El periodista Josep Cuní, el viernes en los estudios de RNE en Barcelona.

El periodista Josep Cuní, el viernes en los estudios de RNE en Barcelona. Joan Gálvez

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Josep Cuní: "Puigdemont no regresará como lo hizo Tarradellas, la historia sólo se repite como farsa"

"Pujol vio la última línea de su biografía política manchada por la corrupción y eso le ha mortificado" / "En Cataluña hay cansancio con el 'procés', ha tenido consecuencias dramáticas" / "Los líderes del ‘procés’ se acabaron creyendo sus deseos, nada es más fácil que hacerse trampas en el solitario".

17 marzo, 2024 02:12

Su trayectoria de cuatro décadas y su capacidad de análisis le ha convertido en la voz más creíble y respetada del panorama informativo catalán. También, en una voz imprescindible para comprender las claves de la telaraña en la que se ha enredado el Gobierno de Pedro Sánchez: la tramitación de la amnistía, las elecciones catalanas del 12 de mayo y el incierto regreso de Puigdemont a España. No será, anticipa, como el de Tarradellas tras el fin de la Dictadura: "La historia sólo se repite como farsa".

Si Jesús Hermida inventó las mañanas de TVE, Josep Cuní i Llaudet (Barcelona, 1953) ha reinado en las mañanas de la radio y la televisión en Cataluña durante más de dos décadas, ante los micrófonos de COMRàdio, Ona Catalana, TV3 y la Cadena Ser. A lo largo de toda su trayectoria ha ganado cinco premios Ondas.

Durante 2018, dirigió y presentó varios reportajes especiales para el grupo Mediaset. Uno de ellos, sobre las familias rotas por el procés y otro sobre La Rusia de Putin. También ha sido director de contenidos de Catalunya Ràdio y ha presentado el programa estrella de 8TV, la televisión que nació como alternativa a TV3 en Cataluña.

Defensor convencido de los medios públicos, desde 2022 dirige 24 Horas, el informativo de análisis de RNE. Josep Cuní atendió las preguntas de EL ESPAÑOL este viernes, desde los estudios de RNE en Barcelona.

Aunque se muestra implacable con la irresponsabilidad de los líderes independentistas durante el procés, dedica su mirada más humana a cada dirigente político que surge en la conversación. "Pujol vio la última línea de su biografía política manchada por la corrupción, y eso le ha mortificado", afirma sobre el expresidente de la Generalitat. Con él empezó todo.

Junts ha anunciado que Puigdemont se plantea ser candidato a la Presidencia de la Generalitat, regresar a España para la investidura y dejarse detener para provocar una conmoción social. ¿Intenta emular el 'Ja sóc aquí' que pronunció Josep Tarradellas en 1977?

La historia no se repite, y cuando se repite lo hace en forma de farsa. No hay paralelismo, desde mi punto de vista. En cualquier caso, están por ver los resultados electorales y los tiempos de la ley de amnistía. Es posible que se solape la tramitación de la amnistía en el Senado con la campaña catalana, y los trámites parlamentarios los puede cargar el diablo.

A partir del momento en el que se convocan elecciones, todo lo que dicen los partidos lo dicen en clave electoral. Las últimas encuestas que conocimos en Cataluña, que son de finales de año, apuntaban a que, de las dos formaciones independentistas, la que estaba en aquel momento en una posición más débil electoralmente era Junts. Es lógico que intenten situarse en la casilla de salida con tanto protagonismo como puedan.

Entiendo que no ve paralelismos entre el regreso del exilio de Tarradellas en plena Transición, y el del "exiliado" Puigdemont. 

Este paralelismo es goloso, pero es falaz. No estamos en los mismos momentos, no olvide que aquel regreso fue una operación de Estado. Este regreso será consecuencia de una ley de amnistía que también se puede entender como otra operación de Estado, pero mucho más amplia. No creo que esté previsto que, si regresa Puigdemont, se pase primero por Moncloa antes de llegar a Barcelona, como hizo Tarradellas.

¿El papel de mártir sigue siendo el principal activo electoral de Puigdemont?

