Juan Diego Botto en 'Una noche sin luna', obra triunfadora en la última edición de los Premios Max. Foto: MarcosGPunto/Teatro Español

Juan Diego Botto en 'Una noche sin luna', obra triunfadora en la última edición de los Premios Max. Foto: MarcosGPunto/Teatro Español

DarDos

Premios de artes escénicas

La llegada de los Talía y los Max nos pone ante dos grandes fiestas de las tablas. ¿Qué aportan estos galardones? ¿Visibilidad? ¿Reconocer el esfuerzo de la profesión?

Antonio Onetti Eduardo Galán
27 marzo, 2023 12:15

Antonio Onetti

Guionista y dramaturgo. Presidente de la SGAE

Un espacio común con el público

Las artes escénicas en el conjunto del Estado español presentan un elevadísimo nivel de talento, así como una creciente capacidad de atracción y comunicación con la sociedad. Según la última Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España, más del 25% de la población acudió al menos una vez al año a un espectáculo escénico. Sin embargo, a diferencia de otras artes, su presencia en los medios de comunicación e incluso en las estrategias de políticas culturales, no se corresponde a su verdadera dimensión.

Las causas son múltiples, y van desde la práctica ausencia de las artes escénicas en los currícula educativos hasta su propia naturaleza: ese compartir con los espectadores un mismo espacio y un mismo tiempo, que impide la difusión global a velocidad de la luz de la obra, como sí ocurre con la música o el audiovisual.

Pese a esa especie de clandestinidad forzada, las artes escénicas constituyen un sector con un fuerte tejido profesional. Una red que incluye a un enorme número de profesionales. La situación que acabo de describir es la que no solo justifica, sino que también hace necesaria la organización de premios que reconozcan su labor y valentía. Desde la Sociedad General de Autores y Editores, a través de nuestra Fundación SGAE, pusimos en marcha en 1998 los Premios Max de las Artes Escénicas.

Gracias a los Max se generan noticias, minutos en radios y hasta dos horas de presencia en la televisión pública, La 2 de RTVE. Al menos, durante unos días y en distintas fases del proceso de los premios, conseguimos que se hable del teatro y de la danza, que las escénicas estén presentes en los medios y en las conversaciones de los gestores, profesionales de la cultura y el público general.

Estamos convencidos de que, gracias a estas ventanas, se facilitan oportunidades para que personas que no suelen acudir a los teatros se les despierte cierto interés. No puedo evitar mostrar cierto orgullo cuando asistimos a la recuperación de obras ganadoras de los Max que emprenden de nuevo giras nacionales o se muestran en lugares distintos en los que fueron creadas gracias al impulso de estos galardones.

Los premios son una oportunidad para la reivindicación de la cultura en un ambiente de celebración. Sirven de altavoz para un sector que apenas ocupa titulares y para clamar por sus necesidades

Es fundamental tener en cuenta que las artes escénicas, a diferencia del cine, cuyas obras pueden ser vistas en cualquier punto de nuestra geografía, tanto en salas como ahora en plataformas, necesitan de ese espacio común que compartir con el público. Todavía resulta difícil que obras que se producen fuera de Madrid o Catalunya, tengan visibilidad más allá de su territorio. Que los premios estén abiertos a reconocer el talento creativo allá donde surja, debe constituir uno de sus pilares más importantes. Los Premios Max se han celebrado en 14 ciudades del territorio español.

Los premios son una oportunidad para la reivindicación de la cultura en un ambiente de celebración. Sirven de altavoz para un sector que apenas ocupa titulares, para incidir en las políticas culturales y para clamar por sus necesidades. Asimismo, para recordar todo lo que las artes escénicas devuelven a la sociedad, a la que alimentan el espíritu y la forman en un pensamiento crítico y justo que nos hace mejores.

Eduardo Galán

Dramaturgo y vicepresidente de la Academia de Artes Escénicas

Reconocimiento y emoción

Cualquier gala de entrega de premios de artes escénicas significa poner en valor y dignificar las obras artísticas de las diferentes disciplinas que integran las denominadas artes escénicas: teatro, teatro musical, música escénica (ópera y zarzuela), circo y danza. Premiando diferentes categorías de las distintas especialidades se quiere reconocer la calidad y la excelencia de los creadores y de todos los agentes que intervienen en un espectáculo escénico.

Cualquier clase de premios de artes escénicas, sean los Toni de Nueva York, los Cesar en París, los Max de Fundación SGAE o los nuevos Talía de la Academia de las Artes Escénicas persiguen ante todo llamar la atención. Su objetivo fundamental no es otro que lograr la visibilidad, hacer posible que la sociedad repare una vez al año en que el entretenimiento, el ocio y la cultura son posibles gracias al trabajo de unos profesionales con talento creativo, que son capaces de llevar a un escenario una obra de interés general.

¿Qué sería de una sociedad sin teatro, sin cine, sin música, sin museos, sin circo, sin danza, sin ópera, sin zarzuela, sin musicales? ¿Qué sería de la sociedad actual si no encontrara refugio a sus melancolías y alas a sus sueños en los espectáculos escénicos, que permiten al público volar en libertad y disfrutar de la creatividad de un grupo de conciudadanos que les entregan sus creaciones para el disfrute colectivo?

No concibo un mundo sin premios artísticos, sin la voluntad de reconocer en los compañeros sus creaciones, aquellas que nos han ayudado a crecer y salir de nuestro pequeño mundo cotidiano

Detenerse un día al año para celebrar que en 2023 encontraremos refugio en los escenarios es un motivo claro de solidaridad y confianza en el futuro de la humanidad. Premiar significa reconocer el talento que alimenta nuestros espíritus, que reconforta nuestros ánimos y que nos anima a soñar que no hay nada imposible en el mundo, que somos los auténticos dioses (en el sentido juanramoniano) creadores de nuestro mundo interior.

No concibo un mundo sin premios artísticos, sin la voluntad de reconocer en los compañeros de profesión sus creaciones, aquellas que nos han ayudado a crecer, a soñar, a reflexionar, a emocionarnos y salir de nuestro pequeño mundo cotidiano.

Celebrar galas de entrega de premios de artes escénicas no solo es un derecho sino una obligación de los profesionales y de las administraciones que desarrollan políticas de promoción cultural. Si creemos que la cultura nos ayuda a ser más libres y mejores ciudadanos, debemos incentivar a los profesionales con premios que animen a seguir creando.

Todo el mundo necesita el reconocimiento de los demás por su trabajo y entrega. Los estudiantes necesitan el reconocimiento de sus profesores. Los hijos necesitan el reconocimiento de sus padres. Las parejas necesitan el reconocimiento del otro/a.

Celebrar premios de artes escénicas es, además, algo divertido, entretenido, emocionante y fascinante. No por la competición entre los nominados, sino por el reconocimiento de los profesionales, del público y de la sociedad en general de que dedicar nuestra vida a las artes escénicas encierra un gran sentido y valor: ayudar a vivir a los demás. Y eso es maravilloso.

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