Image: El cadáver arrepentido

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Novela

El cadáver arrepentido

J. M. Guelbenzu

1 febrero, 2007 01:00

J. M. Guelbenzu. Foto: Archivo

Alfaguara. Madrid, 2006. 400 páginas, 19’50 euros

José María Guelbenzu es uno de nuestros novelistas mayores. En su trayectoria narrativa él mismo ha distinguido en los últimos años dos vertientes bien diferenciadas. Por un lado están sus novelas mayores, tanto por su calado simbólico y existencial como por sus audaces retos formales, bien representadas en Un peso en el mundo (1999), una de las cumbres de la novela española en el cambio de siglo. Por otro lado va creciendo la serie de novelas policíacas, que firma con las iniciales de su nombre: tras No acosen al asesino (2001) y La muerte viene de lejos (2004), llega la tercera entrega con El cadáver arrepentido, que me parece la mejor por la esmerada organización constructiva en su hábil distribución de materiales en favor de una estructura perfecta, donde la intriga y el suspense, combinados con la ironía y el humor, mantienen su intensificación progresiva hasta la explicación final de una larga historia familiar llena de misterio.

El personaje encargado de la investigación vuelve a ser la juez Mariana de Marco, atractiva, lectora y fantasiosa, siempre guiada por su intuición y curiosidad. La historia comienza con el hallazgo de un cadáver en actitud suplicante en la finca toledana de los Fombona, donde se va a casar Amelia con el nieto del antiguo administrador de la familia, desaparecido sin rastro en los años 50 y hallado ahora. A partir del insólito descubrimiento y la boda inminente a pesar de la muerte de la madre de la novia en extrañas circunstancias comienza la investigación de Mariana, invitada a la celebración por ser amiga de Amelia desde la adolescencia, cuando también fue novia de su hermano Joaquín. Así la historia novelada nos lleva desde el presente narrativo en 1998, cuando se producen los hechos referidos, hasta la I Guerra Mundial, con el ocultamiento de un tesoro en la finca de los Villacruz en Biarritz, las desapariciones de hombres y las muertes de mujeres, todo ello en una turbia sucesión de aparentes casualidades que terminan por descubrir su oculta relación en una historia común de infidelidades, venganzas y otras novedades que atrapan al lector en una historia que se cierra sobre sí misma en la boda de los nietos de dos familias enfrentadas desde el matrimonio de sus abuelos.

El autor maneja con maestría muy variados recursos en la construcción de una trama compleja que participa de la novela gótica, romántica, policíaca y del melodrama. Guelbenzu es un gran lector (e inteligente crítico literario) y de ello se enriquecen sus personajes a la hora de analizar las situaciones a las que se enfrentan. Entre los personajes mejor perfilados están los cuatro hermanos Fombona, su madre y el enigma del viejo administrador Rufino Ruz, que enciende la imaginación novelera de Mariana. En ella se apoya el narrador omnisciente para graduar la sucesión de conjeturas e informaciones en la ordenación del relato, explotando sus figuraciones, en contraste con su apego a la realidad como Juez. La base real de estos casos frente a la ficción de las novelas da lugar a interesantes consideraciones metaliterarias con ejemplos de ironía referidos a la novela misma. La visión de Mariana se complementa con la de otros personajes en una sucesión de medias verdades que mantienen el suspense del relato hasta su desenlace, en hábil combinación de narración bien dosificada y diálogos fluidos. Por ello esta novela de género, con referencias a las dos anteriores y algún personaje procedente de otras novelas del autor (López Mansur viene de La tierra prometida, 1991), garantiza el entretenimiento del lector en busca de la obra bien hecha.