradas a las bodegas Baigorri, de Rioja. En este caso, los entonces duques de Palma compraron 123 botellas. 

Botellas de vino compradas con fondos de Aizoon.

Botellas de vino compradas con fondos de Aizoon.

No fueron los únicos datos que erosionaron la imagen de la pareja. En el transcurso de la investigación se supo además que Urdangarín contrató como empleados de su empresa incluso a los encargados de la limpieza en la casa particular que el matrimonio tenía en el barrio barcelonés de Pedralves. Un gasto que podría ser compatible si no fuera por que la empresa tenía su propia sede fuera de aquéllas paredes.