Imagen | Escritor español dice

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Mínima molestia

Escritor español dice

23 noviembre, 2020 10:47

El éxito mal digerido, sumado a la continua exhibición en las redes y en la prensa, no es raro que se traduzca entre escritores en unos índices alarmantes de patudez y cursilería, que invitan a preguntarse sobre su función social. Lo que sigue es un improvisado collage compuesto a partir de frases literales de la cuenta de Twitter y de las más recientes columnas periodísticas de uno de los más conspicuos novelistas españoles del momento:

El éxito mal digerido y la continua exhibición en redes y en prensa, no es raro que se traduzca en unos índices alarmantes de patudez

“Los escritores no tienen por qué ser inteligentes. Su negocio es la vida. Y la vida pide pasión. A día de hoy, si un ser humano necesita encontrar a alguien que le diga la verdad, me temo que tendrá que volver la mirada a los poetas. Los poetas siempre dijeron la verdad. Eran tan pobres que se podían permitir ese lujo. Me acuerdo hoy de Cervantes, que no plagió a nadie, que no tuvo título alguno, que lo sacó todo de su mollera, muchas noches escribiendo hasta el alba, y fue
pobre toda su vida. Los mejores españoles siempre fueron pobres, sin un duro siempre. Aldi es brutal, devastador en sus ofertas: medio kilo de fresas, 0,89 euros. Un espectáculo económico. Imposible morirse de hambre. Precios metafísicos en Aldi. Una enmienda a la globalidad en Aldi. El comunismo está en Aldi. La razón de la caída del comunismo no es la que dicen los historiadores. El comunismo cayó porque era triste. Ahora esa tristeza se ha transformado en nostalgia. Claro que si te dan a elegir entre morirte de hambre o de tristeza, pues eliges no morir de hambre. Ayer me compré en Alcampo una sandía bio, y estaba de oferta, 2,50 la sandía, y ha salido maravillosa, rojo puro. La sandía bio es más carnosa, más sólida, más cuerpo. A saber a qué demonios he venido yo llamando sandía en los últimos años. Estoy en la T4 de Barajas llorando ante unos pantalones Hugo Boss que no me puedo permitir. Qué pobre soy, dios mío. Envidia: todas las casas que veo a través de las fotos y los vídeos que la gente cuelga en las redes me parecen mejor que la mía. Qué sufrimiento. Por mucho dinero que tengas no puedes comprar un mundo en donde el dinero no exista. El enemigo en España siempre ha sido el subdesarrollo. El PIB español ha caído un 18,5. Volvemos a ser pobres. A ver si eso sirve para que nos queramos más. Para que seamos más personas, más humildes, más dignos. Ahora ya sabemos que la vida es comer con un amigo en una terraza, ir de librerías, tomar el sol, ver una película, perderte por una calle desconocida, coger un tren. Por eso, cuando la vida regrese, le pediremos menos cosas. Y tendrá sentido esto. Veo muchas mascarillas de diseño, originales, luminosas, amables, etc. Desistid, artistas, jamás una mascarilla podrá competir con el rostro humano. Jamás. Qué nombre más feo es ‘desescalada’. Los nombres son gratis, y son importantes. Podían haberlo llamado ‘el retorno’, o ‘la resurrección’, o ‘la libertad’. Hubiera sido más hermoso, y más noble. Desescalada, qué horror de nombre. Pobre Lorca, pobre Machado, pobre poesía española. España ha pasado de ser la reserva espiritual de Occidente a ser la reserva natural del coronavirus. El covid ha hecho que me sienta en un país de segunda división. Demasiados virólogos virulentos y epidemiólogos mesiánicos en los telediarios y pocos poetas en la vida pública. Hasta que no veamos la pandemia reflejada en una buena novela o en una buena película no sabremos lo que hemos vivido. Esa es la función del arte. Veo en la televisión y en los medios que se interroga a los intelectuales y a los científicos, se les pide que digan cómo será el mundo que viene. Nadie lo sabe. Tal vez la única manera de saberlo sería tocando con la mano desnuda el corazón de un poeta. ‘No me atrevo a opinar porque creo que no tengo la información suficiente’: esta frase hoy en día es revolucionaria. La ironía es un bien mayor de la inteligencia. La ironía cuestiona cualquier verdad. Tomarse una ironía enserio es triste, porque revela desnutrición intelectual. Y aquí lo dejo.”