Todos los pueblos que se sienten perseguidos necesitan un mártir. Y cuando no lo tienen, alguien se presenta para serlo, es respetable. Lo que pasó en 2017 queda muy atrás. En Cataluña en este momento hay un cansancio bastante considerable de todo aquello. También en el sector independentista.

Vuelvo a los últimos sondeos publicados a final de año: los independentistas lo tenían difícil para sumar una mayoría. A una parte de su electorado también le ha cansado la situación, sobre todo las peleas entre independentistas. Y porque el objetivo que le vendieron no sólo no se consiguió, sino que las consecuencias que ha acarreado han sido realmente duras, difíciles y, en muchos casos, dramáticas.

Pero el grueso del independentismo sigue teniendo un buen electorado, que puede ser del 40% o del 45%, es un grueso considerable. Teniendo en cuenta este paisaje, el independentismo sabe que no puede vender lo mismo que en 2017, porque el tiempo no pasa en vano y las circunstancias son totalmente distintas. Y también el panorama político español ha cambiado.

Uno puede mantener legítimamente su ideario independentista, pero debe saber leer los tiempos, para jugar las cartas adecuadas.

¿Qué escenario ve más probable después de las elecciones del 12 de mayo? ¿Una victoria de Salvador Illa que daría paso a un nuevo tripartito? ¿O un bloque independentista de ERC y Junts?

Cualquier cosa que dijera sería pura especulación, y el papel del periodista no es especular, sino intentar trasladar al lector, al oyente o al espectador las claves para que pueda entender lo que está ocurriendo.

Según las encuestas que citaba, el 60% de los catalanes cree que el procés ha traído más perjuicios que beneficios. Y eso está en el pasivo de los independentistas, no en su activo. Faltaría saber qué parte del independentismo se siente fatigado en este momento.

ERC dice que no hará presidente de la Generalitat a Illa porque les separa un abismo. ¿Es sólo postureo ante su electorado? ¿Con quién cree que se puede entender mejor ERC?

Es curioso que Esquerra diga eso, cuando estaba a punto de salvar los Presupuestos del Estado [de 2024] y ha sido uno de los apoyos más sólidos que ha tenido el PSOE en el Congreso de los Diputados en la anterior legislatura y en lo que llevamos de esta, en la que todavía está por ver la solidez.

Pero acaba de empezar la precampaña electoral y todos tienen que separarse de todos, porque el trasvase de votos en Cataluña es un muy transversal. Hay independentistas que podrían votar a los socialistas y comunes que podrían votar a ERC. Y hay incluso trasvase del PP al PSC, según los sondeos estudiados. Cuidado, por tanto, con cualquier lectura fácil o simple, porque la realidad es mucho más tozuda y poliédrica.

¿Cree que a Salvador Illa, que según las encuestas parte como ganador, le puede pasar factura el 'caso Koldo' en las urnas, o lo da por amortizado?

Primero está por ver, y por demostrar, que él tenga algún titular que le pueda perjudicar. Hasta este momento, su nombre ha aparecido de una manera tan fugaz como el de Miguel Tellado. Sin más. Y no parece que el nombre de Tellado haya perjudicado al PP.

Pedro Sánchez ha renunciado a tramitar los Presupuestos de 2024 debido al adelanto electoral en Cataluña. ¿La continuidad del Gobierno de Sánchez depende del resultado de estos comicios?

Sería muy temerario dar una respuesta contundente: en el horizonte tenemos tres citas electorales, dos de ellas autonómicas y unas europeas. Y ya sabemos que las autonómicas tienden a ampliar su perímetro y acaban siendo analizadas en clave nacional. De la misma manera que se va a encoger el perímetro de las europeas, para analizarlas también en clave nacional.

Esperemos a ver qué pasa con los resultados de estas elecciones y luego podremos hablar de qué apoyos pueda tener Pedro Sánchez para mantener la legislatura. Dicho esto, el problema que tiene el PP para erosionar la suma de los partidos que dan apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez es que sólo sumaría con Vox.

