El pasado 27 de noviembre, cerca de 14.000 aspirantes comenzaban la carrera por hacerse con una de las 1.850 plazas ofertadas para el cuerpo de ayudante de Instituciones Penitenciarias. Por delante, tenían un examen tipo test de 150 preguntas que de ser superado les daba acceso a una segunda prueba, esta vez de 50 cuestiones sobre supuestos prácticos, apenas un mes después. En esta suerte de competición, el mejor clasificado ha sido Isidro Olmedo Iniesta, un licenciado en Derecho y Filosofía de 27 años y natural de Campo de Criptana (Ciudad Real).

"En el primer examen me quedé en el puesto 12 pero el segundo lo clavé. Tuve las 50 preguntas bien y acabé sacando la mejor nota", asegura en una conversación con EL ESPAÑOL-EL DIGITAL CLM.

Uno de los datos que más sorprende es que haya logrado esta meta en 14 meses de estudio, cuando la mayoría de los aprobados necesitan más de dos convocatorias para conseguir su objetivo. "Empecé a estudiar a mitad de septiembre de 2021 y al mes y poco me presenté", recuerda. Aquella primera intentona "sin ninguna pretensión porque apenas había estudiado" le sirvió para sacar sus primeras conclusiones. "Se puede decir que fui poco menos que a probar suerte pero de los 15.000 inscritos me quedé el 6.000, lo que me demostró que aunque los números asusten, al final la plaza te la juegas con 2.000 o 3.000 que son los que realmente se han preparado la prueba", asegura.

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A partir de entonces comenzó un trabajo "muy duro" para acudir a la convocatoria de 2022 en las mejores condiciones. En ese tiempo, Isidro subraya que sin el apoyo de los suyos, seguramente el desenlace habría sido diferente. "Lo del número 1 suena muy bonito, pero detrás de todo esto hay mucha gente que estos meses me ha tenido en una jaula de cristal. Mi madre, mi hermana, mis primos, mis tíos, mis amigos y mi abuela, han estado siempre ahí e incluso si necesitaba que me preguntasen algo para afianzar conceptos, estaban a mi disposición".

No obstante, el punto de inflexión en este camino que relata Isidro se produjo un poco antes, cuando decidió renunciar a trabajar en la empresa privada para empezar a encaminar su carrera hacia el sector público. "Aprobé el doble Grado en Derecho y Filosofía en la Unviersidad Complutense de Madrid y llegó el momento de decidir hacia dónde quería encaminar mi futuro profesional. En ese momento surgió la opción de hacer el máster de Abogacía en la Universidad de Alcalá y me decanté por esa opción". Sin embargo, sus primeras experiencias profesionales en despachos no fueron como había pensado. "Me veía de contrato de prácticas en contrato de prácticas y yo lo que buscaba era estabilidad", añade.

Entonces, dio el paso para romper con lo anterior y abrir una nueva etapa. Aquí, confiesa que Ana, su madre, jugó un papel fundamental. "Cuando le dije que me volvía a vivir a casa, a Campo de Criptana, para estudiar una oposición, me apoyó sin fisuras desde el primer momento. No te exagero si te digo que ha sido un pilar fundamental". 

Una vez dado el paso, Isidro se fijó en la oposición de ayudante de Instituciones Penitenciarias por dos razones, fundamentalmente. La primera es porque "es una de las pocas oposiciones que hoy en día me parecen realmente justas". Como explica Isidro, "tienes dos exámenes, que además son tipo test, y partes en las mismas condiciones que el de al lado", mientras que en "Profesorado o Justicia hay concurso-oposición y aunque apruebes al final tienes que hacer interinidades". Otras, como Policía Nacional, en las que tampoco hay concurso-oposición, sí que existe "una parte discrecional, un test psicotécnico, que te puede dejar fuera aunque hayas hecho un buen examen".

La segunda razón por la que se decidió por Instituciones Penitenciarias tiene que ver con que existían posibilidades reales, como al final ha ocurrido, de aprobar en un periodo relativamente corto. "En ese momento, para mí no era factible meterme en un proyecto a tres o cuatro años vista". Por eso, asegura que hizo un "all in" para "dar la vuelta a la tortilla y conseguir un punto de apoyo desde el que empezar a pivotar". 

Trabajo metódico

Decidido el objetivo, tocaba trazar el plan para conseguirlo. En las primeras fases, Isidro compaginaba el estudio con un trabajo a tiempo parcial que le permitía mantener su independencia económica. "Tuve suerte y siempre lo agradeceré porque era una empresa que me daba la flexibilidad de trabajar los días que necesitara", recuerda. En esos momentos acudía a su puesto de trabajo, en el sector de la agricultura, un par de días por semana para así poder pagarse los gastos que le generaba la academia en la que estaba matriculado. Con el paso de las semanas, cuando pudo ahorrar lo suficiente para acometer los siguientes meses de estudio, tocó dedicarse en exclusiva al estudio.

