Novela

Novelas de mito

José María Merino

27 diciembre, 2000 01:00

Alfaguara, 2000. 688 páginas, Leyendas españolas... Una memoria soñada. Temas de Hoy, 2000, 326 páginas. pesetas

Pocos escritores habrá que, llegado el momento en que su obra permite una apreciación global en principio definitoria, ofrezcan un rostro tan unitario como José María Merino. Desde sus inicios a mediados de los 70 hasta hoy ha sostenido unos criterios fundacionales que ha ido desarrollando en una obra homogénea a la vez que variada. La literatura dentro de la literatura, las inestables fronteras entre sueño y vigilia, o entre realidad y ficción, la incertidumbre del dormido despertando, el problema de la personalidad que se abre a la experiencia del otro, son motivos que, con frecuencia hilvanados en una sola trama, aparecen en sus narraciones.

Esta visión un tanto mágica de la existencia, que lleva implícita una reivindicación contraria al extremado racionalismo de la cultura occidental, tiene en Merino un sólido soporte cuyas raíces se anclan en su conocimiento admirativo de las diferentes formas de la narración oral, el mito, la leyenda y el cuento folklórico. Estas tres especies de la oralidad narrativa nutren sus novelas y no es extraño que éstas incorporen, a la manera de las muñecas rusas, peripecias de este origen. Es más: algunas novelas de Merino responden en sí mismas al desarrollo fabulado de un mito. Esto es algo que el autor reconoce al agrupar en un ciclo unitario, Novelas del mito, tres de ellas: El caldero de oro, La orilla oscura y El centro del aire. Aquí está el mejor Merino, el que alcanza la hondura de vivencias y la complejidad de artista del libro que para mí es el suyo capital, La orilla oscura.

Las novelas de la trilogía se inspiran en mitos de tipo diferente. Un objeto mágico (un caldero no sabe si real o imaginado) permite al personaje indagar en sus ancestros y sentirse unido a una estirpe asentada en el cauce de un río en la hora simbólica de fin de siglo. En la segunda novela, el doble paterno visto en un museo desencadena un rosario de relatos que incluyen un autor apócrifo que se hace verdadero. En la última, de un realismo más inmediato, el patio de los juegos infantiles de tres amigos sirve de referencia para explorar sus respectivos destinos. Pero en las tres novelas, espacios y tiempos se difuminan y mezclan, y pierden la consistencia de lo real. Así, en todos los casos surge el misterio de la vida y brota con fuerza la idea de que el sueño y la imaginación son elementos básicos de la existencia. Por eso esta literatura de raigambre fantástica no es evasión sino propuesta de comprender el mundo desde perspectivas más ricas que las del materialismo habitual en el vivir cotidiano.

El gusto por los componentes imaginativos en la interpretación del mundo está en la base de un libro de Merino muy distinto a la trilogía, pero íntimamente relacionado con él. Se trata de una amplia selección de leyendas españolas agavilladas con el significativo rótulo de Una memoria soñada. Entran en el libro relatos legendarios de corte histórico (fundadores del país y héroes), invenciones novelescas sobre amores, paisajes, seres corrientes y excepcionales... Ahí están también motivos muy cercanos al autor (la propia historia del caldero de oro), de corte tradicional, y otros tan próximo su origen en el tiempo a nosotros que resulta más que discutible su condición legendaria; por ejemplo, los fantasmas de dos edificios madrileños, la Casa de América y el Museo Reina Sofía.

Subrayo esta mezcla porque ahí está un rasgo capital del texto. La leyenda ha solido ser, en las manos beneméritas que por lo común se han ocupado de recogerlas, fría materia con valor antropológico o folklórico. En Merino forma parte de la sustancia de un modo de entender la vida desde el componente imaginario que subyace a la existencia de los pueblos. Es, también, seña de identidad de unas colectividades y no debe escaparse lo que tiene este libro de apuesta unitaria en los muy conflictivos momentos que vive nuestro país. En fin, todos estos valores no pueden desligarse del que en primera instancia ha de subrayarse para un lector común. Las leyendas han sido reescritas por Merino con un afortunado criterio de sencillez argumental y expositiva, que da a esa materia dispersa un tono muy uniforme. También es un acierto el empleo de un estilo claro y expresivo, depurado de arcaísmos, que presenta la materia legendaria con un idioma actual, un modo oportuno de darles doble vida a historias muchas antaño famosas.