Y eso ahuyenta a posibles aliados que el Partido Popular pudiera tener en algunos nacionalistas, como el PNV o incluso Junts, si nos creemos todo lo que se ha dicho del intento de acercamiento del PP a Junts. Es cierto que hay un vínculo ideológico, sobre todo acerca de las políticas económicas, con los nacionalistas catalanes y vascos históricos. Pero en la medida en que Vox está ahí en medio, eso ahuyenta cualquier otra colaboración. Y esta es también la argamasa que ayuda a Pedro Sánchez: fuera del bloque de Gobierno lo que queda es el centroderecha, pero con el apoyo de la ultraderecha.

El Gobierno insiste en que el objetivo de la amnistía es recuperar la convivencia. ¿Es posible esa reconciliación, cuando Junts anuncia que tras la amnistía lo volverá a hacer, por la vía unilateral?

En Cataluña las cosas han cambiado, y empezaron a cambiar especialmente a partir de los indultos. Ya se verá cuando la ley entre en vigor y la Justicia vaya dictaminando en cada uno de los casos que se le presente.

La Comisión de Venecia acaba de decir que la amnistía es legítima. Le tira de las orejas al Gobierno por los procedimientos, pero dice que una amnistía es recomendable para la reconciliación. El efecto de la reconciliación también pasa por las urnas y entonces se verá si incide en los resultados electorales.

El periodista Josep Cuní, en los estudios de RNE, desde donde presenta y dirige el informativo diario '24 Horas'.

El periodista Josep Cuní, en los estudios de RNE, desde donde presenta y dirige el informativo diario '24 Horas'. Joan Gálvez

Yo creo que va a incidir porque, insisto, hay un cansancio de una situación que viene ya de diez años. Y esa tensión ha impedido hablar de los problemas reales que tiene la ciudadanía. A los que ahora se ha añadido la sequía, que afecta a la parte más poblada de Cataluña, directamente a más de 5 millones de habitantes. La ciudadanía es muy crítica por cómo se está gestionando, y por qué no se han aplicado las soluciones que ya se plantearon en la sequía anterior, cuando estaba el Tripartito.

En todas estas cosas, en el día a día, hay claves suficientes como para alterar muchos estados de ánimo. En el juego de estas elecciones, la amnistía tiene un peso específico importante. Pero vuelvo a las encuestas: más del 60% de los catalanes están a favor de la amnistía, y eso incluye una parte importante que no es independentista, porque el independentismo nunca tuvo el 60% de los votos. Ni siquiera el 50%. Tuvo más del 50% de los escaños del Parlament, pero no de los votos populares.

Puigdemont insiste en que volverá a recurrir a la vía unilateral. ¿Estamos condenados a repetir el 'día de la marmota'? ¿Ponemos el contador a cero para volver a cometer los mismos errores?

Junts se queda con esa retórica política y, mientras, no habla de otras cosas. Nadie conoce en este momento de manera clara qué haría con los problemas diarios de la sociedad. Para mantener el fuego encendido y buscar un rédito electoral, este es su argumentario. Pero de aquí a que pueda cumplir lo que dice, hay un abismo. 

Lo hubo en el momento en que todo parecía que podían hacerlo, e incluso lo intentaron, y luego detrás no había nada. Ahora, con el cambio de circunstancias y el cambio de apoyos populares, no será. Parto de la base de rebajar considerablemente lo que se anuncia en política, sobre todo cuando lo que se anuncia son soflamas.

¿El 'procés' y la declaración de independencia fueron una ensoñación, como dijo el Tribunal Supremo? ¿O fue un enorme farol que nos ha salido muy caro en términos económicos y de convivencia?

Aquello fue a una ilusión colectiva de una parte importante de la sociedad de Cataluña, basada en un discurso que se demostró más teórico que con posibilidades de ser práctico. Y de aquellos polvos, estos lodos.

¿El 'procés' fracasó cuando pasaron las horas y no llegaban los reconocimientos internacionales? ¿Cuando empezaron a marcharse las grandes empresas, o cuando se aplicó el 155?

Fracasó en el mismo momento en que, después de haberse proclamado la independencia, se dijo que no se aplicaría. Por eso la declaración de independencia duró dos minutos y ni tan siquiera se arrió la bandera española del Palau de la Generalitat.

