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España EXTERIORES

Una denuncia alertó ya en 2012 de la venta de visados en el Consulado de Tánger y Exteriores no hizo nada

Habla el policía que lo denunció: "Anticorrupción archivó la demanda por falta de colaboración tanto de Exteriores como de Marruecos".

27 junio, 2023 02:57

La presunta corrupción en el Consulado de España en Tánger por la venta de visados para facilitar la entrada de ciudadanos marroquíes en nuestro país se arrastra desde hace al menos una década. Tras la denuncia de EL ESPAÑOL, el Ministerio de Asuntos Exteriores que dirige José Manuel Albares, abrió una investigación la semana pasada.

Según ha podido saber este periódico, un policía nacional, agregado del Ministerio del Interior, denunció ya esta trama en 2012, sin que desde entonces se tomaran cartas en el asunto.

Este agente elevó quejas al cónsul, a los consejeros de Interior y Justicia de la Embajada de España en Rabat, al propio embajador, al CNI en Marruecos y a la Fiscalía Anticorrupción en Madrid. Sin saltarse un eslabón, paso a paso, denunció las irregularidades detectadas -las mismas que hoy salen a la luz- acompañándolas de la documentación que recopiló.

[Implican en varios audios al cónsul de Tánger en un fraude de visados para traer marroquíes a España]

Anticorrupción archivó la demanda "por falta de colaboración tanto del Ministerio de Asuntos Exteriores [entonces dirigido por José Manuel García-Margallo] como de las autoridades marroquíes", desvela este funcionario a EL ESPAÑOL. 

"Teníamos información de que había tres conseguidores marroquíes y que por Teresa [la secretaria del cónsul actual, que ya lo era entonces] pasaban única y exclusivamente aquellos ciudadanos que daban dinero. Se pagaban 5.000 euros. Estaban coordinadas cinco personas: Teresa, su marido, que también trabajaba en el consulado, y tres intermediarios", detalla la fuente, que prefiere guardar el anonimato.

El coladero de visados, dice este agente, era el contingente de trabajadoras de la fresa. Muchas pagaban para conseguir el visado y poder llegar a España. "Se falseaban contratos laborales", asegura. 

Según este policía, un joven marroquí nacionalizado español, que tenía una tienda de regalos, "llegaba al consulado con 8 o 10 pasaportes, los entregaba en mano a Teresa y volvía al cabo de los días a por ellos, ya con el visado". Las normas obligan a que sea el interesado el que recoja el documento, y en caso de no poder hacerlo, lo justifique de forma fehaciente. Tampoco pueden entregarse varios documentos a una misma persona.

"Un día se presentó una señora marroquí en el consulado con dinero en efectivo, alrededor de 3.000 o 4.000 euros, para que Teresa le hiciera un visado a su hijo. Confundió a la conserje con la secretaria y a la entrada le soltó los billetes. '¿Tú eres Teresa? Te doy dinero porque yo quiero que mi hijo tenga el visado de una vez y esto no puede ser'", relata el agente.

En ese momento, la conserje avisó al agregado. "Subí al despacho del cónsul con ella como testigo y le informé de que una señora estaba preguntando por la secretaria con dinero en mano, algo de lo que ya había advertido en alguna ocasión", detalla este policía. La denuncia no tuvo mayores consecuencias.

"Me hicieron la vida imposible"

El entonces agregado de Interior, que hoy relata los hechos a EL ESPAÑOL, solicitó que se realizasen escuchas y que interviniera el CNI. Los agentes de inteligencia españoles le reconocieron que sabían cosas pero, según le explicaron, "no querían estropear sus relaciones con el Ministerio de Asuntos Exteriores" y preferían que fuera era ese departamento el que tomase la iniciativa.

"El comandante de la Guardia Civil en Tánger hizo exactamente igual. Me dijo: 'A mí me han dicho que no me meta en esto'. Y así me fueron dejando absolutamente solo", añade.

Cuando su denuncia llegó a la Fiscalía Anticorrupción, la fiscal le dijo que lo que había investigado era "sólo la punta del iceberg". Le reconoció que ella había solicitado al Ministerio de Asuntos Exteriores los visados tramitados en Tánger en unas determinadas fechas "y lo que le pasaban era los visados de Birmania de una época que no había pedido", asegura. 

La denuncia de este policía nunca se resolvió; al contrario: el cónsul dirigió una carta al Ministerio de Exteriores con el objetivo de echarlo. Finalmente, lo trasladaron del Consulado de Tánger al de Rabat.

"Me hicieron la vida imposible: prohibieron al personal que hablase conmigo, me negaban hasta el saludo. Incluso el servicio de limpieza del consulado tenía prohibido dirigirme la palabra", lamenta.

Según el policía, los marroquíes no sólo pagaban con dinero en busca de favores. Había regalos de toda clase. Este tipo de situaciones siguen ocurriendo actualmente, según explica a EL ESPAÑOL una fuente desde Tánger.