Image: El premio de la crítica

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Mínima molestia

El premio de la crítica

6 mayo, 2016 02:00

"Todos los años, con la llegada de la primavera, los novelistas medianos que hayan publicado una novela durante los doce meses anteriores viven en el terror de que les pueda ser otorgado el Premio de la Crítica". Con estas palabras empezaba Juan García Hortelano, en 1981, un divertido y demoledor artículo contra el Premio de la Crítica, escrito con el enojo que le causaría el reiterado obviamiento, por parte del jurado de ese premio, de según qué autores que él tenía en muy alta estima. Conviene considerar, al leer el exabrupto de García Hortelano, que ese año de 1981 se concedió el premio, contra todo pronóstico, al dominicano Pedro Vergés por su novela Sólo cenizas hallárás (bolero), que se impuso en la estima del jurado nada menos que sobre Saúl ante Samuel, de Juan Benet, entre otras candidatas.

Los miembros de la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL), justo es decirlo, recibieron la colleja con deportividad, y apenas dos años después concedieron el premio de marras al mismísimo García Hortelano, por su Gramática parda (1982). Alguna nota tomarían de su enfado, además, pues el año siguiente le concedieron el premio a Benet por la primera entrega de Herrumbrosas lanzas. Y dejaron pasar nada menos que 27 años hasta conceder de nuevo el premio a un autor latinoamericano.

Si se repasa la lista de los galardonados con el Premio de la Crítica de narrativa castellana desde 1956, no parece que haya demasiado que objetarle, fuera de las lacras ya endémicas del sistema literario español (atención insignificante a la literatura latinoamericana, menos aún a la escrita por mujeres). Aparte del ya mencionado Pedro Vergés, apenas hay otros dos nombres -los de Alejandro Núñez Alonso y Luis Berenguer- que no le suenen a un lector enterado. La lista, de hecho, revela un criterio más bien convencional, conservador, poco amigo de riesgos. No parece que los críticos reunidos sumen una mirada particularmente escrutadora ni exigente, como cabría tal vez esperar. Es de subrayar la frecuente coincidencia del Premio de la Crítica con el Premio Nacional de Narrativa, lo cual sugiere, en la práctica, la relativa redundancia del primero. Al fin y al cabo, el jurado del Premio Nacional suele estar constituido por un buen número de críticos. Y me consta que el haber recibido antes el Premio de la Crítica ha sido argumento, en más de una ocasión, para no dar el Nacional a según qué libro, por aquello de no repetirse sistemáticamente. Toda una faena para el autor afectado, pues como es sabido el Premio de la Crítica carece de dotación económica y posee muy menor relieve que el Nacional.

Como sea, al Premio de la Crítica le atribuyen los periodistas culturales un prestigio que no termino de entender bien en qué se basa. En realidad, lo que no termino de entender bien (a pesar de haber pertenecido a ella, y de haber actuado al menos tres veces, muchos años hace, como jurado del premio que concede), es qué cosa sea y para qué sirve la Asociación Española de Críticos Literarios, de la que no consta ninguna otra actividad relevante que la de conceder el dichoso premio. ¿Quiénes y cuántos son los críticos literarios españoles? ¿Con qué objeto se asocian? ¿Recuerda alguien que la AECL se haya pronunciado alguna vez a propósito de nada, ni siquiera en lo relativo al campo específico de la crítica y de los ocasionales conflictos que tienen lugar en él o a su propósito?

Trato de informarme, pero la AECL ni siquiera cuenta con una web informativa. Si uno teclea AECL en Google, le sale una Asociación Española de Comprensión Lectora que no parece ser lo mismo, aunque la coincidencia tiene su gracia. Sólo alcanzo a enterarme de que el presidente, el vicepresidente y el secretario son, respectivamente, Ángel Basanta, el ríspido Fernando Valls y Enrique Turpin, viejos conocidos. Y puesto que Ángel Basanta, además de hombre afable, es crítico de esta revista, quizás él pueda sacarnos de nuestra ignorancia y hablarnos de las funciones y del sentido de la asociación que preside. Si sólo fuera el de dar un premio, poca cosa me parece.