La investigación judicial del caso 'Volhov' ha acreditado los contactos directos de Puigdemont y su entorno con agentes del Kremlin. ¿Cree que el régimen de Putin apoyó el 'procés' para desestabilizar a la UE, como ha señalado el Parlamento Europeo?

El régimen de Putin lleva mucho tiempo intentando meterse en todas partes, para desestabilizar. Si entonces se le presentó esta oportunidad, pues probablemente la estudió, pero no consta que tuviera ningún efecto directo.

Hay que situarse en aquel momento. El independentismo buscaba contactos internacionales por todas partes, para poder hacer creer que realmente si había una declaración de independencia habría un apoyo, que se demostró inexistente.

Había rumores que hacían correr de que Putin avalaría la independencia de Cataluña a cambio de instalar una base rusa en el Mediterráneo, concretamente en el puerto de Tarragona. Los había, pero también formaban parte de un imaginario muy interesado y un poco de película de Hazañas bélicas. También se decía que el independentismo tenía ya un acuerdo con el Gobierno de Israel, que se haría cargo de mantener la estructura del régimen de la Seguridad Social durante unos meses, para que los pensionistas catalanes, una vez consumada la independencia, pudieran seguir cobrando sus pensiones.

Se decían tantas cosas, que formaban parte del enardecimiento de las masas y de hacer creer que todo estaba preparado, cuando se demostró que no era cierto. Y no lo digo yo, lo dijo la señora Clara Ponsatí, que habían ido de farol.

Según las grabaciones del 'caso Volhov', los emisarios del Kremlin ofrecieron a Puigdemont 10.000 soldados para defender la independencia. ¿Cree que estuvimos cerca de ese escenario de confrontación civil? ¿Puigdemont no siguió adelante porque le dio vértigo esa situación?

Vamos a contextualizar. Puigdemont estaba dispuesto a convocar elecciones, a las 2:30 de la madrugada se había comprometido con parte de su equipo a hacerlo. Convocó una comparecencia pública a las 10:00 de la mañana para anunciarlo, que se fue retrasando. Porque entonces aparecieron en la plaza de Sant Jaume un grupo de exigentes independentistas llamándole traidor. Y están las famosas monedas en el tuit del señor Rufián.

Las 155 monedas de plata.

Y todo eso presionó psicológicamente a Puigdemont, o él se dejó presionar. A nadie le gusta que le llamen traidor, pero a un político menos, especialmente si es por parte de los suyos. Entonces cambió de opinión y dijo que tiraba para adelante y que el Parlament proclamaría la independencia. Si hubiera convocado elecciones, como se había comprometido con una parte importante de la sociedad catalana, el enfoque  sería totalmente distinto. Habría habido unos resultados electorales y no sé si hubieran aparecido los rusos por algún lado.

Pero las cosas acabaron de la peor manera posible para todo el mundo. También el Estado, en ese caso el Gobierno de Mariano Rajoy, estuvo falto de cintura, especialmente durante la última semana, aunque mucho más en la época anterior al momento definitivo. Habría podido evitar muchísimas cosas si se hubiera comprometido con Artur Mas unos años antes a revisar el modelo de financiación. Porque no olvidemos que eso fue lo que prendió la mecha.

Por tanto, ¿no cree que la sentencia del Constitucional sobre el Estatut fuera el detonante del 'procés', como sostienen habitualmente los partidos independentistas?

El proceso es la consecuencia de muchos elementos, que condujeron a una línea de no retorno. Y bueno, han pagado las consecuencias.

Los dirigentes del 'procés' aseguraban que una Cataluña independiente seguiría formando parte de la Unión Europea, que sería reconocida de inmediato por otros países y que las empresas no se marcharían. ¿Mintieron deliberadamente o se creían esas afirmaciones?

Hay una parte del independentismo que, a fuerza de repetirse sus deseos, se los acabaron creyendo. Pero eso le puede pasar a cualquiera en muchas circunstancias de la vida, ¿no? No hay nada más fácil que hacerse trampas en el solitario. Lo que sucede es que las trampas que se hicieron en aquel solitario tuvieron unas consecuencias terribles. Y las seguimos pagando.

