Image: Donde crecen flores silvestres

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Novela

Donde crecen flores silvestres

Aminatta Forna

10 abril, 2015 02:00

Aminatta Forna

Traducción de Luis Murillo. Alfaguara, 2015. 328 páginas, 19 € Ebook: 9'99€

El género novela, como la cultura en general, lleva desde fines del siglo pasado cambiando de piel. Ha dado un giro histórico hacia los contenidos emocionales, porque la narración tradicional organizada sobre argumentos racionales pierde terreno. Los políticos piden hoy perdón, los gobernantes abrazan a las familias de los afectados por una catástrofe, en fin, la realidad social se configura y entiende de otra manera, más cargada de emotividad. Y la literatura refleja y se beneficia de ese cambio.

Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie (Enugu, Nigeria, 1977), me pareció la mejor novela extranjera publicada en España el año pasado, y muy cerca de ella, coloco esta obra de Aminatta Forna (Glasgow, 1964). Ambas escritoras son de origen africano, si bien Forna nació en Escocia, mientras Adichie es una nigeriana emigrada a EE UU, pero que regresa frecuentemente a su país natal. La biografía de la británica está marcada por la tragedia. Hija de un importante ministro de Sierra Leona, asesinado cuando la escritora tenía diez años. La crueldad, las dificultades de la vida en los países africanos, resultan difíciles de ser descritos con la tersura de un relato racional, por eso ellas recurren a representar las emociones, dejando que ese 90% del sentir humano inunde el texto.

No hablo de una ola de sentimentalismo, sino de obras de alto nivel literario, que siguen un camino diferente al habitual. La representación de los sentimientos ha existido siempre, como en los geniales cuentos ("No oyes ladrar los perros") de El llano en llamas (1953), de Juan Rulfo. Aquí también las emociones son apenas mencionadas, pero las sentimos condicionando la vida de los personajes. La acción transcurre en la ciudad de Gost, situada entre Zagreb y el mar, rodeada de unos campos en apariencia tranquilos, las flores salvajes crecen por doquier, aunque en esa tierra yace sepultado un pasado violento. Nos encontramos en Croacia, después de la guerra (1991-1995).

Los libros anteriores de Forna, como El jardín de las mujeres (2006) o Las memorias del amor (2010), contaban los horrores de la guerra civil en Sierra Leona, y como ella ha dicho, quería seguir escribiendo sobre el tema de la guerra civil, y por eso decidió situar esta novela en Croacia. El argumento fluye con naturalidad. Una familia inglesa compra una casa de vacaciones en la pequeña ciudad de Gost. En el verano de 2007, la madre, Laura, se instala allí con dos hijos adolescentes, Grace y Matthew, mientras el marido permanece en Inglaterra, y sólo les hará una breve visita. Un vecino local, el solterón Duro Kolak, les ayuda a rehabilitar la desvencijada casa azul, que conoce muy bien, pues había pertenecido a la familia de Anka, su amor de juventud.

La casa azul poco a poco queda rehabilitada, su antigua belleza asoma gracias a la pintura fresca. Duro lleva a la familia a visitar lugares bellos de los alrededores, donde acudía con sus amigos y con Anka. A veces, él se va a cazar; las armas formaron parte de su vida desde la niñez. Los campos junto a la casa están repletos de flores silvestres, pero no conviene andar por ellos, pues puede haber minas sin explotar, de la guerra. Y así, el misterio del pasado, la violencia permanece latente, presente por doquier, pero jamás mencionada.