Novela

Cuando el otoño se levanta

Miguel Aranguren

26 diciembre, 2002 01:00

Belacqua. 223 págs., 14 euros

De lo observado y lo vivido en numerosos viajes a la aventura que bucea en la intimidad. Ese es el trayecto que define la experiencia narrativa de Miguel Aranguren (1970); experiencia testimoniada en títulos realistas que denotan el tránsito que va de esa acción externa, registrada en Desde un tren africano hasta optar por la acción intimista de Cuando el otoño se levanta: una suerte de autobiografía ficticia en la que el protagonista reconstruye las vivencias de su infancia.

Su intención es dar con todo lo que abandonó a cambio del éxito. Quien habla es quien escribe: un escritor de 37 años que desde muy pronto despuntó en la literatura y el periodismo. Sólo a raíz de la muerte de un hermano y con motivo del reencuentro con un amigo de la infancia asume sus carencias y con ellas la necesidad de bucear en las razones de su insatisfacción, de su soledad. Su estado de ánimo le impulsa a rastrear los pormenores del ambiente familiar, su educación, el aprendizaje de la vida en compañía de los amigos. Motivos comunes en toda historia de iniciación a los secretos de la existencia. En ese sentido la trama justifica su fin, aunque esta pierde interés por la intensidad que el autor vuelca en la recreación de escenas ambientales, en rendirse más al estilo que al ritmo argumental. Y eso desequilibra la construcción novelesca. Aun con todo el resultado supera a la novela que le precede.