En un momento de crisis económica, la Arcadia feliz siempre es un gran engaño. No hay que olvidar que veníamos de la crisis del 2008, que fue muy severa y que el Gobierno de Zapatero negó durante dos años. Y cuando nos enfrentamos a la realidad que oficialmente no se reconocía, tuvimos que pasar un desierto económico realmente duro que costó muchísimo recuperar.

Las crisis económicas también alimentan los populismos.

Alimentan las necesidades y exigen soluciones. Que pueden ser adecuadas, pero en política se buscan soluciones inmediatas, porque hay unas elecciones. Todo eso se convierte en una combinación de elementos realmente explosiva.

Otorgar a Cataluña un pacto fiscal similar al del País Vasco, como reclamaba Artur Mas, ¿aplacaría a los independentistas?

Esa es una de las tres soluciones que plantearon hace una semana 20 organizaciones empresariales catalanas, y es uno de los planteamientos económicos que Cataluña ha hecho reiteradamente. Aunque el pacto fiscal, que fue lo primero que se planteó, no tiene que ver con el concierto vasco. Al rechazar el pacto fiscal, que había reclamado Artur Mas, el Gobierno puso más mecha al procés. A partir de entonces, todas las exigencias se elevaron de nivel. Y lo que había sido el pacto fiscal pasó a ser un planteamiento económico similar al de Euskadi y Navarra. A veces olvidamos el régimen foral de Navarra, porque tiene otras connotaciones, sobre todo de comportamiento electoral distintas. Pero el beneficio fiscal que tiene Navarra es exactamente igual al que tiene el País Vasco.

¿Esa solución no acentuaría las desigualdades dentro de España? ¿No resulta insolidario que las regiones más ricas se queden con mayor porción de sus impuestos? ¿Es progresista esa fórmula?

Las desigualdades ya existen y están dentro en la Constitución [en el caso del País Vasco y Navarra]. A partir del momento en que existen las desigualdades, existe un problema que ya no es coyuntural, es algo más profundo.

Si las comunidades más ricas son las que luego reciben menos, se plantea entonces un agravio comparativo que tampoco es justo. Es una situación que se quiere dar por buena, cuando no gusta a nadie. No hay nada que provoque en este momento mayor cohesión entre las autonomías gobernadas por distintos colores políticos, que la necesidad de revisar el sistema de financiación.

El periodista Josep Cuní, este viernes en los estudios de RNE en Barcelona.

El periodista Josep Cuní, este viernes en los estudios de RNE en Barcelona. Joan Gálvez

Eso debería llevar a una política inteligente, para que nadie reciba proporcionalmente menos de lo que aporta, pero sin que nadie se quede atrás. Tampoco olvidemos que las circunstancias económicas de España han cambiado en todos los sentidos. Aunque hay unas autonomías más pobres que otras, por sus políticas industriales del pasado entre otras razones, también es cierto que por la vía de los servicios y del turismo muchas de aquellas autonomías que eran pobres entonces, lo son menos hoy.

Antes decía que, más allá del independentismo, desconocemos las políticas que Junts defiende para los problemas cotidianos. Sí sabemos lo que haría con los inmigrantes irregulares: expulsarles si son delincuentes reincidentes. ¿No es chocante meter a Junts en el bloque progresista, cuando defiende un discurso similar al de Vox en materia de inmigración?

Yo no pondría a Junts en el bloque progresista, pero seguro que no lo pongo en el bloque de ultraderecha. Junts en este momento es una amalgama de elementos diversos, que todavía no ha hecho una definición ideológica del lugar que quiere ocupar. Más allá del independentismo, no ha definido aún sus idearios.

¿La Cataluña actual, para bien y para mal, es hija de las políticas que marcó Pujol? 

Es lógico, después de 23 años de mandato. La gran habilidad de Pujol fue conocer la idiosincrasia de la sociedad catalana. Y esa habilidad la tuvieron Maragall, que ya la traía de fábrica, y al final también Montilla. También Artur Mas, pero cuando entró en lo que fue el germen del procés, a partir de ahí sus políticas quedaron supeditadas al ideario eminentemente político, más que al social.

