Image: Harvard Square

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Novela

Harvard Square

Andre Aciman

5 junio, 2015 02:00

Andre Aciman. Foto: Stu Rosher

Traducción de A. Prometeo Moya. Anagrama, 2015. 283 pp., 18'90€

La dicotomía entre asimilación e integración es un tema de debate y polémica al tratar el tema migratorio. ¿Puede existir un verdadero proceso de integración en la nueva cultura sin una renuncia a los primigenios fundamentos? Esta parece ser una de las claves interpretativas de Harvard Square, tercera novela de André Aciman (Alejandría, 1951), autor de origen egipcio afincado en Estados Unidos y célebre especialista en Proust.

Nos encontramos en el verano de 1977, o, mejor dicho, nos encontramos en el momento actual, cuando un padre acude con su hijo a una de las sesiones informativas que Harvard ofrece a quienes pretenden cursar allí una carrera. El hijo no parece entusiasmado, algo que su padre no alcanza a comprender, pues es "la mejor universidad del mundo" (pág. 10). Aunque tal vez su sorpresa tenga más que ver con el hecho de que él es graduado en Harvard y los recuerdos de aquellos años aún están muy presentes, "como puestos en hielo" (pág. 15). Sobre todo, los de aquel verano de 1977, cuando, tras haber suspendido el examen de ingreso, se preparaba para una segunda y última oportunidad. Conoció entonces a Kalash, un joven tunecino taxista en Cambridge (Mass.) -el protagonista narrador, de quien no conocemos el nombre, es un judío originario de Egipto-; un tipo "nervioso, cabreado, demencial, [que] hacía trizas un tema tras otro" (págs. 30-31). Contra lo que despotrica Kalash -diminutivo de Kalashnikov, como es conocido- es de los Estados Unidos. Se encuentra en un situación inestable, intentando conseguir su "tarjeta verde" (que le permitiría trabajar legalmente) y puede ser expulsado… Y ese será el desenlace. Lo que sucede entre el primer encuentro y la expulsión conforma la esencia de la novela.

Lo que tanto uno como otro están buscando -más allá de devaneos amorosos- es su propia identidad en un nuevo país que nada tiene que ver con los suyos a orillas del Mediterráneo. El angustioso rosario de interrogantes que se plantea el narrador al verse reflejado, como "… ¿Quién era yo? ¿Cuántas máscaras podía llevar al mismo tiempo?" (pág. 236), bien pudieran ser los mismos de Kalash cuando conoció la abundancia de la sociedad americana. En ambos casos se plantea el tema de la asimilación y es ese sentimiento el que hace que el narrador llegue a considerarse un "traidor".

Esa es la historia, pero la gran paradoja de esta novela se encuentra precisamente en el planteamiento del padre -es decir, el narrador- al intentar que su hijo también estudie en Harvard, lo mejor a lo que puede aspirar cualquier universitario, formarse en la quintaesencia del saber.