El ministro de Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita.

El ministro de Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita.

España CRISIS CON MARRUECOS

Marruecos aplaza el deshielo de las relaciones con España hasta después de sus elecciones del 8-S

Uno de los cambios que se barajan en el Gobierno marroquí es precisamente el del ministro de Exteriores, Nasser Bourita.

17 agosto, 2021 03:13

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España se esfuerza en recuperar las relaciones diplomáticas con Marruecos, rotas desde que acogió al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, por razones humanitarias el pasado mes de abril. Sin embargo, el deshielo no llegará hasta pasadas las elecciones legislativas del 8 de septiembre.

El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha asegurado en su círculo cercano que se establecerá pronto el contacto con el país vecino, e incluso ha adelantado que se esperan encuentros a alto nivel. Mientras tanto, desde Madrid, abogan por la discreción y el trabajo en la sombra.

Fuentes marroquíes aseguran a EL ESPAÑOL que aún no hay cambios significativos, “que las relaciones siguen igual” y que “los ministros no han hablado”. “Solamente existe el contacto en el ámbito de la Inteligencia", aclaran.

Lo cierto es que Nasser Bourita, al frente de Exteriores, ha estado ocupado con la apertura de un nuevo consulado africano en el Sáhara Occidental; en recibir a su homólogo israelí, Yair Lapid, para abrir la oficina de enlace del Estado de Israel en Rabat el pasado jueves, y este lunes con el primer viceministro de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, Choi Jong-kun.

El primer síntoma de que las relaciones bilaterales podrían retomarse con el tiempo es la buena disposición para que la embajadora Karima Benyaich vuelva a Madrid, según explican fuentes diplomáticas consultadas por EL ESPAÑOL. Aunque, por el momento, llamada a consultas durante la acogida de Ghali, sigue en Rabat desde el 18 de mayo.

Ese sería el punto de partida de la descongestión de la crisis. Después, se espera que Marruecos acepte el plácet para que se incorpore un nuevo embajador español en Rabat. Y a partir de ese momento, es cuando el país vecino se plantea recibir al ministro Albares.

Los menores de Ceuta

Aunque se ha querido ver una mejoría de las relaciones en el comienzo de la repatriación de menores desde de Ceuta, aplicando el acuerdo de admisión de menores no acompañados de 2007, se trata de una directriz del rey Mohamed VI que España está gestionando.

El 1 de junio, el monarca envió instrucciones a su gobierno para resolver “la cuestión de los menores marroquíes no acompañados” en España y en Europa. Y Madrid mostró su disposición a realizar la repatriación una vez se cumplieran los requisitos jurídicos.

Ese mandato llegaba desde la casa real alauita a los ministerios de Exteriores e Interior tras la recriminación, por parte del Parlamento Europeo, de utilizar a los nacionales para presionar a España.

La Eurocámara expresó su “rechazo a la utilización por parte de Marruecos de los controles fronterizos y de la migración y, en particular, de menores no acompañados, como medio para ejercer presión política contra un Estado miembro de la Unión”. De hecho, el término “chantaje” fue muy utilizado en ese debate.

Posteriormente, el Ministerio de Exteriores marroquí mostró su disposición “a colaborar con los países europeos y la UE, para resolver esta cuestión”. Ahora, la directriz la está ejecutando Fernando Grande-Marlaska, el ministro del Interior, que mantiene una mejor sintonía con su homólogo marroquí, y es el político más respetado del Gobierno español en Marruecos.

Bourita podría salir

Actualmente, el país magrebí está inmerso en el proceso de las elecciones legislativas del 8 de septiembre, que comportarán cambios en el Gobierno. Los dos servicios de la Inteligencia marroquíes coinciden en manifestar que la cabeza de Nasser Bourita está sobre la mesa y, que, tras las elecciones, podría salir del Ejecutivo.

Los comicios serían la ocasión de sustituir a Bourita al frente de la diplomacia, y darle una responsabilidad en las relaciones exteriores económicas con los países anglosajones y el continente africano.

Hay que tener en cuenta que, en Marruecos, el ministro de Exteriores no es elegido en las urnas, sino designado por la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el servicio de Inteligencia exterior marroquí que depende directamente del Palacio Real.

Su gestión para repatriar a los miles de marroquíes atrapados en el extranjero durante el confinamiento en 2020 y, sobre todo, la entrada de miles de ciudadanos marroquíes a Ceuta en el mes de mayo, que denigró la imagen del país magrebí por todo el mundo y le supuso la contestación de la UE habrían disgustado al monarca.

En 2020, la prensa marroquí difundió su posible destitución al filtrarse que había repatriado a su hija, residente en Londres, la víspera del cierre de la frontera, el 13 de marzo, mientras miles de ciudadanos se quedaban atrapados en diferentes países sin poder retornar a Marruecos durante meses.

Otras fuentes consultadas consideran la sustitución de Bourita poco probable por la buena trayectoria en el cargo, al devolver el país a la Unión Africana (UA), conseguir que una veintena de Estados reconocieran el Sáhara Occidental -con la guinda del decreto presidencial de Donald Trump apostando por la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental-, y su excelente relación con el Reino Unido.

En todo caso, Bourita es la cara visible de todo un equipo. Detrás, en un segundo plano, está el viceministro Mohcine Jazouli, a quien se ha visto cortando la cinta durante la inauguración de la oficina de enlace de Israel en Rabat la semana pasada. Y en la cúpula se sitúa Yassine Mansouri, amigo del rey, uno de sus consejeros, y jefe de la Inteligencia.

Finalmente, todo dependerá de la reunión programada en Alhucemas, durante la estancia estival de Mohamed VI, con sus consejeros reales y un representante militar para preparar la estrategia en materia de defensa y política exterior del país de cara a la nueva legislatura.