Imagen de archivo de una mujer sufriendo ansiedad en Navidad.

Imagen de archivo de una mujer sufriendo ansiedad en Navidad. iStock

Historias

¿Por qué nos causa ansiedad hacer regalos? Los motivos y las claves para evitarlo

Hacer regalos puede suponer una forma de ansiedad social que afecta de maneras muy diferentes y con una gran variedad de factores desencadenantes.

2 diciembre, 2022 16:45

Diciembre sigue siendo el mes preferido por los españoles para realizar sus compras navideñas (49%), según el informe de Deloitte de Consumo Navideño de 2022. El 40% de los encuestados afirma que gastará más en sus compras navideñas de este año. Cada hogar español estima gastarse una media de 270 euros en regalos.

Para la mayoría de las personas, estos datos van acompañados de momentos de felicidad e ilusión, pero no para todas. Hay personas a la que la idea de comprar regalo, o incluso recibirlos, le causa ansiedad. Esto puede suceder por causas muy diversas, como son el miedo a no estar a la altura, a competir con otros regalos, a que a no guste o, también, puede ser porque pueda suponer un problema económico o la inseguridad de no saber si se ha gastado lo suficiente.

Tener que hacer regalos puede suponer una forma de ansiedad social y, como resultado, puede afectar de maneras muy diferentes y con una gran variedad de factores desencadenantes. Diego Redolar y José Ramón Ubieto, expertos de la UOC, explican por qué genera ansiedad la búsqueda del regalo perfecto y como conseguir gestionarla con éxito.

[Cómo saber si estoy teniendo un ataque de ansiedad y qué hacer para intentar calmarlo]

Ansiedad ante la búsqueda del regalo perfecto

"La falta de información es la causante de la ansiedad. Al ser humano, cuando tiene que tomar una decisión, le gusta tener información de contexto. Si no lo tiene, la corteza prefrontal se ve obligada a hacer un sobresfuerzo para decidir qué hacer, y esto puede generar esta ansiedad", asegura Redolar.

De hecho, algunos estudios indican que las expectativas que se generan pueden convertirlo en una experiencia estresante. Cuando se da un regalo estamos en alerta y observamos si hay alguna pista que pueda indicar si la persona destinataria está satisfecha o no. Si no obtenemos la respuesta que esperábamos, como una sonrisa de oreja a oreja, es posible que nos decepcionemos. Del mismo modo, el destinatario se puede sentir presionado para mostrar satisfacción, incluso si es un regalo que no quiere.

Para José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, "la ansiedad se da en aquellas personas que están demasiado pendientes del otro, de si lo complacerán o no; y de aquí surge la ansiedad, de pensar en el hecho de no haber acertado", remarca.

Cómo gestionar la ansiedad

Para orientar la búsqueda de un regalo y rebajar la ansiedad, Ubieto recomienda "arriesgar un poco e intentar encontrar algo que el otro no haga habitualmente. Por ejemplo, regalar una excursión, una entrada al teatro, etc. Si finalmente no le acaba gustando, al menos se puede pensar que se ha ofrecido la oportunidad a la otra persona de descubrir una cosa nueva y esto nos puede hacer sentir más satisfechos con nosotros mismos", asegura.

Otro truco que puede ayudar es tener presente lo que es particular de la otra persona, porque "lo que le interesa al otro no siempre tiene que coincidir con lo que a nosotros nos gusta. Podemos arriesgar y regalar una experiencia nueva teniendo presente qué ámbito de intereses tiene. Quizás es una persona que no va al teatro, pero a quien le gusta todo lo relacionado con el arte", explica el psicólogo.

Si lo que genera ansiedad no es regalar sino recibir un regalo, la clave para rebajar esta ansiedad, según José Ramón Ubieto, está en que quien lo recibe se ponga en la piel del otro y piense que lo ha hecho con la voluntad de sorprenderlo. "Se tiene que tomar el momento como un reto, como una novedad que puede disfrutar. Si realmente es una cosa que no le gusta, siempre se puede intentar cambiarla, y es una manera de aceptar el don del otro. Es decir, nos puede gustar el gesto de que nuestro hijo nos ha hecho un regalo, pero no el regalo en sí mismo", asegura el psicólogo.