¿Jordi Pujol dilapidó su prestigio político cuando reconoció la fortuna familiar oculta en Andorra? Dijo que era la herencia del abuelo Florenci.

Pujol fue un político pragmático y con una capacidad no sólo intelectual, sino también de habilidad política innegable, que vio cómo la última línea de su biografía política aparecía manchada. Y esto le ha mortificado de tal manera que, como creyente católico practicante que es, creyó que tenía que expiar su pecado. Y es lo que ha estado haciendo hasta ahora.

Además de la negativa de Rajoy al pacto fiscal, el rosario de casos de corrupción de Convergencia, desde el 3% al caso Palau o el propio patrimonio de la familia Pujol, ¿también fue un detonante que desencadenó el 'procés'?

Probablemente se mezclaron muchas cosas. Todo lo que se ha escrito sobre la marcha, y en el mismo momento, ha quedado marcado por la impronta de las filias y las fobias. Cuando te vas alejando en el tiempo, va cobrando otras perspectivas.

Es evidente que Pujol era un líder incontestado en su partido. De tal manera que el partido no le controlaba a él, sino que era él quien controlaba el partido. A partir de ahí, lo que afectaba a su entorno más próximo y familiar, el partido podía saberlo, pero no se comentaba en el partido.

Cuando estallan los casos de corrupción que le salpican, hay un cierre de filas. Porque si una característica tiene el nacionalismo, cualquier nacionalismo, es la capacidad de victimizarse. Pero esto sucedió con Pujol, y sucede con cualquiera. Cuando uno sale a dar explicaciones acerca del posible escándalo que le ha estallado y se presenta como víctima, está utilizando una carta que entiende que es muy hábil para que por lo menos su propia feligresía cierre filas con él.

En 1980 Josep Tarradellas denunció que Pujol pretendía instalar "una dictadura blanca muy peligrosa" y pronosticó que recurriría al victimismo y se envolvería en la bandera de Cataluña para protegerse de las acusaciones de corrupción, que ya entonces le acechaban con el 'caso Banca Catalana'. No se equivocó mucho.

Tarradellas y Pujol tenían una mala relación desde siempre. Tarradellas quería regresar y ser presidente legítimamente, y temía que Pujol le quitara el puesto. Y a la inversa. Fue una pugna de titanes.

¿Tarradellas sí regreso a España con un espíritu de reconciliación que ahora echamos en falta?

Es que ese era el espíritu global de la Transición. Fue un político experimentado en la peor época española del siglo XX, con todo lo que supuso la guerra civil y el exilio, que supo adaptar sus convicciones a las circunstancias. 

¿Pujol estaba tan obsesionado con controlar a los medios y la opinión pública como se suele decir?

Yo estuve en activo durante todo el mandato de Jordi Pujol, buena parte de ese tiempo en los medios públicos de Cataluña, y a mí nunca nadie me llamó para decirme lo que  debía o no debía decir. Es más, las docenas de veces que le entrevisté, lo primero que me decía siempre era: usted pregúnteme lo que quiera. Y yo le contestaba: por supuesto.

¿Cree que, durante el 'procés', TV3 mantuvo la neutralidad institucional, o en algún momento traspasó algunas líneas rojas que nunca debe atravesar un medio público? 

Todos los medios están influidos por la proximidad de los hechos respecto a su sede central. En aquel momento, con lo que estaba sucediendo en Cataluña, todos los medios con sede en Cataluña tenían una mirada, digamos, no coincidente al 100% con las miradas que se tenían desde Madrid. Porque en Madrid la mirada era exactamente la mirada del Gobierno español.

Aquí había la mirada del Gobierno de Cataluña, y hubo algunos medios que entendieron que estaban haciendo lo que tenían que hacer. Porque ahí está la libertad de información, ¿no? La gran mayoría de los medios catalanes estuvieron en los matices permanentemente acerca de lo que pasaba, pero también entendiendo que el Gobierno de Madrid, por su posición irreductible a ningún tipo de acuerdo, estaba alejándose de lo que pensaba una parte importante mayoritaria de la ciudadanía de Cataluña. Lo que hizo TV3 fue lo que TV3 fue capaz de hacer, porque en esas circunstancias nadie lo hace bien.

