Image: Que nadie duerma

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Novela

Que nadie duerma

Juan José Millás

13 abril, 2018 02:00

Juan José Millás

Alfaguara. Madrid, 2018. 216 páginas, 17,90 €. Ebook: 9,49 €

Una lógica poética muy personal, delirante y subyugante, atraviesa el territorio narrativo de Juan José Millás desde sus primeros libros (Cerbero son las sombras, 1975, Visión del ahogado, 1977). El punto de vista que preside su mirada sobre la realidad es a la vez un estado de ánimo que parece llevarle a defender con lúcido humor ácido aquello que tanto desasosiega a quien nunca deja del todo el lugar de la fabulación. A Millás (Valencia, 1946) le fascina y le perturba esa dimensión que acoge y confronta ficción y realidad: “algo real” no tiene por qué ser “realista”, dado que ningún postulado obliga a que realidad y realismo respondan a un único parámetro. Así que en esa dimensión sin fronteras claras es donde mejor despliega sus armas, aunque en ocasiones, como esta, seduce más la fórmula narrativa y el proceso creativo que la resolución argumental. En cualquier caso, quien se deje envolver por Que nadie duerma, podrá constatar que los asuntos de este fabulador nato revuelven y entretienen. En principio no sabemos si la voz de esta novela habla desde la ficción o desde la realidad, pero de inmediato entramos en el juego. Nos presenta a Lucía, una mujer obsesionada con los hombres pájaro, con su apariencia de “falsa delgada”, con recuerdos de su madre, de quien hereda la tendencia a presentir la amenaza de un acontecimiento que siempre va a suceder. Acaba de perder su trabajo de programadora informática y decide reconducir su horizonte laboral siguiendo el consejo de un taxista que le propone regirse por un dictado: imagina lo que haces y haz lo que imaginas… Y por esa vía entra en su nueva vida, y la concibe como un “plano ciego” en el que debe ir colocando los acontecimientos que la delimitan. Uno de ellos es la música repetida que se cuela cada día desde el tercer piso. Se trata de la ópera Turandot, de Puccini, el aria ‘Nessum dorma' (‘que nadie duerma'), llega desde otra realidad que le hace sentir emociones desconocidas, decide visitarla, conocer al vecino, entrar en su dimensión. Y le fascina. Pero este desaparece. Y todo se volvió en ella obsesión y fantasía sin límites. Se viste y se maquilla como la princesa de Turandot, y conduce un taxi por las calles de Madrid como si fueran las de Pekin, viviendo en las dos realidades simultáneamente, confiando en que algún día Braulio Botas, el vecino, un actor alternativo, se montaría como pasajero. Enamorada y confundida acoge a clientes ante quienes desnuda su vida dentro de su taxi-burbuja donde solo suena Turandot. Ajena a una trama que se representará más allá de su taxi, a la que le lleva una noticia de la radio, borrando las fronteras entre lo real y lo que imagina. Y caerá en una trampa. Esta mujer sola, traicionada, presentada como el personaje de una ficción cómica, tragicómica en el mejor de los casos (apostilla la voz narrativa), acaba en una realidad trágica. Seguimos sin saber si esa voz procede de la realidad o de la ficción, pero lo cierto es que, una vez más, logra el triunfo de la confusión de dimensiones que habita su ficción.