"Soy una persona muy metódica y tanto el estudio como los descansos los tenía muy pautados en un planning que intentaba cumplir a rajatabla". En este sentido, reconoce que "tener todo bien estructurado y cumplir con ello es fundamental, aunque a veces, es duro lidiar con la ansiedad si ves que no llegas".

Isidro dividía esas maratonianas jornadas de estudio entre la biblioteca y su casa. "Mis amigos y mi familia me han tenido que aguantar mucho, sobre todo en casa, porque cantaba el temario y no era fácil de soportar", asegura entre risas. Mientras, en la biblioteca, reconoce que también encontró aliados: "Me vieron que estaba tan enchufado que los bibliotecarios abrían antes para que yo pudiera cumplir con el horario que me había propuesto".

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Así fueron pasando las semanas hasta que en los dos últimos meses llegó el momento de poner toda la carne en el asador. En ese sprint final "no había había fines de semana ni días de fiesta, estudiaba todos los días mañana y tarde".

Isidro también contó con la ayuda de la Academia Cuatro Caminos en este arduo trabajo. "Estoy muy agradecido a Pedro, Jesús y Luismi, que eran mis profesores y a Pedro y Juan, que son quienes la gestionan, porque me dieron las herramientas para que la preparación fuese buena y al final haya tenido éxito".

Reconocimiento, curso y prácticas

En estos momentos, el proceso de la Oferta de Empleo Público sigue abierto. Tanto Isidro como los otros 1.849 aspirantes están acudiendo a pasar el reconocimiento médico que definitivamente les abrirá las puertas a una nueva vida profesional. A partir del mes de marzo, será cuando tengan que acudir al Centro de Estudios Penitenciarios, en la ciudad de Cuenca, para hacer el curso de formación y comenzar las prácticas tuteladas en un centro penitenciario. En esta primera decisión, la de elegir centro de prácticas, Isidro se ha decantado por Alcázar de San Juan porque "era el más cercano a mi casa y me apetecía estar con los míos después de tanto trabajo".

Al contrario de lo que se pueda pensar, en el mes y medio que ha pasado desde que tuvo constancia de que había aprobado y tenía la mejor nota, Isidro no ha parado. "Igual la gente piensa que soy imbécil", asegura con retranca manchega, pero en estas semanas "he llamado a todos los centros penitenciarios de España y a los sindicatos para resolver dudas". Además, el "tirón" de ser el número de la promoción le ha servido para comenzar a dar clases en una academia, Gildés.

Este tiempo también le ha servido para comenzar a pensar en su siguiente asalto, las oposiciones del cuerpo especial. "Quiero empezar la preparación ahora que tengo el temario fresco, pero con mucha menos presión", agrega.

Isidro no esconde que en un primer momento su elección tuvo que ver más con una cuestión de "supervivencia" que con una decisión vocacional. Pero ahora, reconoce que "he ido descubriendo aspectos de este trabajo que me llaman mucho la atención", por lo que tiene "muchas ganas de aprender y ver dónde voy a ir". A este respecto, añade que pese a su objetivo es "promocionar, reconozco que me ha picado el gusanillo y tengo muchas ganar de intentar echar un cable a esa parte de la sociedad de la que pocas veces se habla".

Un final feliz

Este logro, el de ser el número uno de su promoción, Isidro se lo toma "casi como una anécdota". "Alguien tiene que serlo y me ha tocado a mí", asiente a la vez que reconoce que "la diferencia con el resto está en milésimas" y tal vez "yo me arriesgué contestando las 50 preguntas del segundo examen cuando a lo mejor otras personas más cautelosas no se han atrevido".

Para los que lo puedan ver como "un ser superior" por tener la mejor nota, también tiene un mensaje terrenal: "Que no piensen que soy muy inteligente o una mente privilegiada, detrás de esto lo que hay es mucho esfuerzo y una pequeña dosis de suerte".

En un plano más íntimo, admite que este logro le ha supuesto "una redención personal en muchos aspectos porque no soy el alumno modelo, ni mucho menos". Por el camino  han quedado "14 meses de mucho sufrimiento" y "muchos veranos de trabajo duro para poder pagarme los estudios".

Una historia, la de una persona a la que nadie le ha regalado nada, que como a Isidro le gusta decir "por el momento tiene final feliz".