Durante su larga trayectoria profesional ha pasado por medios como la cadena SER, Catalunya Ràdio, TV3, 8TV, ahora en RNE... ¿En cuál de estas etapas ha sufrido más la presión de los políticos?

Debo ser un rara avis. No soy muy dado a lamentarme de censuras, porque hay cosas que en algunas ocasiones se han considerado censura, y que yo siempre he considerado como el fruto normal de la relación que debe tener un periodista con cualquier actor político, económico, etcétera. La misma libertad que yo tengo de hacer una pregunta, ellos la tienen de no responder. Y a partir de ahí, la misma libertad que ellos tienen de presionar, si es que lo consideran oportuno, yo la tengo para no dejarme presionar.

Nunca me he sentido presionado, en un sentido contundente por nadie. A lo mejor es mi manera de ser. O a lo mejor es que no he sido tan importante y no he merecido que nadie me presionara.

Esa última posibilidad yo la descartaría...

Yo no, a lo mejor también es porque me han dado siempre por imposible, porque sabían que intentar presionarme a mí sería dar en hueso, no lo sé. Por supuesto, he tenido mis rifirrafes con quienes hayan querido influir en mi manera de contar las cosas, pero no me han parecido nunca lo suficientemente dramáticos como para salir a denunciar nada. Todos los directores, de cualquier programa o de cualquier medio, saben perfectamente cómo son las relaciones, que son siempre muy complejas. Porque generalmente la noticia está en aquel que no quiere que lo que sabe sea noticia. Entonces hay un choque de intereses brutal, el periodismo es un choque de intereses.  Lo que yo he intentado hacer es llevarlo de la mejor manera posible y procurar que los choques no sean excesivamente dramáticos, pero tampoco ceder como para evitar el choque.

En la política actual, ¿ha dejado de importar la realidad? ¿Sólo importa el relato que los partidos políticos fabrican e intentan imponer sobre la realidad? 

Toda confrontación lo es también de relatos, y cuando hay una confrontación de relatos, ahí entra el periodismo. Cada periodista o cada medio decide si compra un relato para posicionarse en uno de los lados de la confrontación, o si se sitúa un poco al margen y busca su propio relato.

Lo hemos visto con el dictamen de la Comisión de Venecia, a la que invitó el Senado con mayoría absoluta del PP, se supone que con la voluntad de que haga un dictamen que le vaya a favor. El PP puede acogerse a algún punto del dictamen, por ejemplo sobre la manera de tramitar la ley. Pero la Comisión de Venecia no ve ningún inconveniente en la amnistía. Entonces, ¿qué relato compramos? Leyendo todos los puntos de la Comisión, lo que emerge es que se debería haber consensuado más...

También plantea serias objeciones: la amnistía no debe diseñarse a la medida de personas concretas, como se ha hecho.

Y no por la vía de urgencia. Pero también admite que se ha seguido el procedimiento previsto para una Ley Orgánica en España. Yo entiendo el periodismo leyendo el texto y diciendo: a unos les dice eso y a otros les dice aquello. Y luego, en cualquier caso, en las conclusiones, poner la prioridad en la importancia de lo que dice el texto, desde mi punto de vista: que considera que la ley de amnistía es legítima. Punto pelota.

Entiendo que la clave es contar las cosas de la forma más honesta posible, dentro de las limitaciones que tenemos todos los medios y periodistas.

Sólo he buscado en mi vida profesional, y me doy cuenta ahora, a partir de los años acumulados, ser lo más honesto posible. Eso es lo que ha marcado mi camino, a veces de forma inconsciente, pero también por mi manera de ser: buscar la ecuanimidad. Porque el enfrentamiento, ¿qué acarrea? ¿más enfrentamiento? ¿Aporta soluciones? Generalmente no, y las que aporta suelen ser dramáticas si no se para a tiempo.