¿Es realmente necesario leer 'Ulises' de Joyce?

¿Es realmente necesario leer 'Ulises' de Joyce?

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¿Es realmente necesario leer 'Ulises' de Joyce?

Cien años después de su publicación, parece que 'Ulises' de Joyce sigue siendo el libro más difícil de la historia, ese que tantos presumen de no haber leído. Pero, ¿realmente es necesario? ¿Dónde reside su dificultad... y su belleza? Hablamos de gran literatura.

José Ovejero Antonio Rivero Taravillo
31 enero, 2022 03:24
José Ovejero

José Ovejero

José Ovejero
Narrador. Autor de la novela Nunca pasa nada (Galaxia Gutenberg)

Lo voy a intentar

No recuerdo haberme puesto nunca a leer Ulises. Sí a leer capítulos sueltos porque me interesaban para algún trabajo que estuviese realizando; por ejemplo, el capítulo 6 cuando preparaba la edición del Libro del descenso a los infiernos. No es una lectura sencilla y no se la recomendaría a todo el mundo. Aunque te digan que es un libro “imprescindible”, que “no te puedes perder”.

Se puede ser culto y no haber leído 'Ulises' –ni 'En busca del tiempo perdido', ni 'La montaña mágica' ni 'Orlando'–. Incluso me parece bueno buscar otros referentes, salir de la camisa de fuerza del canon

No creo en la literatura universal. No existe ninguna obra con un contenido válido para cualquier ser humano y para toda época. Lo que nos interesa y afecta depende de nuestro contexto, nuestra experiencia y nuestras expectativas.

Sólo creo en el canon como guía, una brújula que sabemos imantada con sesgos de raza, género y por la potencia militar que sostiene a un idioma. Ya se ha dicho: Shakeaspeare no habría alcanzado el reconocimiento universal de haber sido una mujer, negra y pobre en una aldea africana. Aunque, de haber sido todo eso, no habría escrito las mismas obras, porque sus preocupaciones habrían sido diferentes y porque no habría recibido la educación necesaria.

Ulises, puedo decirlo a partir del puñado de capítulos que he leído, es una obra compleja, llena de referencias cultas, en la que los juegos de lenguaje a menudo priman sobre la historia, los personajes aparecen y desaparecen sin razón clara, con un lenguaje y una sintaxis que a veces se descoyuntan, se desordenan, exigen nuestra atención y complicidad. Hay quien rechaza esta novela, con frivolidad muy provocadora, porque la literatura que no es divertida, que exige esfuerzo, es pedante y elitista. Lo que no esté al alcance de cualquiera es un tostón. Yo creo que hay una literatura compleja, que exige ciertas formas de educación para adentrarse en ella. Igual que algunas obras musicales, pictóricas o filosóficas. Nadie dice que la teoría de la relatividad es pedante y qué se han creído los matemáticos para crear ecuaciones tan complicadas.

Pero se puede ser culto y no haber leído Ulises –ni En busca del tiempo perdido, ni La montaña mágica ni Orlando–. Incluso me parece bueno buscar otros referentes, salir de la camisa de fuerza del canon y su ideología subyacente. A lo mejor no hay que derribar estatuas pero sí hacer que se tambaleen de vez en cuando, aunque los guardianes de las esencias se aterren por la llegada de los bárbaros. Además, en su momento, Ulises fue uno de esos bárbaros que sacudió los fundamentos de la novela tradicional y abrió nuevas puertas, una novela que nos ha influido aunque no la leamos. Y, si no te apetece, no la leas... o, mejor: échale un vistazo, haz un esfuerzo, intenta entrar en su mundo. Y si ves que no es el tuyo, sal de él; pero no como quienes piensan que si ellos y sus amigos no la entienden es porque se trata de una tontería sobrevalorada. Ten el orgullo de cerrar el libro y la humildad de no despreciarlo.

Lo gracioso es que, sin imaginar que me iban a encargar este artículo, uno de mis propósitos para el 2022 era leer Ulises. Lo voy a intentar, y ya veremos qué pasa.

Antonio Rivero Taravillo

Antonio Rivero Taravillo

Antonio Rivero Taravillo
Poeta y narrador. Autor de la novela 1922 (Pre-Textos)

Ulises, 18 - Ilusos, 0

Hay dos posibilidades para que Ulises no guste. La primera es que no sea leído (caso frecuente entre quienes abominan de él); la segunda, que lo sea, pero mal leído. Ambas cosas abundan entre quienes tienen que ver con la literatura: el muy nutrido número de los autores de diferente pelaje y el exiguo de buenos lectores. ¿Por qué, cómo, habría de leer mal Ulises un empedernido devorador de libros? Leyéndolo de cabo a rabo, como si fuera una novela decimonónica, un suspense: un libro tan caro que se lee completo una sola vez, no uno tan barato (y valioso) al que se regresa muchas.

'Ulises' de Joyce ofrece resistencia, como la mejor poesía. Por ello, solo los ilusos pueden creer que es para todo el mundo. Y los muy ilusos, que les es dado escribir de espaldas a sus hallazgos

La joven novela que ahora cumple cien años no es la Biblia. ¿Quién lee esta entera? Se parece más a un diccionario, que se abre por aquí o por allá. Tiene mucho de menú de degustación de recursos narrativos. Virginia Woolf, que empleó el recurso del flujo de conciencia, la abandonó a las doscientas páginas. Se privó entonces del maravilloso monólogo final de Molly Bloom, superior a cuanto ella hiciera en el ramo, pero también de muchas otras formas de contar.

El argumento de la Odisea, la especificación por lo menudo de sus episodios, no tiene tanta importancia como su eje: el regreso a Ítaca enfrentando todo tipo de dificultades que comprendió como pocos Cavafis.

Los sucesos en general irrelevantes de Ulises palidecen ante dos motivos: de un lado, las aventuras del estilo, porque es el lenguaje el que recorre Dublín tanto o más que Leopold Bloom; de otro, la idea poética, analógica, de que todo tiene su correlato, y que la maestría del creador consiste en hallarlo y en saberlo expresar. La capital de Irlanda en el mar griego; en el poema de Homero, la novela de Joyce.

No obstante, y pese a la fama de obra arcana y abracadabrante, Ulises se puede leer en una primera lectura, y más si es parcial, sin notas. Ni es necesario conocer el dédalo dublinés o la historia hibérnica (aunque eso aporte mayor disfrute) ni hace falta estar pendiente de la Odisea y su plantilla. De hecho, ni uno ni otra ostentan al frente de sus dieciocho capítulos o veinticuatro cantos los nombres con losque la crítica los ha bautizado: “Nausica”, “Los bueyes del Sol”, etcétera.

En el París en el que residía Joyce en 1922 expuso Einstein su Teoría de la Relatividad. Esta, más allá de su formulación, tiene mucho que ver con Ulises, que comprime el largo tiempo de Homero de hace veintiocho siglos en una sola jornada del Dublín de 1904; sus islas, en una ciudad partida por un río. El relativismo de Joyce, con múltiples perspectivas, hace también de su obra un cuestionamiento del fanatismo religioso o nacionalista.

Flann O’Brien, uno de los participantes en el primer Bloomsday en 1954, destacó como rasgo de James Joyce el humor. Razón de más para leerlo, aunque no para quienes prefieran formas más planas de contar y discurrir. Ofrece resistencia, como la mejor poesía. Por ello, solo los ilusos pueden creer que es para todo el mundo. Y los muy ilusos, que les es dado escribir de espaldas a sus hallazgos.

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