Image: Notas de un maestro

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Mínima molestia

Notas de un maestro

16 junio, 2017 02:00

Su aparente levedad no debería llamar a engaño. Menos aún el origen “periodístico” de la mayoría de sus piezas, ni el que éstas hayan sido escritas y publicadas con un pretexto tan efímero como el de un centenario (dos, en realidad: el de la Segunda parte del Quijote, publicada en 1615, y el de la muerte de Cervantes, ocurrida en 1616). Precisamente de la cáscara retórica que conlleva este tipo de efemérides, de sus despilfarros, de tantos trabajos de amor perdidos, más algún otro bien encaminado, destila Francisco Rico las “notas al margen de un centenario” reunidas en Anales cervantinos (Arpa, 2017). Bajo este mismo rótulo fueron apareciendo, entre finales de 2014 y comienzos de 2017, siempre en El País, una serie de “articulillos” destinados a glosar, contrariar o corregir “los tópicos, las falsas ideas y los papanatismos a costa de Cervantes y su héroe”. Lo de “notas al margen” deja bien claro, ya de partida, que no se trata de “un análisis unitario, articulado con premisas y conclusiones”, sino más bien de “esbozos cada uno a su aire, al capricho o la sugerencia del momento”.

El mismo Rico, en el prólogo a su librito, esmeradamente editado, se extiende sobre los modos de lectura y de conocimiento que promueve “nuestra edad informática”. En otros lugares ha defendido la posibilidad de un acercamiento asistemático, desordenado y fragmentario a los textos clásicos, tanto más en cuanto se trata, como en el caso del Quijote, de una obra de la que, sin necesidad de haberla leído, “se conocen generalmente el talante y los grandes rasgos de los protagonistas y de las situaciones”. Sus Anales cervantinos se acompasan a este tipo de acercamientos, y por cualquiera de sus hilos le cabe al lector obtener, sobre la novela famosa o sobre su autor, un atisbo sugerente o polémico, aleccionador o incitante.

Francisco Rico declina el título de “cervantista” que a veces se le atribuye. De consentir alguno, sería antes el de conocedor y estudioso incesante de Petrarca. Por tal se le aclama y se le reclama en Italia, donde recién acaba de aparecer su último libro sobre el gran poeta y humanista del Quattrocento: Il venerdi del Petrarca (Adelphi). Sobre Cervantes -como sobre la literatura medieval, o sobre el Siglo de Oro- Rico sabe mucho y muchas cosas; pero de lo que sabe por encima de cualquiera es, más en concreto, sobre el texto del Quijote. Así precisamente se titula uno de sus libros cimeros: El texto del “Quijote” (2005), monumento filológico y lección magistral de ecdótica que avala de sobras la justa reputación de que gozan tanto la monumental edición crítica que, bajo su dirección, publicó del Quijote la Biblioteca Clásica de la Real Academia, como la mucho más servicial y manejable publicada en su día por Alfaguara.

Pero he comenzado avisando del peligro que supone atribuir a un libro como estos Anales cervantinos a los que me vengo refiriendo una levedad que desmienten tanto la cantidad como la calidad de los conocimientos puestos en juego. Libros como éste sólo pueden desprenderse, como frutos maduros, de una sabiduría que ya no necesita ostentar ambición ni poderío; antes al contrario, se pone humildemente al servicio de los lectores comunes, en compañía amigable. Francisco Rico -lo he dicho en otras ocasiones- es dueño de una de las prosas más finas y elegantes que se escriben actualmente en castellano. Lo demuestran estas “notas”, llenas de humor, de desenfado, de cordialidad, de saludable impertinencia; también de contenida pasión, de sentidos homenajes y arrebatos. Su lectura, ya en secuencia, ya salteada, es una verdadera delicia, y está llena -como la conversación de los maestros- de sorpresas, de curiosidades, de noticias provechosas, de útiles y a veces severas advertencias, de observaciones y de juicios sutiles, de amenidades.

No se me ocurre mejor ni más suculenta manera de merodear la personalidad y la obra de Cervantes, de contagiar la afición al Quijote, de hacerlo atractivo y cercano tanto a los lectores más jóvenes como a los más desmotivados. No se me ocurre, entre los recientes, mejor ejemplo de crítica divulgativa, abierta, desinhibida, llena a la vez de atrevimiento y de buen seso.