Image: El mes más cruel

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Novela

El mes más cruel

Pilar Adón

4 junio, 2010 02:00

Pilar adón. Foto: Joaquín Gómez

Impedimenta. Madrid, 2010. 195 páginas, 19'50 euros


Al ojear El mes más cruel, uno tiene la impresión de hallarse ante un simple conjunto de relatos. Sin embargo, no se trata de un convencional libro de cuentos. Aunque cada una de las 14 piezas posee interés específico, su ideación responde a un criterio original que desborda la pura suma de narraciones. Un primer indicio de ello se ve en la arquitectura de cada pieza. Compuestas por un relato seguido de un poema, éste es un texto independiente, y no una condensación en verso de lo narrado. Después, la actitud global de Pilar Adón (Madrid, 1971) se revela en la sutil trama que enlaza el conjunto de la obra. El mes más cruel es, dicho con fórmula intencionadamente vaga, un relato novelesco de técnica perspectivista acerca de la vivencia del aislamiento.

El mes más cruel está concebido como una narración fraccionada que aborda el sentimiento existencial de soledad desde una óptica intimista. Marta Sanz subraya en el prólogo cómo los personajes de Adón comparten el gusto por la lectura. Cierto, pero este rasgo no constituye un ejercicio culturalista. El hábito encierra un claro sentido de refugio frente a la realidad triste o frustrante. Adón despliega un repertorio de seres desconcertados, aislados y como enclaustrados, víctimas del desencanto de las relaciones humanas... Tal mundo lo presenta con procedimientos impresionistas; lo alude o sugiere más que lo cuenta. En realidad, crea un ámbito moral de difusos límites donde peregrinan almas en busca de interlocutor, deseosas de una convivencia satisfactoria.

Tiene buena mano Adón para plasmar atmósferas elusivas. Cuando su habilidad para la inconcreción sugeridora evita la anécdota evanescente y se junta a una base narrativa sólida, produce cuentos excelentes: el que da título al libro, cercano al tratamiento de experiencias comunes, fina historia de amor, compenetración y solidaridad que capta las tensiones entre la dueña de una casa rural y varios invitados; "Marcel Berkowitz", de tono muy diferente, cercano al decadentismo simbolista; o "Culto doméstico", de registro dostoievskiano, con trama que asocia amor extremo, búsqueda de la felicidad y grave conflicto paterno filial.

También hay piezas algo fallidas por causa del peligro general que acecha a la autora, su proclividad a la abstracción, o a expresiones verbales un tanto vacías. Estas limitaciones no impiden reconocer en Adón a una narradora interesante, de atractiva personalidad, que pone sus facultades literarias, más cercanas a la esencialidad lírica que a las cualidades propias de lo narrativo, al servicio de encontrar salidas a la vivencia de sentirse perdido en el mundo.