Novela

Las desconocidas

Patrick Modiano

2 mayo, 2001 02:00

Traducción de Alberto Conde. Debate. Barcelona, 2001. 124 páginas, 2.500 pesetas

Este libro de Patrick Modiano resulta tan característico de su modo de hacer como menor es su tono de obra a medio camino entre colección de relatos y novela fragmentaria. Es un cierto tour de force minimalista y posmoderno

Este último libro de Patrick Modiano resulta tan característico de su modo de hacer como menor es su tono de obra a medio camino entre colección de relatos y novela fragmentaria, que encierra en su proyecto, no obstante, un cierto tour de force minimalista y posmoderno. Las desconocidas viene a ser la suma de tres novelas cortas independientes en cuanto a sus personajes, pero unificadas por su forma, su temática y las referencias comunes a un espacio, París, y un tiempo, la Francia de los primeros años sesenta. Que el autor jugaba con semejantes factores de integración para lograr un texto unitario lo acredita que cada una de las partes no lleve título, sino que se amparen bajo el que identifica a todo el volumen y califica a las tres protagonistas, sendas adolescentes que nos cuentan sus trances de iniciación anodina y desesperanzada. En ello hay algo, ciertamente, de reto que el autor se plantea a sí mismo: el autobiografismo radical de los tres relatos significa lo mismo que la recreación verosímil de tres personalidades femeninas, muy en la línea de lo que los vientos editoriales demandan en toda Europa últimamente. Tour de force en cuanto que a las numerosas novelas de escritoras, los novelistas reaccionan con algo que siempre estuvo a su alcance, la elección de personajes y planteamientos femeninos. Otra cosa de más enjundia es lo que Modiano aborda aquí por triplicado: el relato de tres muchachas contado por ellas mismas, y con una dimensión retrospectiva que el texto no oculta, pues entre lo vivido y lo narrado media una distancia temporal de tres decenios, cuando menos.

Esa retrospección, que envuelve de nostalgia el relato, es otro rasgo que las narradoras comparten con el escritor. Las tres participan de aquel lema de René Char que Modiano escogió para su novela de 1977 Livret de famille: "Vivre, c’est s’obstiner à achever un souvenir". Al recordar sus respectivos episodios adolescentes están cumpliendo ese designio, que hace de la vida una obstinación por culminar un recuerdo. Un recuerdo solo, pues las dimensiones de sus relatos dan para poco más. Cuando la protagonista de esta segunda historia de Las desconocidas recupera las pertenencias de su padre, un antiguo maquis definido como "calavera" al que no llegó a conocer, entre las cuales está una pistola que servirá para dar cierre al episodio, encuentra escasos libros, y con ellos una antología de poetas del XIX en el que hay dos versos subrayados: "Me acuerdo/de los viejos días...".

Los viejos días que Modiano, nacido en 1945, intenta recuperar a través de la visión y la voz de sus tres personajes femeninos coinciden con los de su propia adolescencia, los años de la guerra de Argelia y la melodía "White shade of pale", la época de un especial spleen en que el sinsentido de los existencialismos venía a justificar, desde la filosofía, la sensibilidad de las quinceañeras hurañas, desentendidas de sus padres, seducidas en la provincia por el gran mito de París, y al tiempo necesitadas de algún afecto, de alguna quimera y de algún amparo. En la última de las historias, ese bálsamo llega por la adhesión pasiva a una secta seudofilosófica por parte de la protagonista, que se percata de repente "para gran vergöenza mía [...] de que jamás me había preguntado sobre el sentido de la vida. Me conformaba con vivir al día persiguiendo a menudo el placer (pág. 107). La narradora de la primera historia confiesa muy pronto que su vida sería "una fuga sin fin", y su escapada de Lyon a París la introduce en un círculo en el que conocerá a un "desconocido que se ocultaba bajo la identidad de otro" (pág 27) y que acabará muerto o encarcelado haciendo de ella "una rubia no identificada".
Mención aparte merece la historia central. En este caso la narradora no da el salto de su provincia natal a París, aunque esté siempre en su mente. Es la más explícita en lo que se refiere al trauma de un padre prematuramente perdido cuya memoria intenta reconstruir y de una madre que la ofende con su olvido, y también lo es en cuanto al sexo como referencia o móvil de la acción, que concluirá trágicamente. La protagonista es aquí la más activa y madura de las tres, pese a ser la más joven.